viernes, 16 de septiembre de 2011

Una gauchada

(Pintura: Molina Campos)

A boca é noche, un paisano,
ladiándose del camino
cayó al rancho de Justino
en un zaino rabicano.
Llovía desde muy temprano,
-desde antes del amanecer-
y al cáir la noche a envolver
según le marca su plazo
el tiempo seguía fierazo
sin miras de componer.

Trás del saludo se vido
que el hombre recién llegao
al zaino le había bajao
el recao humedecido.
El dueño é caso, cumplido,
muy contento, desde luego,
le atracó más leña al fuego
acomodando la pava,
y en tanto se calentaba
charquió un cuarto de borrego.

Cuando ardió el fogón con brío
salió tranquiando una araña,
y un medio frasco de caña
empezó a matar el frío.
Manotió el mate vacío
con bombilla reluciente,
le echó yerba suficiente
y el matecito, de entrada,
con la primer "ensillada"
sientió la panza caliente.

Después de unos cimarrones
y de apurar unos tragos
el frío se fue en amagos
pa esos gauchos parejones.
Y luego, en dos ocasiones,
el hombre aquél, de rebote,
sacó su interés a flote
y averiguó preocupao
si daría paso el Salao
estando de bote a bote.

Al balar de unas ovejas
gritó alborotao un tero,
y al instante el forastero
dentró a parar las orejas.
El viento zumba sus quejas
mientras que sigue lloviendo,
y Justino comprendiendo
cualquier intención ladiaba,
porque ya se maliciaba
que el hombre venía juyendo.

Desde una rendija, el viento
le está soplando al candil,
y hace de almohada un mandil
pa dar blandura a un asiento.
Después Justino de intento
casó el cuarto bien asao,
y cuando hubieron cenao
cordialmente, mano a mano,
le dió su catre al paisano
y él se tendió en el recao.

Después, cuando al otro día
se quiso dir el paisano
le ofertó Justino un ruano
que allí cerquita tenía.
Con gauchaza cortesía
el forastero, de atento,
rechazó el ofrecimiento
pero tuvo que aceptar
un poncho sin estrenar
de color amarillento.

De ande viene, pa ande vá,
quien es, quien deja de ser,
jamás pretende saber
quien gauchamente se dá.
Si en la historia no está
por olvido o mala suerte,
hay que decirlo bien fuerte
que aunque no tenga ni un cobre
se muere el gaucho de pobre,
¡pero es gaucho hasta la muerte!

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