viernes, 8 de enero de 2010

Esencia pampeana


Pialé sonidos del viento
pa'milonguear de regreso,
y aunque aflojando los güesos
más que firme el sentimiento.
Rienda suelta el pensamiento
le viá dar en la ocasión,
entre la luz del fogón
y el resplandor del lucero,
me verá de cuerpo entero
reflejao en mi canción.

Yo soy pa'las vizcacheras
el verde intenso raleao,
y pa'l criollo conchabao
soy la faja de arpillera,
soy la aldaba de tranquera
hecha en cadena con gancho,
soy el horcón de los ranchos
y de ello estoy orgulloso,
y soy el palo lustroso
ande se racan las chanchos.

Soy lonja de cuero crudo
dispuesta en cualquier apronte,
soy tala viejo del monte
de copa grande y raizudo,
soy la cueva del peludo
entre ráise entreverada,
y en una olla tiznada
yo soy ese guiso macho
y unto sin sal pa'l empacho
de la última carneada.

Soy el viejo caronero,
el palenque de caldén,
soy paragolpe del trén
por vigornia del herrero.
Soy ese fierro crotero
pa'un churrasco chamuscao,
y soy el poncho encerao
aguantando el temporal,
y en la espera de un mensual
soy aquel cigarro armao.

Soy corral de palo a pique
seguro, como ninguno,
son las cosas que reúno
pa'que el criollo las mastique,
soy bravura del cacique,
soy del nutriero la trampa,
el viejo mate de guampa,
soy tañido del cencerro,
el alma de Martín Fierro,
soy la esencia de la pampa.

miércoles, 6 de enero de 2010

Siempre cantaré a mis pagos


Siempre me gusta cantar
al viejo querido pago,
¡capaz! de alegría me embriago
cuando empiezo a recordar
los amigos, el lugar,
estancias que trabajaba:
"Langueyú", "La Limpia", "Navas"
abarcando ese circuito
la zona de "Juncalito"
y la Escuela ande votaba.

Donde tanto frecuenté
en mi plena juventú
Udaquiola, Langueyú
y el pago de Solanet,
muchos me dirán tal vez
que soy un empedernido
y siempre tengo metido
mis pagos que nombro mucho
y que el pueblo de Ayacucho
me tiene como absorvido.

¿Mi pago olvidar?, ¡jamás!
si es lo que me reconcilia,
donde formé una familia,
donde viví horas de paz;
viejo pago siempre estás
metido en mi corazón
donde con toda razón
por siempre tengo la suerte
defenderlo hasta la muerte
como un hito de atención.

Cómo no viá a recordar
a mi puesto, a la tropilla,
el verdor de la gramilla
y ver mis pingos pastar,
el palenque, el ensillar
pa'salir a recorrer
y al medio día, al volver,
mi prenda por tradición
me invitaba un cimarrón
antes de dir a comer.

Después de un rato sestiar
en los veranos bravones,
tomar unos cimarrones,
salir y el pingo ensillar;
por áhi quedó pa'arreglar
unos alambres cortao,
curar unos abichao
y por costumbre ya era,
traer arriando la lechera
con el sol ya casi entrao.

¿Cómo viá olvidar el puesto
donde estuve tantos años?
y no les resulte estraño
que al recordar todo esto
vaya como echando el resto
y entre mi sueño a rondar,
y como pa'terminar
tal vez sea de puro flojo
-o el humo'el fogón- mis ojos
ya empiezan a lagrimiar.

El fin de una jardinera




Colección de patentes antiguas de Argentina: http://www.patentesantiguas.com de don Tomás Rezelj, un lujo de página pa ver...!

Ayi s'encuentra dormida
sin miras de dispertar
ni tan siquiera pa'dar
la última recorrida;
el olvido en su embestida
la pechó por la pendiente
y entre su estampa imponente
se jue ganando el yuyal
como un poncho temporal
contra su herrumbre creciente.

Por su cascarón cerrao
- tal vez de errónia manera-
se la yamó: jardinera
cuando el pan yevó al poblao;
sus firmes cuatro rodaos
¡qué cayes no transitaron!
si hasta el campo se yegaron
dos veces a la semana,
¡que alegres!, de una ventana
los gurises l'anunciaron.

Dende lejos se la vio
por la güeya bamboliarse,
con cada tumbo al ladiarse
el chaperío rezongó.
Ansina un día partió
pa'nunca más regresar
porque la iba a pialar
el progreso con su lazo,
áhi la cimbró un balquinazo
imposible d'evitar.

Entuavía tiene adelante
la patente atorniyada
aún así, descascarada
le da importancia'l pescante;
sigue'l alero elegante
con su formato vistoso
y aunque parezca asombroso
muestra la figura esbelta,
como invitando otra güelta
por su pasado glorioso.

Los ejes enmudecieron
ya no crujen las maderas
y las dos ruedas traseras
pa'otro carruaje sirvieron;
los fierros se oscurecieron
al apoyarse en el suelo
y en una plegaria'l cielo
reclinada está p'atrás
pidiéndole a Dios, quizás
que le arrime algún consuelo.

Arrancó sin equipaje
pa'la morada final,
ni una canasta pa'mal
l'acompaña en este viaje.
Oculta un gastao traje
los briyos de su apogeo;
la vida no vio el deseo
que tenía pa'su muerte
y no le dio ni la suerte
de adornar algún museo.

sábado, 2 de enero de 2010

Evangelio Criollo (¡Feliz Navidad pa tuita la paisanada!)


Vida Oculta

Pa que el hombre juera Dios
el mesmito Dios se hizo hombre,
y pa subir con renombre
hasta el cielo nuestro ser,
bajó al mundo pa tener
nuestra carne y nuestro nombre.

Por aquél tiempo de Dios,
viendo al hombre tan bagual,
le envió el Patrón Celestial
a Jesús nuestro Señor,
pa atarlo con ese pial
al palenque de su amor.

1. La Anunciación

Al pago de Palestina
con un mensaje de amor,
se apió el chasqui del Señor
pa preguntarle a María,
si en nombre de Dios quería
ser Madre del Redentor.

Y "Dios te salve, María!
- le dijo el ángel Gabriel-,
pa salvar al hombre infiel
serás Madre de Jesús,
que brillará como luz
en la noche de Israel".

"Vendrá el Espíritu Santo,
su sombra te cubrirá,
y en adelante serás
la Madre de Dios visible,
porque nada es imposible
a su Eterna Majestá."

"Hágase su voluntá",
le dijo entonces María;
y dende aquél santo día
tuvo el hombre la esperanza
que en la divina balanza
siempre el amor ganaría.

2. Visita a Isabel

Y mientras corría el tiempo
conforme al divino plan,
jué la Virgen con afán
a visitar a Isabel,
que según dijo Gabriel
sería la madre de Juan.

Al saludarla su prima
le dijo: "Bendita Tú eres
entre todas las mujeres!"
Y ella dijo en alta voz:
"Bendito más bien mi Dios
que amó nuestros padeceres!".

3. Nacimiento de Jesús

LLegó así el tiempo sagrado
en que Dios debía venir;
el rey pa saber su influir
mandó empadronarse a todos,
y ansí a Belén, de este modo,
José y María se han dir.

LLegaron a la ciudá
con los últimos destellos;
pa tomar algún resuello
golpiaron puertas y hogares,
pero en todos los lugares
no tenían lugar pa ellos.

Y sus hermanos, los hombres,
le negaron sus umbrales;
Él vino a curar sus males
y tuvo, como un mendigo,
que limosniar un abrigo
a una cueva de animales.

Y llegó el tiempo de Dios
pa salú de los mortales;
como un pimpollo que sale
floreció el Divino Niño,
y la Virgen con cariño
lo envolvió con los pañales.