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jueves, 9 de mayo de 2013

Chamarrita de una bailanta



(Pintura: Molina Campos)



De una bailanta con acordeón
até la luna con el sol;
 por una noche no fui peón,
hombre volví y en eso estoy.


  Y por una sola fiesta
me dudé con el patrón,
que me dijo:"Parrandero,
no me pisa en el galpón".

Y me habló de obligaciones,
del trabajo y la Nación,
a mí, que sembré en sus campos
mi pobreza y mi sudor.

Lo miré medio sonriendo
y monté en mi redomón;
"aramos, dijo el mosquito,
al buey que rompe el terrón".

Mucho hablar de obligaciones,
"nada de farras, peón";
usted, que vive a cacundas
de los pobres como yo.


Historia de un viejo



(Pintura: Molina Campos)

De gurí fui benteveo,
de muchacho embolsador,
fue taipero por el Este
y en el Norte, domador;
naranjero por el Salto
y cañero en Bella Unión;
lobero en Cabo Polonio
y en Colonia, pescador.
Rodé por muchos caminos,
la bolita se gastó,
quien me diga “siete oficios”,
pa’ mí se queda rabón.

Y de tanto venga y vaya,
de tanto oficio y sudor,
del gurisito que fui
al viejo cansa’o que soy,
no tengo una papeleta
pa’ doña Jubilación;
se hicieron humo o murieron
los testigos, sabe Dios.

Y me vine a la ciudad,
meta escoba y corralón,
pero no aguanto jornada
que se me parte el riñón,
y yo que tendí la mano
pa’l lazo y el apretón,
pa’ el tramayo, la mansera,
pa’ la naranja o la hoz,
me encuentro de limosnero
y pidiendo por favor.

Pero el hombre no ha nacido
para esta triste función.


Tanta vida en cuatro versos



Una por mí se moría,
yo me muero por usted,
usted se muere por otro;
qué mundo tan al revés.”

Coplas con sabiduría,
que en el camino encontré,
tanta vida en cuatro versos,
pa’ mis adentros pensé.


En la puerta de mi casa
tres arbolitos planté,
planté una fe, una esperanza
y un “jamás te olvidaré”.

Pero también he plantado,
porque te sé precavida,
un corazón al revés
y una flor que dice: olvida.

Coplas como panaderos,
como nubes, como aquel
mirlo que cantaba manso
a orillas del Arapey.

Yo soy tararira vieja,
que busca lo más profundo,
viveza precisa el hombre
para vivir en el mundo.

Pero también necesita,
y la copla no lo dice,
una mujer compañera,
una canción cuando triste.

El valor todo lo puede,
hay que tenerse confianza,
y lo que el valor no pueda
lo ha de poder la esperanza.

Coplas que son como un poncho
en un camino invernal
y, al perdido en este mundo,
un agua de manantial.

lunes, 17 de enero de 2011

Defensa del gaucho


En este trovar sencillo
lo que es gaucho te diré,
borrando la mala fe
del que lo volvió un cuchillo,
un haragán, sólo un pillo,
bueno para el alancear
o bueyes desjarretar
en las furiosas corambres,
con los hijos muertos de hambre
y él guitarrita y trovar.

Y el pobre en su condición
de servicial y parejo,
sin sospechar el manejo
del mandamás o el patrón,
primereaba en la función
de las revueltas civiles,
achurándose de a miles,
vecinos vueltos contrarios,
con el polvo por sudario,
con una cruz de fusiles.

Y creyendo, así, servir
la patria, sus claros trillos,
fue un oficio el del cuchillo
y una razón: la de herir;
no supo nunca mentir,
fue por amistad y arrojo,
un empecinado abrojo
de la loca caballada,
con la muerte y la Patriada,
como una venda en los ojos.

Y después, cuando volvió,
treinta años tengo de ausencia
y, entre el yuyal, la querencia
casi no reconoció,
ni siquiera desmontó,
clavó la lanza en el suelo
y semidesnudo, en pelo,
galopó hacia la tormenta.
El que su dolor no sienta,
no nació bajo este cielo.

Alguno fue a preguntar
al Juez de Paz o al cacique,
los encontró de palique,
con suertes para firmar,
y comenzó a desconfiar
que en aquel reparto, nada,
ni una mísera tajada
iba a quedar a su nombre,
porque él no era un prohombre
con apellido y espada.

Y peleó y se emborrachó,
como el gaucho Martín Fierro,
vuelto león topó a los perros,
sin querer los matrereó
y en algún abra dejó
su perseguida pisada,
fue leyenda condenada,
cuento de espanto y de robo
y el que lo empujó a ser lobo,
comía la borregada.

Quiero que me entiendas bien,
ésta es la historia sencilla
del gaucho, de su Mansilla,
por tanta gente de bien,
y, si me entendiste, ven
sin lágrima, sin lamento,
te pido el recogimiento
de un instante, para oírlo
en ese canto de mirlo,
en esa lección del viento.

jueves, 3 de junio de 2010

Milonga del desdichado

Yo sé que existe el camino
ése que no conocí,
donde me están esperando
rancho, mujer y gurí.

Caminito con su arena,
paraíso y bienteví,
para caminarlo al paso,
para intimarlo feliz.

Con su tosca sonrosada
de cosas de macachín
y tijeretas que cortan
los crespos desde el (inteligible)
Yo sé que existe el camino
ése que no conocí...

Ya blanqueando la melena,
la barba tirando a gris,
conocido en cien parajes
y él conocedor de mil.

Pasa junto a la lechuza
del callejón infeliz,
se descubre a un camposanto,
blanquito como un jazmín.

Arma un toro. Al encenderlo
con yesca de viborí,
saluda a gente de carro,
un hombre y un chiquilín.

Y se dice, convencido,
yo podría andar así,
porque sólo es desdichado
el que pudo presentir
que otra vida lo esperaba
y la perdió por ahí.

Yo sé que existe un camino
ése que no conocí,
donde me están esperando
rancho, mujer y gurí.