miércoles, 24 de junio de 2015

Chimichurri



El chimichurri casero
varía según la casa.
El nuestro lleva romero,
ají molido, mostaza,

perejil, ajo aplastado,
orégano, pimentón...
¡y puede ser degustado
desde aquí a Nueva León!

Se le agrega buen aceite,
vinagre y agua caliente.
Quince días se lo añeja

y ya está para el deleite
de quienes hincan el diente
al asado o la molleja.


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Ingredientes:


Ají molido.
Romero.
Mostaza.

Perejil.
Ajo.
Orégano. 
Pimentón.
Aceite.
Vinagre.
Salmuera (sal disuelta en agua caliente).

Asado de tira



El asado del sur nutre e inspira
a quien quiere vivir vida sencilla.
Lo nuestro es el asar a la parrilla
el corte que denominamos tira.

La leña de quebracho arde en la pira.
Cuando ha dado sus brasas cada astilla
se apoya sobre el hierro la costilla
con las brasas debajo. Bien se mira

que su calor parejo, firme y suave
vaya asando la carne lentamente.
Unos la salan antes y otros luego.

Dada vuelta, en su punto está la clave
para que quede a gusto de la gente
que celebra la vida junto al fuego.

Rancho




El rancho de tan ladeado
parece que echa verija;
a su figura prolija
los pamperos han pechado;
y el cimbronazo ha aguantado
ahí mismo como se ve,
aunque no es lo que fue
su altiva presencia aún talla,
y a su última batalla
la está aguantando de pie.

Del pasto en la verde alfombra
el longevo ombú altanero,
que hasta el despeinado alero
llegó a prestarle su sombra;
pareciera que se asombra
al llegar la brisa al tranco,
porque ve desde ese flanco
que va cayendo de a poco,
el rancho vencido y tioco
desvencijado y lunanco.

El pozo abriendo la boca
se perdió entre la gramilla,
en él la luna no brilla
y el balde el agua no toca;
agua que nunca fue poca
cuando era un manantial,
disminuyó en su caudal
y en ese "augero" redondo,
tan solo hay barro en el fondo
y está en el suelo el brocal.

Bajo el toldo de las ramas
de otro ombú secular,
solía la hacienda acampar
en veranos de oriflamas;
y entre esas lenguas de llamas
como flechas encendidas,
yeguadas despavoridas
cortaban por un atajo
con rumbo al jagüel del bajo
en busca de sus bebidas.

Deshecho están los corrales,
el viejo galpón enclenque,
solo está firme el palenque
donde se ataron baguales:
pero entre tantas postales
que recrudecen mi herida,
sobre esa imagen querida
el mojinete altanero,
da albergue a un nido de hornero
que es como un canto a la vida.

Cantor sureño



Al trotecito de una milonga
pa' que no muera el canto sureño,
ahi va mi verso que se prolonga
siguiendo el hilo de un largo sueño;
un largo sueño de guitarreadas
con mate amargo junto al fogón,
donde dos manos bien preparadas
cosechan notas del diapasón.

Cantor sureño, paisano pampa,
peón de carreta, manos curtidas,
que domingueando su gaucha estampa,
nunca su flete se fue en partidas.
Y si a una doma lo convidaron,
montao en pelo fue domador,
después las mozas lo comentaron
"ahí va un sureño, guapo y cantor".

Cantor sureño, cantor tranquilo,
que si lo adornan con un floreo,
a la milonga le saca filo
y corta lindo en el bordoneo;
y si en las yerras como él no hay otro,
en cualquier cosa se priende igual,
le da lo mismo buscar un potro
que una guitarra pa'echarle un pial.

Y al trotecito de una milonga
va por la pampa con su cantar.


Milonga



No te digo muchacha ni paloma,
ni sol ni cardo ni palenque rudo;
si tengo que nombrarte, no lo dudo,
hay solo una manera: sos milonga .

Si sos puro latido que se canta,
un instinto anterior que se renueva;
tu simple son del llano es la manera
de sacar el amor por la garganta.

Puñado de verbena en serenata,
como de ablande a un corazón porfiado;
sos el grito caliente y rebelado
que muere de pasión pero no mata.

El quererte milonga, no es amarte,
como beso pagado en boca roja;
aunque sos lenta tu llovizna moja
y no es para cualquiera el ensillarte.

Habrán de ventilarte las costillas,
con amor y paciencia desde abajo;
se sabe que cantarte no es trabajo,
pero por simple, nunca sos sencilla.

Hasta la vuelta, que el vivir disponga,
en Mi menor un día nos veremos,
y al tranquito sin pausa nos iremos
al llamado de un canto por milonga.

Paisaje de vidalas



Noche provinciana donde el cielo
Es huerto de las mil estrellas,
Que son mil hermanas brillando
Y danzando sobre los desiertos.

Pasa el viento norte por los poleares
Y en la misteriosa maraña espinosa
Todo los aromas transforma en cantares.
Y llegan los hombres, obreros, paisanos,

Hijos de las selvas y los arenales.
Limpios corazones y callosas manos
Y aprenden la copla que dejara el viento
Con melancolías de viejos amores,

Panal de dolores, miel de sufrimientos.
Y hacen esperanza de la antigua pena
Y cantan la dulce y agreste vidala
Con el mismo ritmo que late en la vena.

Trova campesina mística y pagana
Que narra y evoca, que reza y provoca
Rumor de guitarras y cajas indianas.
Y cuando de lejos se siente tu son
Despierta el profundo misterio del mundo
En las tolderías de mi corazón.

Romance para un arriero


(Pintura: Georg Miciu)

Tan fiel conservo tu estampa,
tu estampa gaucha, resero,
que a veces yo me pregunto
si es verdad que te recuerdo
o es que te llevo en el alma
como la vaina al acero.

La admiración que sintiera
por ti en mis tiempos primeros
es la misma admiración
que hoy siento llegando a viejo.

Yo sé que es mucho pedir
pintarte de cuerpo entero,
pero valga la intención
que pongo al hacer los versos.

¿Tu nombre? don Ezequiel,
don Zenón, don Anacleto...
(¡Qué bien quedaba ese "don"
nacido de mi respeto,
cuando yo te saludaba
echando mano al chambergo!).

¿El apellido? Giménez,
Navarro, Gauna, Requejo,
Godoy, Quiroga, Ramirez,
Roldán, Lavarga, Peredo
(que los nombres se hacen gauchos
según quien los lleve puesto).

Me basta cerrar los ojos
para encontrarte de nuevo
montado sobre un lobuno,
sobre un zaino, un lunarejo,
un "colorao sangre'e toro",
un alazán o un overo,
(que el pelo tampoco le hace;
todo es la mano del dueño).

Me basta reconcentrarme
para salir a tu encuentro
por esos largos caminos
donde mis ojos te vieron.

Resero de bota y poncho,
blusa, bombacha y pañuelo,
que nunca saldrá de pobre
porque le sobra con eso.

Yo te quisiera pintar,
pintarte de cuerpo entero,
pero me faltan palabras
para pintarte por dentro.

Nacido para el camino,
es tu destino, resero,
un eterno ir y venir,
un ir y venir eterno.

Plumón de cardo pampeano
que va enancado en el viento,
apenas tenés querencia
que haga apurar el regreso:
tu vida es estar llegando;
estar llegando y partiendo.

Triste destino es el tuyo:
nacer y morir resero;
ir enhebrando distancias
siempre detrás del arreo,
como quien va inútilmente
queriendo cazar un sueño.

¡Nacer y morir arreando!
¡Nunca lo tuyo! ¡Siempre ajeno!

lunes, 22 de junio de 2015

Como el ayer que pasó (Salmo criollo: 89/90)


(Almanaques "Alpargatas": Molina Campos)


1
Fuiste Vos nuestra guarida
desde el tiempo que existimos;
ya desde antes que el abismo
que la tierra y las montañas
tu bondá nos acompaña,
porque en tu mente estuvimos.

2
Son mil años a tu vista
como el ayer que pasó;
como un día que murió,
como una guardia cumplida:
¡Vos das y quitás la vida
a cada generación!

3
Nuestras vidas se suceden
como en el campo las siembras:
barbecho, espiga, cosecha,
unas siguen a las otras;
lo que hoy de la tierra brota
mañana se corta y seca.

4
Con furor nos consumís
como el fuego a los rastrojos
porque has puesto ante tus ojos
lo que oculta nuestra vida,
y se llega a la medida
sin colmar nuestros anotojos.

5
Algunos llegan a viejos
-pongamos a los ochenta-
mas sacando bien la cuenta
ha sido mucho el sufrir.
¡Lo importante no es vivir...
sino: seguir una senda!

6
Miranos, Señor, de nuevo
que andamos medio extraviados.
Si somos por vos guiados
tendrá sentido la vida,
y en el juego, la partida
la habremos recuperado.

7
Mostranos tu protección,
que nos alumbre tu brillo;
hacete nuestro caudillo
pa que sigamos tus huellas,
y fiados en esa estrella
rumbiemos bajo tu auxilio.

miércoles, 17 de junio de 2015

Agüita del médano (Aire de Mazurka)



Andabas la siesta aquella,
corazón de solitario,
derramando tu silencio,
las flores de tus cacharros.

Y entrabas al monte verde,
a su rumor emplumado,
cuando se queja dormido
el pájaro de los llantos.

Clarita me vas andando,
agüita dulce, temblor...
¡Ay, y allá;
por las cañas de Castilla,
cantará, ay, allá,
tu flor, tu flor.

A la muchacha del agua
ví que le andabas buscando,
que por las rojas verbenas
fuiste siguiendo su rastro.

Su boca color de gema
te desnudó sus milagros
porque su alma sabía
que la buscabas, amargo...


Como pa'saber algo más:



Hace más de medio siglo Eulogio Fernández García, padre del recordado músico Enrique Fernández Mendía, instaló una bomba de agua en medio de la travesía. Fue en el kilómetro 254 de la ruta nacional 35 entre Padre Buodo y Ataliva Roca. Alrededor de la bomba crecieron cañas de Castilla y el lugar se convirtió en el parador obligado de los viajeros, de los sedientos que encontraban el reparo y las albricias del agua en medio del desierto. El poeta Juan Carlos Bustriazo Ortíz, amigo de Fernández Mendía y constante recorredor de la zona, le dedicó un bello poema que luego fue musicalizado por Oscar García: Agüita del Médano.