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viernes, 17 de febrero de 2012

Matando penas

(Foto: Bordagaray)

Compañeros, ¡arriba los corazones!
¡Quiero escuchar alegres carcajadas!
¡Sirvansé lo que gusten, que está pago,
tuito el gasto que se haga!

Aquí en el tirador, hay mucha plata;
bien ganada, a rigor, tirando vida;
hay en las manos, cayos, que no mienten
carisias de la horquiya.

Me ha chamusquiao hasta los caracuses
sobre la parva, el sol del medio día,
por juntar patacones, que aquí traigo
pa comprar alegría.

Vení, Casique, echate aquí, a mis pieses
que algo te pasa que te encuentro triste:
ya sabés que conosco tus pupilas
cuando'e pesar se visten.

Me parece alvertir que ayá en el jondo
anda un ricuerdo po'asentar el güelo;
no dejés que el trompeta se te prienda;
sacale el cuerpo al duelo!

Qué lo que aura estrañás, ¿son sus caricias?
la dulsura'e su risa cristalina?
Si tuito jué mentira; ya lo has visto
como se jué la indina!

Sacudí la cabesa, no seas sonso;
aventá los ricuerdos al olvido;
pa'qué pensar en eya, si la falsa
jamás nos ha querido!

Hacé como hago yo, raite de tuito:
de rabia o de pesar, no le hace, raite!
Ni pensés en la yel de las mujeres
que es amargarse al cuete!

No vas a contagiarme tus tristezas,
que está linda pa, rairse, la mañana;
ladrá juerte, que venga la pulpera,
con el porrón de caña.

Rigoriala

(Pintura: Carlos Montefusco)

No le andés mesquinando al overo
que de viejo se ha puesto sobón;
afirmalo en la rienda primero
y mostrale el talero de tu pretensión.

Rigorialo con fe en la partida
que dispués, ni presisa talón
y verás que en la cancha se estira,
parece mentira pero es ligerón.

Las apariencias engañan
dicen los hombres de sensia;
no olvides que la esperensia
es madrastra de las mañas;
unos la pintan con canas,
los otros con picardía;
por eso aura te desía
colocándome en el medio,
que el rigor es güen rimedio
pa'l mal de la fantasía.

Una ves en carreras cuadreras
cuando yo era entuavía mamón,
le corrí a una potranca ligera
que era forastera del pago'el amor.

En el pique, salimos prendidos,
pero al poco correr, me ganó,
por no haberme afirmao en el tiro,
por eso te digo, rigor... y rigor.

Como el hornero

(Pintura: Molina Campos)


Lo mesmito que vos, cantando siempre,
un rancho coquetón, yo levantaba
a la costa' el arroyo, ande bañaba
su ramaje, el sausal, en la corriente;
yentia el alma, de amor ardiente
feliz, como inocente
paja y barro, a montones, acarriaba.

De sol a sol, sin resoyar siquiera
con el afán de verlo ya concluído,
picaniao por la chusa de Cupido
y los ojos sombriaos de mi hechisera
que me había dicho, que la quisiera
que en esa primavera
quería venir a disfruar del nido.

Yo como vos, también, iba y venía
y a cada rato mi obra contemplaba,
que al verla qué ligero adelantaba
me inundaba de orguyo y alegría
y esatamente como vos sentía
en la noche y el día
que un mundo de esperansas me cuartiaba.

Tenía una contra fiera; la tormenta,
el chaparrón, el viento, el sol, el rayo,
pero yo trabajaba sin desmayo
pa'cobrarle al amor, mi ansiada cuenta
sintiendo el alma, felis, contenta
como cuando se aumenta
del árbol del amor, su verde tayo.

Pero mi rancho, sólo jué tapera
avansao po'el cardal y la flechiya
teniendo el sicutal como goliya,
que augarla entre sus garras pretendiera;
sin más encanto que l'agorera
lechusa que ligera
pa'l jogón del dolor, trai una estiya.

La dueña'e mi pasión, remontó güelo
con... no sé que otro gavilán extraño
y aunque d'esta han pasao ya muchos años
no puedo hayar pa'mi dolor consuelo;
y en mis noches sombrías, en mis horas de duelo
le pido al mesmo sielo
que me ayude a olvidar mi desengaño.

En cambio, vos, hornero, estoy siguro
que sos felis, al lao de tu adorada
eya también trabaja entusiasmada
y ansina siempre, junto, dejuro,
no verán el escuro
fantasma que auga la pasión soñada.

Dios, castiga sin palo y sin rebenque
y es justa su revancha; ¡qué canejo!
Yo también una güelta corté el sejo
el potrero del mal, siendo consiente
y a una crioyita de amor ardiente
dejé rastreramente
sin escuchar del alma, su consejo.

En fin, hornero! Vos, sos más constante;
las maldades, no anidan en tu pecho;
vas en procura del amor, derecho,
y a él te entregás, solísito y amante;
en cambio el hombre, busca anelante,
dispertar depravante,
la honra que duerme en su dorado lecho.

Boda campera

(Pintura: Gustavo Solari)

Canturriaba el Pampero sus endechas
enredao en los talas y espiniyos
y el poniente asulao, se festionaba
de rojo fuego, lila y amariyo.
Ansinita la tarde iba cayendo
entre los tintes de esa lus difusa,
cuando anunciando el paso de un viajero
se oyó el "chas... chararás" de la lechusa.

Yegó el paisano y sofrenó su flete
junto al foyaje de una verde liana
que por darle soltura a su tientaje
l'iba achicando el güeco a una ventana.
De ayisito salió una linda prienda
de ojos más negros, que el más negro olvido,
con el pelo partido medio a medio
como las alas de un biguá dormido.

Su manito, buscó la del amante;
él, procuró su boca color grana
y eya campió en el fondo de aquél beso
un mundo de promesas, pa'l mañana.
Ya por última ves, miró aquél rancho,
y persinó entre alegre y dolorida
y detrás de dos lágrimas matreras
un beso le tiró de despedida.

De un salto se sentó sobre las ancas
de su cómplice, el ruano coscojero,
que picó retosón, como juyendo
del cortejo nusial del teru-teru
como siñuelo asul de su destino,
y soñando despiertos contemplaron
la esperanza jugando entre el selaje
y la gloria, de pie sobre el camino.

Ocaso


I
Como un interrogante o una esfinge,
la mirada perdida
en el misterio de la gran llanura
altanero y sombrío
está el gaucho clavado
sobre el potro bravío.

La bárbara figura
se destaca atrevida
sirviéndole de marco majestuoso
el azul esplendente de la altura
y el verde de la pampa, victorioso.

-¿Dónde está mi camino
parece preguntar con la mirada;
Dónde la huella, dónde el derrotero?-
¿Es un héroe o es un loco
este altivo guerrero
de la noche de América triunfante
parado frente a frente del destino
como una esfinge o un interrogante?

-¿El pueblo que ha contado con mi brazo
me arroja de su seno como escoria
-¡Resaca de la mar, barro de río!-
Después que con mi brazo hice su historia?
Y la férrea figura
curtida de los soles el semblante
y el alma de amargura,
con gesto de amenaza
deja de ser esfinge
para ser la Sibila de su raza.

II
Odio y resignación llevo escondidos
en los hondos repliegues de mi alma
y hay rencor en mi acento
porque sufro el desprecio del hermano.
¡El mismo a quien mi aliento
en la ruda contienda
ayudó a libertar de su tirano!

En cruz los brazos, la mirada al viento,
con la actitud del fuerte
que nada busca ya, que nada espera,
porque todo lo tuvo y lo dió todo,
marchó solo y triunfante
llevando por bandera
mi dolor arrogante.
¡Mi dolor que es mi fuerza y es mi escudo,
mi dolor que es mi cumbre y es mi gloria!
¡Dolor que está en mi frente.
Grabado por el sol de la victoria!
¡Cúbranse de vergüenza
todos los que han querido
colocar bajo el taco de sus botas,
como a un Puma dormido,
el orgullo del gaucho americano!
¡Libre soy, libre he sido,
libre debo morir!...

En el desierto
se hizo débil la voz como un gemido.
¡Cerró el gaucho los ojos
y en su propio caballo quedó muerto!

(Foto: Eduardo Amorim)