jueves, 26 de noviembre de 2015

Déjeme mascar mi coca, Señor Comisario



Déjeme mascar mi coca señor comisario;
yo no soy vicioso, menos pendenciero,
soy un pobre diablo, que anda por los cerros
buscansi la vida, alla entre los cuervos.

Yo mastico coca pa olvidar las penas que matan el alma
por tantas miserias qui paso en el rancho,
yo mastico coca, pa tantiar mi suerti;
y dejar mis ojas en las apachetas de mi pachamama.

Yo masco mi coca, pa güeltiar las abras sin cansarmi tanto,
pa vencer la puna, allá sobri el alto. . .
pa vencer el sueño, cuando hago dos turnos,
dentro de las minas sacando el estaño.

Yo masco mi coca. . .
pa vencer el hambre que quema en mi pansa,
cuando ya no hay charqui. . .
cuando el mais tojrita, todito ta helado.

Yo no soy como otros qui ojos a la vista,
tan muquiando coca dentro de los bares,
yo escondo coquita, pa matar la sed,
donde ya no queda, ni gotita de agua.

Y tengo el repeto de limpiar mi boca,
pa qui no mi veigan qui yo toy coquiando,
y tengo el respeto de llevar mi coca, pal tata Coquena,
por habras heladas, donde usted, no llega, señor comisario.

Y . . . . . Cuando no tengo coquita en mi chuspa,
masco las hojitas verdes de la chachacoma,
de tolas amargas, de chilcas, charcomas,
¡pero no es lo mismo por tatito Dios, señor comisario.!

Lectio Divina



Como masca el colla
sus hojas de coca,
si el repecho es largo
y el soroche apuna;
así mesmo el monje
rumia la Palabra
pa sacarle fuerza,
consuelo y dulzura.

Pero hay que mezclarla
-diz que con cenizas-
haciendo acullico
como lo hace el runa
y luego en la boca
despacio, despacio
calentar el bollo
tragando amarguras.

Palabra y recuerdos,
mientras se hace huella,
soledad y encuentros
del monje que es cura:
y ver que a los otros
les pasa lo mesmo
que le ocurre a uno
si el camino apura.

La Lectio Divina
es como el fueguito
que encendió por dentro
la lenta lectura,
pa luego quedarse
mirando las brasas
gozando tibiezas,
con frío de alturas.

Las cosas del hombre
son cosas del Tata
desde que su Hijo
se hizo criatura;
y en este acullico
de coca y cenizas
la Lectio Divina
te anima y te cura.



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Vocabulario:

Soroche: mal de puna. Desvanecimiento producido por la altura.

Puna: Altiplano que se extiende por el norte de Argentina y el sur de Bolivia.

Apunarse: Tener el mal de puna. Soroche.

Diz que: apócope por "se dice que".

Acullico: Bollo de coca y cenizas que se va mascando lentamente y abulta por lo general un costado                  de la boca.

Runa: Hombre de la Puna.

Tironeando



Quisiera confiarme
del todo en tus manos,
quisiera dejarle
camino a la luz;
pero un viejo miedo
me trepa en el alma
y el camino muestra
de meta, una cruz.

Me nace el silencio
como una exigencia,
y viene el hermano
trayendo un dolor;
se me espanta el miedo,
renace el coraje,
y cuando se aleja
me quedo con Vos.

Y entonces de vuelta
la pregunta viene,
se instala por dentro,
me grita: -"¡Ilusión!"
"Tu camino es otro
vos sos del silencio..."
Por eso te digo:
¿qué hago, mi Dios?

Y sólo el camino
se abre en respuesta.
Camino y Silencio
que hay que seguir;
sabiendo que en cada
recodo de huella,
habrá una palabra
que hay que decir.

Silencio y Palabra
¡ahijuna la vida!
si hasta parecen
hermanos los dos;
en la misma huella
tironeando siempre,
y detrás de ellos
voy rumbiando yo.

Ser monje y ser cura
(silencio y palabra),
rumiar en silencio,
ahogando la voz.
Callar a los gritos
lo que se ha descubierto,
abriendo tranqueras
pa que pase Dios.



jueves, 19 de noviembre de 2015

Alabe al Señor la tierra (Salmo criollo: 148)

1
Canten a Dios en el cielo,
canten a Dios en la altura,
el ángel con su hermosura,
las estrellas con su brillo,
el sol, la luna, los grillos,
la noche con sus creaturas.

2
Que le cante el firmamento,
las aguas que allí se anidan,
que alaben al que las cuida
después de haberlas creado;
El una ley les ha dado
para siempre establecida.

3
Alabe al Señor la tierra,
los peces, la misma mar,
rayos, granizos y nieve,
el viento y la tempestá,
las montañas y las sierras,
monte salvaje o frutal;
el puma entre las rocas,
la oveja desde el corral,
el tero en su blando vuelo,
la iguana en el arenal.

4
Y también los que gobiernan
en esta tierra algún trozo,
las muchachas y los mozos,
los viejo y los changuitos
alaben al Dios bendito,
su Santo Nombre glorioso.

5
Su gloria y su majéstá
son inmensas como el cielo,
El es la fuerza y consuelo
del pueblo que se ha elegido,
Israel, el escogido
para habitar en su suelo.

Escuchá la voz del ruego (Salmo criollo: 27/28)



1
Te estoy llamando, Dios mío,
escuchame, por favor;
no vaya a ser tu silencio
causa de mi perdición.

2
Escuchá la voz del ruego,
el balar de tu majada,
cuando elevamos las manos
hacia tu santa morada.

3
No me mezclés con los malos
cuando elijás tus rodeos;
ellos hablan de la paz
pero su hablar no es sincero.

4
Tratalos según sus hechos,
según su mala conducta;
del árbol que él mismo planta
hacele comer la fruta.

5
No conocen tus acciones
ni las obras de tus manos;
volales, Señor, el techo,
que no vuelvan a pararlo.

6
Bendito el Dios que me escucha,
es El mi fuerza y mi escudo;
de corazón le doy gracias
pues me salvó del apuro.

7
Es fuerza para su pueblo
y el apoyo de su jefe,
bendice a los que son suyos,
los ampara y los protege.


Abandonao de Tu mano (Salmos criollos: 87/88)



1.
De día te pido ayuda,
de noche levanto el grito;
que llegue hasta Vos mi queja,
llegue hasta Vos mi alarido.
Estoy cargado de penas,
casi al borde del abismo:
me cuentan como a finao
que ya no aguanta el camino.

2.
Me espera un hoyo en la tierra
como al muerto que se ha ido,
abandonao de tu mano
en las sendas del olvido.
Ya me dan por enterrao
en las tinieblas, perdido;
me apretaste contra el brete,
me echaste encima el castigo.

3.
Se alejaron de mi lado
hasta mis mismos amigos;
igual que a una sabandija
me miran mis conocidos.
Estaquiao y sin moverme
toda la noche suspiro.
¡Jue pucha que apreta fuerte
la manea del destino!

4.
Todo el día estoy llamando
buscando manos de amigo.
¿Será que te has de acordar
cuando todo esté perdido?
¿O podrán agradecerte
los que del todo se han ido?
¿Se cuentan tus maravillas
en los pagos del olvido?

5.
Yo tengo un fueguito humilde
dentro del alma, prendido;
mientras espero que aclare
suelo pegarle un soplido.
¿Se olvida el sol de salir
cuando a la noche ha vencido?
Mirame, Señor, la angustia,
la traigo desde muy chico.

6.
La quemazón de tu incendio
mi pajonal ha invadido,
y la creciente del humo
me ahoga como en un río.
Lo mismo que una bandada
dispararon mis amigos;
y en medio de las cenizas
la soledad es mi nido.