miércoles, 29 de febrero de 2012

Indio

(Pintura: Francisco Madero Marenco)

Indio...
¿por qué miráis así
como con rabia?
Por qué me habláis así,
como con miedo?
¡Si io soy de los tuyos,
indio entero!

Cicatrices de siglos, en los lomos
te ha dejao el recuerdo
el fuete de tres colas
de los encomenderos...

Si te duelen las carnes
- a mí me duele el tiempo,-
muchos siglos de razas
me gritan en el cuerpo.

¿Por qué miráis así?...
Soy tu hermano y te quiero.
Io vivo en la ciudá,
vos en los cerros,
pero tus mismas manos,
tus mismos ojos tengo...

Sois un pariente pobre
que mira desde lejos
a los que cree felices
y no se les acerca
por miedo a ofenderlos...

Pero eso no es así... la tierra es tuya,
Sois el único dueño.

Es tuyo el maíz de América,
tuyo el valle y el cerro,
tuyos los surcos de Pachamama,
abiertos,
pa que todos, unidos,
los fecundemos...

Sois más hombre que io:
vos sois eterno,
indio de punta a punta,
pata al suelo,
cara al sol,
pecho al viento.

Vos querís a tus indias;
a las rubias las miráis con recelo.

Te defiende la raza día por día
como a mí por momentos...

Has nacido de la tierra
de la piegra y del cielo;
por eso es que sois fértil,
fuerte y güeno
y no tenís razón,
hermano, compañero,
pa mirarme con rabia
y hablar como con miedo.

Dejen que me vaya

(Pintura: Augusto Gomez Romero)

Caminito de mi tierra,
¿Di ande vengo? ¿P'ande iré?
Camino piden mis ojos,
camino quieren mis pies...

Mirao desde el fondo'el valle,
el mundo no es más que un pozo,
¿Y qué será el mundo, mama,
ande no llegan los ojos?

Adiosito, mama,
Adiós, tatitay,
me voy por la tierra,
me voy por el mar...

Dejen que me vaya,
dejen de llorar...
Si más lejos ando
más cerca hi'd'estar...

La gente que sabe, dice:
"viajar es morirse un poco".
Pero quedarme clavao
hai ser morirse del todo.

Deje que me vaya, mama.
Sin, "pa donde" ni "hasta cuando".
En la punta del camino
el cielo me está esperando...

El gaucho


Hijo de algún confín de la llanura
abierta, elemental, casi secreta,
tiraba el firme lazo que sujeta
al firme toro de cerviz oscura.

Se batió con el indio y con el godo,
murió en reyertas de baraja y taba;
dio su vida a la patria, que ignoraba,
y así perdiendo, fue perdiendo todo.

Hoy es polvo de tiempo y de planeta;
nombres no quedan, pero el nombre dura.
Fue tantos otros y hoy es una quieta
pieza que mueve la literatura.

Fue el matrero, el sargento y la partida.
Fue el que cruzó la heroica cordillera.
Fue soldado de Urquiza o de Rivera,
lo mismo da. Fue el que mató a Laprida.

Dios le queda lejos. Profesaron
la antigua fe del hierro y del coraje,
que no consiente súplicas ni gaje.
Por esa fe murieron y mataron.

En los azares de la montonera
murió por el color de una divisa;
fue el que no pidió nada, ni siquiera
la gloria, que estrépito y ceniza.

Fue el hombre gris que, oscuro en la pausada
penumbra del galpón, sueña y matea,
mientras en el Oriente ya clarea
la luz de la desierta madrugada.

Nunca dijo: Soy gaucho. Fue su suerte
no imaginar la suerte de los otros.
No menos ignorante que nosotros,
no menos solitario, entró en la muerte.

Canto al paisaje soñado



"CANTO AL PAISAJE SOÑADO", documental de Oliver Primus y Arno Oehri (©2009),
es un viaje poético hacia la singular música del
maestro argentino Eduardo Falú y es, al mismo
tiempo, un retrato personal de ese músico
excepcional. Partiendo de su relación intensa
con el paisaje del noroeste argentino, con su
amada ciudad de Salta, las extensas planicies
de la Pampa, los enormes cerros de los Andes
con sus marcadas quebradas, sus valles
fértiles y sus altiplanos desiertos, la película
sigue las estaciones de la vida y la carrera de
Falú.

Los interesados en este material pueden escribir a:

evidela@elarroyo.ch (don Paco Videla)

El viejito Salvador

(Foto del paisano don Paz Navarrete de Arrecifes)

El viejito Salvador
cuida un campo y anda solo,
picando como el chingolo
por demás madrugador.
Años junta sin temor
com'ochenta compañero:
fue pión de estancia, resero;
le quedó de tantas leguas
el tobiano con la yegua
y un perro cruza ovejero.

Abandonó la rosilla,
ni atada al sulky la usa;
pero al tobiano lo tusa
lo desvasa y desranilla.
Él supo tener tropilla
en sus tiempos de muchachos;
aura menos vivaracho,
rondador en la cocina,
pastorea unas gallinas
con unos lechones guachos.

Callao se pasa las horas
cavilando con un mate,
quién sabe qué disparates
de su juventud añora...
Hasta parece que llora
cuando se muerde las uñas,
porque el cuchillo que empuña
'ta gastadón y no corta.
Al fin a qué circo importa
un tigre que no rasguña.

Se apoya en una muleta
rengueando de la cintura,
pero hace cruces y jura
que soba guasca a maceta.
Alunau, a las gambetas
tiene un rosario infinito
de rezongos y de gritos;
suele pasarse semanas
acurrucao en la cama
a papas y huevos fritos.

Molesto bajo patrón
ni con el cura comulga,
güey solo de pocas pulgas
orejano y ariscón,
ni jubilao ni pensión
sin recibos y por chauchas,
antigua manera gaucha
apalabrando contratos
lo dejó como los gatos
al salto por una laucha.

Golondrina y siete oficios
es un criollo dende veras.
Aura mira, piensa, espera,
aburrido de otros vicios.
En su andar de sacrificios
l'última loma repecha;
al mirarlo se aprovecha
la moraleja sencilla...
"Al sembrar una semilla
de los mismo se cosecha".

Fue el primero

(Foto de don Segundo Sombra y paisanos de Areco)

El gaucho, primer patriota
que puso en marcha la historia
siendo grande en la victoria
y más grande en la derrota.
Lanza, poncho, espuela, bota
de potro como su instinto,
abrió un camino distinto
con rústicos elementos,
llevando un lazo a los tientos
y boleadoras al cinto.

Soldado en esos momentos
sin ser militar de oficio,
sin reclamar beneficios,
galones o monumentos.
Constructor de los cimientos
de una patria sin virreyes,
por no conocer más leyes
que dar sangre de sus venas;
luego aró tierras ajenas
tras una yunta de bueyes.

Después de heroico tributo
se quedó el gaucho sin nada,
por eso la tierra arada
se viste siempre de luto.
Sembró y quedó sin el fruto
que ganó desde los llanos;
fueron sacrificios vanos
y hoy en su suelo nativo
son nietos del gaucho altivo
desheredados paisanos.

Y sigue siendo el primero
en su brega desde abajo,
templando para el trabajo
como antes fuera guerrero.
Ven sus hijos el sendero
que conduce la esperanza,
hasta que un sol de enseñanza
diluya la oscura bruma
y afirmen con la pluma
lo que ayer ganó su lanza.

La guitarra de Pancho Luna



Era en San Telmo y era en el tiempo
de las carretas y del candil
que las guitarras se entreveraban
con el retumbo del tamboril.

Cuando los hombres de piel morena
corrían sus calles de norte a sud
con cicatrices de las cadenas
de tristes horas de esclavitud.

Allí Gabino tuvo su cuna,
bajo ese cielo su voz templó,
y en la guitarra de Pancho Luna
halló la luna que lo alumbró.

Mientras te canten los payadores,
"Negro Gabino", no morirás,
y la guitarra de Pancho Luna
con tu recuerdo vibrando está.

Su piel de noche por fuera sombra
era por dentro de claridad,
y aunque la historia poco lo nombra
cantaba siempre la libertad.

Cuando los pueblos lo consagraron
Gabino Ezeiza, gran payador,
tuvo hasta un circo; se lo quemaron
por idealista y luchador.

Mientras te canten los payadores,
"Negro Gabino", no morirás,
y la guitarra de Pancho Luna
con tu recuerdo vibrando está.
(Foto de Gabino Ezeiza)

El Negro Ajeno

(Pintura: Rodolfo Ramos)

Era un negro alto y delgao,
medio lampiño y bien mota,
de poncho, pero sin botas
y chiripá muy gastao.
Auténtico gaucho alzao
hecho a pampa y a sereno,
nadie sabía más o menos
ni de donde había venido,
puesto que’ra conocido
solo por “El Negro Ajeno”.

Cruzándole la cintura
tráiba y no por angelito,
un facón marcha “Chanchito”
con flores de plata pura.
Era un lujo su figura
mezclao con la polvadera,
y como si poco fuera
tráiba un mazo de barajas
y apretándole la faja
la soga de las potreras.

Tráiba aparte de tan rudo
como un honor a su raza
un par de espuelas machazas
en los garrones desnudos;
tuitos los pingos clinudos
-es decir, sus parejeros-
y aunque hilachento el apero
sin lujo, ni maraviya,
yegó arreando una tropiya
de diez rosiyos overos.

Cada vez que algún rodeo
Don Galeliano paraba,
“El Negro Ajeno” yegaba
desde los campos más feos;
su aspeto de gaucho reo
le dio una estampa pasiva
porque viva donde viva
reclamen, no lo reclamen,
yegaba, sin que lo yamen
y sin que lo echen se iba.

Por “San Francisco” se cuenta
que desde que “El Negro” anduvo
fue gaucho que siempre tuvo
con la justicia, sus cuentas.
En las campañas violentas
vivió su mundo tamaño,
hasta que’l galope huraño
de su vida peregrina
lo yevó con la neblina
del trascurrir de los años.

Malambiando!



He sido malambiador
ayá en mis tiempos de mozo,
y enancao en el retozo
de un rasguido escarciador,
con mudanzas de mi flor
me lucía zapatiando.
Y si alguno desafiando
quería contrapuntiar
¡era capaz de pasar
una noche mudanciando!

Entonces, era puestero
en la estancia de un inglés;
yo cabayos, tenía tres,
uno de’yos parejero.
Y aunque pa’ jugar dinero
siempre he sido moderao,
güenos pesos he ganao,
y dispués de la cuadrera
alguna moza pueblera
su almiración me ha entregao.

Ha sido el mejor cabayo
que yo he tenido en mi vida;
me salvó de la partida
mi güen parejero bayo
un 25 de Mayo
creo… del año ‘70
cuando me cobré una cuenta
con el cabo del talero…
por él, del estaquiadero
pude librar la osamenta.

Un día vine a ganar
corriéndole a un forastero,
y más tarde el guitarrero
un malambo entró a rasguiar,
y ya me empecé a floriar,
el paisanaje aplaudió,
y el mozo aquel que perdió
me desafió a un contrapunto;
como yo acetara, al punto
frente mío se plantó.

“-¡Contra de su parejero
mi cinto, rastra y cuchiyo!”
Contesté en en tono senciyo:
¡El flete no, compañero!
“-¿No será que’l aparcero
tiene miedo de perder…?”
Yo sentí la sangre arder,
emprincipié a escobiyar
y entramos a mudanciar
cuasi hasta el amanecer.

Una mudanza sin par
con un esfuerzo machazo
con la pata ‘el lao del lazo
se la conseguí sacar,
pero del lao de montar
el caldo se jue’spesando,
me pialé, y trastaviyando
no la pude devolver…
ansí el flete jui a perder
¡y lo perdí malambiando!

Un amigo acidentao


Ayer embozalé’l ruano
mientra’silbaba bajito,
ensiyé y salí al tranquito
pa’ visitar a un paisano.
Güen amigo campechano
y por oficio, soguero,
no lo vía dende’nero,
un lazo le había encargao;
pa’ ver si lo ha terminao
me jui a lo del aparcero.

Cuando a su rancho yegué
desmonté junto al corral
en donde había un bagual
de pelaje pangaré.
Medio un poco me’strañé
no verlo bajo el alero
maceteando algún cuero
como yo lo sabía ver,
cuando salió su mujer
espantando al ovejero.

Dispués de haber saludao
y de invitarme a pasar
me dijo: “-Él ya va’estar
(se’ncontraba ricostao),
¿no sabe lo que ha pasao?”
prieguntó media’sombrada,
contesté no saber nada
cuando un mate recibía
y mi amigo aparecía
con media cara vendada.

-Pero amigo: ¿qué ha pasao?
enseguida priegunté
-Ese potro pangaré
en el ojo me ha pateao.
-¡¿Y... cómo se ha descuidao?!
-La verdá que no sé nada,
me dismayó la patada,
sólo sé que tuve suerte
porque’sta güelta la muerte
me tiró una’tropeyada.

Ató el sulki mi mujer
y me yevó pa’l poblao,
yo diba disesperao
porque no podía ver.
Y cuando eya jue a’tender
al crío, hacerlo mamar,
áhi cuenta se vino a dar
del susto que se pegó
la leche se retiró
ya no pudo amantar.

Al potriyo iba’mansar
por encargo de un pueblero,
sabe que a más de soguero
tamién me gusta domar.
Y me vengo a’cidentar...!
Su lazo a medio torcer
está, y cuando pueda ver
pa’ trabajar, lo termino.
Disculpe si al cuete vino
¡no se lo he podido hacer!

Aunqu’él quería rechazar
el trabajo le pagué
adelantao, porque sé
lo que’s en la mala’ndar.
Más no lo pude ayudar
porque tampoco acetó,
no quise ofenderlo yo
insistiendo dimasiao.
¡Y así me marché apenao
por esto que le pasó!

Reminiscencias

(Foto del Río Colorado)
Qué tendrán los barrancales,
los matorros, los tomillos,
los sauces sobre el valle
y el paso lento del río.
Oh!... mi Río Colorado,
pago viejo en que he nacido;
cuando me miro en el tiempo,
a pesar de los amigos
me veo que voy por la vida
sin más pago que el camino.

Por qué se quedará con uno
como un amor sin olvido,
los ojos de la querencia
y el arrebol del principio.
Podrán pasar muchos años
del tiempo en que uno fue chico,
pero el que quiere a su tierra
con la pureza de un niño,
la lleva sin darse cuenta
como el recuerdo más lindo.

Podrá un hombre no tener
ni rancho, plata, ni pingo,
y a veces ni la alegría
de que lo acaricie un hijo;
pero si guarda el recuerdo
del cielo donde ha nacido
podrá en la noche más triste
sonreir para sí mismo
sin el temor que ya nadie
pueda quitarle ese hito.

Yo nací en campos fiscales,
tierra libre de los indios,
aunque dicen muchos de ellos
que uno es de la tierra niño.
Según mi madre y mi padre,
que sin juez se habían unido,
me asistió una pampa vieja
mezcla de madre y amigo
que nunca pasó la cuenta
para cobrar sus servicios.

Yo conocí muchas de esas
parteras pero sin libro,
y yo las respeto porque
un poco por ellas vivo;
gracias a toda esa gente
que sin medalla de Cristo,
más de una vez a caballo
galopearon los caminos
para ayudarle a otra madre
que andaba por tener un hijo.

Una forma, una costumbre,
de una gente sin olvido
que nacieron y vivieron
sobre los campos del fisco,
pero que ni bien entraba
usted a tal rancho barcino:
-"¿No quiere churrasquiar algo?"
le preguntaban sencillo,
como un deber sacrosanto
de darle a la sangre abrigo.

¿Por qué se habrán alambrado
los campos de siete hilos?,
¿será pa'que cante el viento
o pa'encerrar los relinchos?
Los baguales ya se han muerto
de sed sobre los tomillos;
y a nosotros los paisanos,
mesmo que al gaucho y al indio,
ya no nos queda nadita;
el derecho ha sucumbido.

Han cambiao poco las reglas
pa'mejorar el destino
de los pueblos que aquí habitan,
sobre la tierra en que piso.
La política es la misma
casi la de cuatro siglos,
que el dinero compra todo,
que el grande lo come al chico;
y están los siervos de oro
con los sesos corrompidos.

Si la civilización
permite al capitalismo
sacarle la tierra a un pobre
como algo justo y preciso;
si todo eso es el progreso
que el país tiene en sus libros,
nadie me hable de derechos
por más que grite un caudillo,
porque entiendo que pa'l hombre
todito eso es negativo.

Hay leguas, leguas de campo
con cañadones vacíos
donde podrían haber vacas,
ovejas, yeguas, novillos
o alguna quinta, mi hermano,
como algo más primitivo
pa'que la carne y el pan,
por lo menos si es preciso,
fuera un poco más barato
en el país que les pinto.

Yo no sé; cuando me muera
tendrá que llevarme Cristo,
porque yo no tengo un metro
de tierra donde he nacido,
adonde quiera que paro
tengo que pedir permiso.
Ajenas son las campañas
que sin darme cuenta miro,
como es ajeno el sendero
que diariamente trajino.

Entonces con qué derecho
podrán hablarme los finos,
¿o acaso no he trabajado
para ganarme lo mío?
Pregunten por las estancias;
debo estar en los archvos
de cuando cobré algún sueldo
después de firmar el libro,
o en algún papel que dice
"Por la doma de diez pingos".

Adiós, terruño que quiero,
rinconcinto sin olvido,
donde he colgado la infancia
entre sauce y tamariscos.
Adiós pampa, adiós cañadas
cubiertas de alfilerillo;
pero si sus propios hijos
fueron muertos y corridos,
justo es que a los entendaos
sólo nos quede el abismo.

No importa, nos queda el viento
nos queda el sol y sus brillos.
Uno nos refresca el alma,
el otro nos da su abrigo.
No hay que perder la esperanza
de lograr el equilibrio
que tanta falta nos hace
para un futuro distinto;
pero ahora les digo adiós,
me está esperando el camino.
(Foto del payador: Saúl Huenchul)

martes, 28 de febrero de 2012

Caballos criollos


Tengo un pingo yaguané
con toda una lista blanca,
desde la cruz hasta el anca,
y yo mismo lo amancé.
Un picaso, un pangaré,
un doradillo y un moro,
un colorao sangre'e toro
ques un lujo cuando trota,
un zainito medias botas
y un alazán cola de oro.

Tengo un palomo, un pintao,
hay un gateao, un overo,
un zaino zarco ligero
pa correr en cualquier lao,
un bayo, un entrepelao,
también un rosillo, un ruano,
que pa nadar son baquianos,
como un bayito candial,
con botas con delantal
que compré a un indio araucano.

También tengo un rabicano,
y un lindo zaino bragao,
hay un tordillo plateao,
un pico blanco, un tobiano,
que pa'lazo es muy baquiano,
lo mismo que un azulejo
que pa'l ñandú es muy parejo,
como en aparte o carreras,
hay un fajao mano overa
y un oscuro lunarejo.

También la yegüa madrina,
es una pampa manchada,
que ni con tiza marcada,
la pintaran tan divina.
Clinas negras, cola fina,
tiene un bayo anca nevada
y era su fama mentada
en cualquier parte que fuera,
ganó más de cien carreras
que tuvo depositadas.

Lamento gaucho


¿Dónde están? ¿Dónde se han ido
todas mis gauchas grandezas?
El rancho entre malezas
¡parece un desierto nido!

Y hasta en los mismos tapiales
el viento al pasar se queja,
y dentro de mi alma deja,
recuerdos tradicionales...!

Crece el sembrado, y la brega
del músculo todo asombra;
y flota como una sombra
el alma de Santos Vega.

Las pajas de nuestro alero
los vientos las dispersaron;
y, a la pucha! dispararon
las dichas que en mí vivieron.

Yo no tengo en mi derrumbe,
ni en la pena que me aflige,
ni un rancho que me cobije,
ni una vela que me alumbre.

Ya el nido de los zorzales
lo habitan ciertos caranchos...
¡Alrededor de los ranchos
crecieron los pastizales!

Pero mientras haya vida
en nuestra pampa bizarra,
no morirá la guitarra,
ni nuestra canción sentida.

El rastriador

(Pintura: Eleodoro Marenco)

Tipo sumamente vivo
de penetrante mirada,
que sigue por la pisada
el rastro de un fugitivo.

Inteligente y activo
siempre el tiempo lo corona
y sin distinción de zona
cuando se quiere lucir,
es muy capaz de seguir
al mesmo diablo en persona.

¿Ande llegará el matrero
que por sus hehos descueya
sin que siguiendo la güeya
no dé con su paradero?

Podrá cualquier bandolero
salir lo mesmo que chumbo,
a él ni meya le hace el tumbo
porque en su sabiduría,
no hay maña ni picardía
que le haga perder el rumbo.

Paisano de alma sincera
a quien la naturaleza,
sin orgullo ni riqueza
le dio esa ciencia casera.

Criao entre gente campera
sin pretensión de caudillo
valiente, noble y sencillo
a naides niega su mano,
y es, como todo paisano,
más servicial que cuchillo.

Paria que cruza el desierto
sin más amparo que el cielo,
y que va, liendo en el suelo,
al igual que un libro abierto.

Generoso, franco, experto,
astuto, travieso y fino,
a quien no asusta el destino
ni el rebenque del rigor
así es nuestro rastriador;
así es el gaucho argentino.

La cautiva

(Pintura: Juan Blanes)

Tronaron amenazas; estremecióse el llano
bajo el recio galope de la iracunda hueste,
y los mejor templados temblaron por la suerte
que tocaría a la esposa del coronel hispano.

En raciales rencores, se crisparon las manos
ensayando estrujones en las empuñaduras
y las mentes forjaron espantosas torturas
para vengar la afrenta del indio temerario.

Primitiva tonada lo endilgó en la marcha
y avanzaron feroces, con las armas tendidas,
hasta un claro del bosque en tálamo agreste,

la hermosa castellana, por dos veces cautiva,
la cabeza inclinaba..., dulcemente dormida
sobre el pecho taurino del guerrero tehuelche.

El poncho

(Pintura: Palliere)

Protector cariñoso de los requiebros
donde volcaron mieles los labios gauchos
cuando el sol enfermizo de los inviernos
tiritando de frío se entró a los ranchos.

Poncho que en las finales del entrevero,
bajo las margaritas de los ocasos,
te hiciste carpa y lecho del montonero
que se fue de la vida, ¡por diez lanzazos!

Y velo pudoroso de la cautiva,
que en la grupa nerviosa de los corceles,
protegió desnudeces alabastinas
contra el ojo lascivo de los Catrieles.

Y cual tronco de amores fue tu bayeta
sobre el anca lustrosa de los baguales
donde con alegrías de panderetas
cantaban almidones en los percales.

En la suerte obligada de los reseros
remedaste a la capa de las cuadrillas,
cuando el valor hacía de arte torero
y oficiaban las dagas de banderillas.

¿Qué se hizo de tu malla, áspera y recia,
do sus garras mellaron fríos y pumas?
¡Oh!, matra pampa, gastada y vieja,
ya ni resistir puedes una garúa.

Eres el simbolismo de nuestra raza;
y ya que de su infancia fuiste la cuna,
¡entiérrate con ella, mortaja gaucha
y en el olvido aguarda tu sepultura!

El lazo

(Foto: Pedro Luis Raota)


Tendón nativo, vigorosa urdimbre
que fuiste en otro tiempo
sintética expresión de aquella estirpe
trenzada a puro nervio,
¿por qué en rincón de miserable rancho
dormitas tu silencio?
¿Por qué acurrucas tu pasado heroico
y te arrollas de miedo...?
¿Y por qué en un cimbrón de valentías
no gritas con tu lengua de ocho tientos?:

"Yo, en las planicies que el Acay festona
y fecunda el Bermejo,
me tendí de un cañón a una asidera
para hacerle muralla al extranjero;
y yo fui el receptor donde volcara
su voz potente el adalid norteño
y conduje hasta el alma de sus gauchos
la vibración de aquél mandato homérico:
¡por la patria y por Salta, mis muchachos,
de frente... a la carga y a degüello!

"Yo recogí en mi fibra estremecida
la postrera caricia de un aliento,
cuando el rejón de la invasora lanza
encontró el corazón de un guerrillero;
y fui yo quien forzando un equilibrio
breves instantes lo hamaqué en mi cuerpo,
para hacer suponer al enemigo
que aún podía luchar, ¡que no había muerto!

"Entre las rudas manos del Tirano,
fui lujo, fui destreza, fui energía;
y bajo su comando,
con "yapa", de "revés", "por sobre el lomo",
hice morder el polvo
a la res más indómita y bravía;
y fue en la desolada "travesía"
que de la muerte me interpuse al paso,
anulando al jaguar que pretendía
ganarse el crimen de Barranca Yaco.

"Y en los romances del pasado criollo
fui severo recuadro
a la morocha de los lindos ojos,
que encendía a piropos y plena de ternezas
sobre mi trenza recostó sus trenzas
y lloró de placer entre mis rollos.

"¡No me avergüenzo de mi estirpe gaucha,
no por este abandono me avergüenzo,
que si llego a chasquir, la paisanada
capaz fuera de ahogar entre mi armada
los propios alaridos del Progreso.
(Pero un delito de mi pasado guarda...
y de este mal momento
me abruman los recuerdos:
¡yo cometí una infamia,
yo, en la región que el Ucayali baña...
de Tupac Amarú... ¡rompí los nervios!).

"¡Total!..."

(Foto: "Ñacaniná" -Hydrodynastes gigas-por Hernán Povedano)



Pelié otra güelta y otra ves por guapo,
estaquiao la lus'e las estreyas
aguanté del Alcald'este chubasco:
- "No debés'e peliar; no es a cuchiyo;
que se salva un cristiano del infierno;
vos que tenés mujer, hijos y rancho,
sé honrao, trabajador, confiao y güeno
y ande haigás de morir, verá qu'el sielo
tiene cubijas pa'los hombre gauchos".

-Y mi achiqué pa'siempre po'el consejo
y l'hise un ñudo potriador al guapo;
per'hoy al aclariar salí pa'l campo
p'atracar las lecheras
y vid'en la primera viscachera
a un "ñacaniná" tragando a un sapo.

Y oservé cómo el infelís cuerudo,
que también tendría hijos, cueva y hembra,
se dejaba morir, porqu'es al ñudo
el pretender gritar cuando s'es mudo
o el peliar sin ponsoñ'a las culebras.

Y po'eso es qu'aura me prigunto:
¿cómo hay qui haser p'haser la vida güena?
y mi mesma inoransia me risponde:
¡Si no peliás, hermano, alguien te come
y si peliás... alguno te condena!

(Las dos últimas fotos son de Diego Meneghelli)

No voy pa' Güenos Aire

(Pintura: Eleodoro Marenco)

No se gast'en palabras, capatás; ¡es al ñudo!
m'he apotrao esta ves.
Si es qu'estorbo en l'estancia, p'otro lao haré quincha,
pero a mí a Güenos Aire no me yevan ni a sincha;
¡qué canejo! y ¿pá qué?

¿Qui aquí vivo a lo gaucho, desgreñao y rotoso
y hasta susio.., que yo,
no h'encontrao un amigo que las horas m'endulse?
¡y a mí qué! Si po'adentro, hay malambo de luses,
y hast'alguna cansión.

¿Qu'es lomo del sólo mancarrón, que mi ayuda,
como filo'e puñal?
¿Qui a las jergas y bolsas que me sirven di apero
ni en las noches d'invierno se le atracan los perro
de puro asco? ¡velay!

¿Qu'en el catre lunanco ande tiendo los güesos
hay un cuero gritón?
¿Qui a los sepa- cabayo les resonga en el óido,
qui ayer jué cojiniyo, puerta'e rancho, ¡hasta toldo!
y hoy cubija y colchón?

¿Que no tengo mi poncho? ¿y qu'el mango'e mi daga
es di un aspa de guay?
¿Y qui ayá en Güenos Aire no mi hará falta nada?
¿Que mis tíos son ricos, que me deje'e pavadas
y estaré como un rái?

¿El porqué de mi empaque? ái lo tiene serquita;
cuanti mire p'atrás;
que ni ayá en Güenos Aire, ni en la mesma Argentina,
capatás, unos ojos... ¡unos ojos ansina!
¡no s'encuentra, caray!

lunes, 27 de febrero de 2012

El chasqui

(Pintura: Eleodoro Marenco)


-¡Su lisensia! vengo'e chasque.
-¡Avance, cabo Carballo!
-Dis'el teniente primero
qui hoy tuvimos entrevero
y qu'hemos ganao di un saque.

Asomó el "poncho'e los pobres"
y clavamos la bandera
y ái ventajiamos, señor
porque pa'eyos hubo un sol
y pa'nosotros ¡dos soles!

¡Y jué linda la trensada!
si hasta los mesmos baguales
ande vosiaba el clarín,
echaban p'atrás la clin
po'darle cuerpo a las balas.

Los contrarios van juyendo
seguidos po'el escuadrón.
-¿Muchas bajas? - De los nuestros
váint'heridos y dies d'éstos
deben d'estarse muriendo...

Mi olvidaba; además d'eso
al sargento'e los lanseros
a l'altura'e la jineta,
se li han ganao hasta el güeso.

-¿Y no hay más bajas, Carballo?
-Denguna, mi capitán;
porque mi hermano mayor,
va siguiendo al escuadrón,
va muerto... ¡pero a cabayo!

Día de fiesta

viernes, 24 de febrero de 2012

La milica


Al Cnel.D. Juan Carlos Walther

La vida en aquél desierto
se la regalo a cualquiera.
Sólo me ataban mi número
y un amor de fortinera.

Han de creer lo que les digo,
como que soy Juan Garcés;
porque fui del "Tres de Fierro".
Así es, señores... Del "Tres"...

Apretados nos tenían
los indios en más de un caso.
Pero allí, el que no era toro
se mostraba por torazo.

De los hombres ni que hablar:
los garantizo sin fallas.
Pero también las muchachas
demostraron sus agallas.

Me acuerdo de una -tan brava-,
por lo mucho que me quiso:
era un milico con faldas
la Domitila Carrizo.

Morochona, de ojos grandes
y de nobles sentimientos.
La cara, por descontado,
curtida por esos vientos.

Mis cacharpas de soldado
me conservaba limpitas.
A veces nos regalaba
un fuentón de tortas fritas.

Me la lancearon un día
en uno de esos engorros.
Se durmió entre las arenas
y me dejó dos cachorros.

¿Qué iban a hacer, pobrecitos,
criados a tanto rigor?
Seguir la suerte del padre,
Juan Garcés, un servidor.

¿Y la Melitona Cejas?
¿Y la Dolores Galván?
Tigras supieron mostrarse.
No sé si recordarán...

¿Y esa trigueña donosa,
la Bienvenida Cabrera?
Bien la pudiera tener
por la flor de la frontera.

Muchachas: todo lo dieron
sin pedirnos nunca nada,
seguidoras y animosas
en los tiempos de la indiada.

Las estoy viendo amasar,
en esas horas ingratas,
o haciendo caldo de piche
en la ollita de tres patas.

O bien lavando, o zurciendo,
o curándonos, tal vez,
consolando con esmero
tanto olvido o estrechez.

Si alguna revolución
nos llamaba a los confines,
solitas sabían quedarse
a cargo de los fortines.

¡Cuántas tuvieron por pago
la injusticia más completa!
También es cierto que algunas
se ganaron la jineta.

A no pocas las he visto
-¡Dios mío, barbaridad!-,
ya dominados los indios,
mendigando en la ciudad.

No sé quién reparte méritos
ni quién escribe la historia.
Ni pizca les ha tocado
de aquello que llaman gloria.

Pero yo se le concedo,
ni tan grande ni tan chica.
Aquí les voy entregando
los versos de la milica.

jueves, 23 de febrero de 2012

Y Juan le dijo que no...

(Pintura: Gustavo Solari)


Rosita la chacarera,
moza lindaza y ladina.
llevó a Juan a la cocina
pa’ hablar de la chancha overa.
Una noche oscura y fiera
junto al fogón lo sentó
y ahí nomás le pregunto
mientras hacia sus quehaceres,
si pensaba en las mujeres
…y Juan le dijo que no.

Otra noche que llovía
del fogoncito al calor
se le quejó de un dolor
que en la paleta tenia.
Le dijo si no sabía
dar ventosas y sonrío,
entonces se arremangó
la bata limpita y clara
para que Juan la curara
...y Juan le dijo que no.

La otra tarde en los maizales
las enaguas le mostraba,
Juan avergonzao miraba
pa’l el lao de los animales.
“Qué pago pa’ ver baguales”
le dijo y se encocoró,
pero entonces le arrimó
sus labios frescos y rojos
y Juan bajando los ojos,
no dijo ni si…, ni no...


El gaucho Alejo



-Volvió al rancho donde vive
muy borracho el gaucho Alejo.
Y al asomarse en el aljibe,
vio en el agua, su reflejo.

-Creyendo que era otro gaucho
preguntó: Quién se cayó?
Y desde el fondo del pozo
repercutió el eco: -YOOOOOO...

-¿Y qué buscás comadreja
con esa cara de oveja
que se perdió en el rebaño?
-BAÑOOOOO....

-No te me hagas el gracioso
y contestame curioso:
¿Qué hacés en el fondo husmeando?
-MEANDOOOOOO....

-¡Pucha! Que le erraste feo,
te equivocaste de agujero
¿Qué buscai? ¿Un inodoro?
-OROOOOOOOO....

-Ahhh, caiste por ambicioso
y para sacarte del pozo
voy a buscar mi caballo.
-BAYOOOOO....

-No es bayo, es un alazán
corre como un huracán
y su pelaje resalta.
-SALTAAAAAAA....

-Saltaré para agarrarte
y cuando empiece a apretarte
con mi furia no respondo.
-HONDOOOOO....

-Sea hondo, sea profundo
despedite de este mundo
que te ataco por asalto.
-ALTOOOOOOOO...

-Qué pasa? Te agarró miedo,
te metiste en un enriedo,
o una cosa parecida?
-SIDAAAAA.....

-Virgencita milagrosa
si tiene la peste rosa
no creo que me convenga.
-VENGAAAAAAA....

-No gracias! Y no es por cobarde
pero se está haciendo tarde
y me llama la Dominga.
-MINGAAAA.....

-Es la verdad del asunto
y ahora yo te pregunto:
¿Quién empezó esta disputa? -....

¿Que quién empezó esta disputa!!!
.....................
Y le siguió preguntando
y el pozo se quedó callado,
Porque será un pozo humilde
pero era un pozo educado.

Chin-pum
............

¡Puta!

Domingo pampeano (huella)


Asujeté mi pingo
bajo un aromo
y le saqué los cueros
del sobre el lomo.

Los bastos, cojinillo,
sobre su tallo
y lo até de un gajito
al manso bayo.

Amarillos racimos,
bien florecidos,
perfumaban el aire
de aquél domingo.

Allí bajo el aromo
hace ya un tiempo,
se me ganó la pampa
por todo el pecho.

Lindo es sentirse dueño
del campo abierto,
con los pájaros libres
del pensamiento.

Cantaban los horneros
frente al camino
en la horqueta de un sauce
junto a su nido.

Pechitos colorados
subían al cielo,
y desgranando un canto
volcaban vuelo.

Y mirando una loma,
tejía en fino,
una huella y recuerdo
de mi Ameghino.

Ese es mi pueblo y digo:
allí he nacido,
aunque me encuentre lejos
nunca lo olvido.
...............
Lindo es sentirse dueño
del campo abierto,
con los pájaros libres
del pensamiento.

Los redomones (cifra)

Telera de mi alma

(Foto perteneciente a Camila "Ñemife" Agrelo, artista y telera. Hija del autor de esta letra que ojalá, don Claudio: se recupere pronto!)


Telera de mi vida, haceme una matra
O tal vez un poncho; no!! Mejor una faja
Y ataré en mi cintura mi pasión paisana
La de los ancestros; esos de alma gaucha.
Viajare en el tiempo; iré a las quebradas
Y de la mejor madera; te traeré una pala.
Con varillas de oro de las sierras bayas,
Te armare un telar, como el de los pampas.
Por los hilos… bajaré una luna
De todas; (la nueva) Que es marfil y plata
Y con sangre de ceibo, listas escarlatas
Formaras las guardas de mi hermosa faja.
Cuando este tendida, lista a trabajarla,
Los lisos serán, cuerdas de guitarra.
Tirante la urdimbre como pentagrama,
Porque cuando tejes ¡ los telares cantan !
Cuando me la ate; ya no va a hacer falta
Que luzca mi cinto, monedas, ni rastra
Ira mi cuchillo: víbora encantada
Con la vuelta y media, pa cuidar la vaina…

Solo con tus manos estaré tranquilo…
De sentir la tierra…
Tejida en mi alma.

Ciencia gaucha

(Pintura: Tito Saubidet)

La ciencia de un domador
quiero pintarle este día
que hasta hace poco lucía
puñal, rastra y tirador,
fue en un tiempo superior
en el ambiente paisano
y como es de buena mano
pa’ que ninguno se asombre,
ya mesmo les doy el nombre:
lo llaman “El Rubio” Urbano.

Allá por Olavarría
donde acredita sus mentas,
cuando pasó los setenta
lo vi domando entuavía.
Hoy que la vejez porfía
en apartarlo del llano
tendría que ser Urbano
-por su ciencia y valor-
¡jubilao de domador
como Angelito Moyano!

Dicen que Eduardo Bilbao
que ya ha desaparecido
-domador reconocido
y entablador muy mentao-,
al “Rubio” lo ha respetao
como al indio y su coraje;
dicen que a potros salvajes
que no conocían bozales,
los sacó medio baguales
y los domaba de un viaje.

¡Malhaya! y pueda domar
aunque sea con engaños,
la tropilla de los años
tan difícil de entablar.
Yo lo quisiera igualar,
mantener su ciencia viva,
pero hay un refrán que estriba
-dijo Hernández sin recelo-
“el que no nació pa’l cielo
de balde es que mire arriba”.

De a poco se va perdiendo
la ciencia del domador
que en un tiempo superior
se iba al lomo sacudiendo;
pero no hay razón, sabiendo
que en la madrina puntera
-sin manea y sin coyera-
desde el llano hasta los Andes
se va a perder lo más grande
en toda ciencia campera.

Por eso cuando se aleja
un domador como Urbano,
como Bilbao o Moyano
se acorta más la madeja;
gente criolla tan pareja
que anduvo en tantos caminos,
será triste, me imagino,
como el auyido de un perro
cuando no suene el cencerro
en los campos argentinos.

Orgullo de domador


Me anotició “el patrocinto”
con pretensiones de gallo
que no quiere más caballos,
por eso me pega el grito;
es el hijo ‘e Gorosito
que me escribe en la ocasión
diciéndome: “Don Zenón,
deje nomás el que ensilla
y apróntemé la tropilla
que estos días va un camión”.

Con respeto a los baguales
está cambiando la cosa
-le decía a Juan Tolosa
el viejo Zenón Rosales-,
están sobrando bozales,
lazos, maneas, rebenques,
a más de viejo y enclenque
hoy me siento más vencido
al ver que un yuyal tupido
está tapando el palenque.

Fíjesé aquel zaino overo
entuavía sin colmillo,
lo mesmo que el doradillo
es redomón, aparcero;
jue pucha los herederos
tan modernisao, caracho,
no piensan estos muchachos
igual que el finao su tata
que ha despreciao mucha plata
por no mandarlos al tacho.

Por eso amigo Tolosa
si no queda un redomón
la amistá con el patrón
se ha puesto muy espinosa;
allá en el Boliche ‘e Rosa
que está por la calle vieja,
ya que el tiempo nos aleja
lo mesmo que a Cruz y Fierro,
allí me deja el cencerro
de la madrina azuleja.

Allá en el campo de Altabe
está Serapio Almirón,
un capataz muy gauchón
y es capaz que me aconchabe;
tengo más años, ya sabe,
que plata en el tirador,
y aunque no tengo el valor
de mozo cuando era juerte
conservaré hasta la muerte
mi orgullo de domador…

miércoles, 22 de febrero de 2012

Changa noble (Mazurca)


Pingo cartonero que todas las tardes pasás por mi casa
buscando el resuello en el tironeo de las riendas largas,
caballito viejo que tirás el carro lleno de esperanzas,
el cartón no pesa pero tantas horas te cansan el alma.

Caballito viejo que te echás un sueño entre carga y carga
soñás con la suerte que tendrá tu hermano salvaje en la pampa;
caballito flaco que en tus costillares la miseria atrapa
si hasta la pechera se clavó en tu pecho y te abre una llaga.

Nadie te acaricia, parecés de bronce clavao en las varas,
parece mentira: llevás el desprecio de la raza humana;
y tomando el agua con el freno puesto en alguna sanja
son tragos amargos del peón tan noble que espera y que calla.

Y si yo pudiera cortar la lomera, desprender las varas
soñar mis hermanos, juntos con los tuyos, en una patriada;
alazán overo, tobiano pintado, zaino malacara,
cualquiera es tu pelo y al no tener dueño cualquiera es tu marca.

Vos sos el ejemplo del trabajo duro, de fiel camarada,
el destino errante de aquél bagabundo que busca distancias;
pechera de bolsa, yugiyo errumbrado, lomera y retranca
ranillas clinudas del tuse volcado, cintas coloradas.

Y la noche espera escuchar tus cascos, armoniosa marcha,
un relincho corto,troteando p'al rancho que anuncia llegada:
"¡Hierros viejos compro, botellas vacías!", le gritó la changa
te fuiste tirando pero tu recuerdo se quedó en mi alma.

Ramos Generales

(Pintura: Rodolfo Ramos)

Al notable Rodolfo Ramos

Del pueblo cuasi a un costao
ansí tal cual lo rilato,
está la esquina “El Barato”,
un almacén muy nombrao.
¿Quién su palenque no ha usao
p’atar una vez, siquiera…?
Ya que la gente campera
al dir a gastar sus riales
en los “Ramos Generales”
se anoticia de’ndeveras.

Van gritando los ladriyos
de su amplia costrución
que anque años tiene un montón
no se le apocan los briyos.
Unos palenques senciyos
sobre’l costao de la caye
muestran en lujo y detaye
los aperos más gauchones
en pingos y redomones
del paisano que ayí raye.

Al final del edificio
que motiva ésta cuestión,
de chapa hay un gran portón
que’s pa’l carro de servicio.
Ayí está el patio, propicio
por su sombra, pa’l verano,
ande se nota la mano
de quien -por tenerlo lindo-
con escoba ‘e tamarindo
lo deja aseao de temprano.

Y la gente ‘e la campaña
se surte y aprovisiona
en esa esquina gauchona
ande el pedido no estraña:
áhi se compra una guadaña,
sarnífugo y alpargatas,
una bolsa de batatas,
algún porrón de giñiebra,
tabaco del negro en hebra
o grasa pa’ carro y chata.

Si se ofrece: caramelos
pa’ los gurise’ o las damas,
y telas de ricas tramas
o variedá de pañuelos;
rejas, pa’ tayar los suelos,
pizones, barretas, palas;
ni falta una caja ‘e balas
ni ponchos tampoco faltan,
¡y en los estantes resaltan
las bebidas más bagualas!

Y del negocio en la puerta
-siempre el palenque rodiando-
¡que hay camperos conviersando
es una cosa muy cierta!
Y estando la casa abierta
no falta alguno en la entrada
ni esa vecina aplicada
que yega, por un si acaso,
a vender -canasta al brazo-
la muy sabrosa empanada.

Hay dos que al tranco pausao
van buscando el derrotero
y otro, menta el parejero
que trái de tiro, tapao.
Y no falta el perro echao
que al sol, le’squiva los males
buscando ‘e los animales
la sombra que le da amparo.
¡Qué hay de todo y nada es raro
en los “Ramos Generales”!

(1/03/1988)

martes, 21 de febrero de 2012

La yerra

(Pintura: "Apartando", de Ángel Della Valle)

1
Jué en el bajo grande de los Tapalquenes
ande acorralamos la hacienda baguala.
Trujimos vacunos dende los caldenes
hasta ande comienzan los montes de tala.

Redondel de leguas, entre fachinales,
sáis días por junto duró la batida.
Ciegos de la rabia cáiban animales
que enantes juyeran de otra recogida.

Pa’ hacer el encierro no jué cosa ‘e juego.
Yo no mezquinaba mi caballo moro:
-¡Chuá já já la vaca de ojos como juego!
-¡Chuá já já el torito de las aspas de oro!..

Y diban dentrando por la empalizada
y se arrempujaban en los remolinos,
vaquillonas hoscas de guampa afilada,
vacas yaguanesas y toros barcinos.
(Pintura: Carlos Montefusco)


2
De vaca baguala, chúcaro ternero.
Cuernos despuntados, en guay siñuelero.
Blanquiando de espumas cuerpiaba mi moro
cuando lo embestían las aspas de un toro.

A poncho y rebenque y haciendo gambetas,
yo ispiaba a una moza de entre las carretas
que habían desuñido la mesma mañana
trayendo pa’l pago gente padentrana.

3
Ah, tiempos! Se vían la mar de jinetes
que cáiban luciendo los pingos mejores.
Puertiaron; y agatas largamos los fletes,
ya empezó el floreo de los pialadores.

(Foto: Daniel Sempé)


Yo gané güen sitio contra la tranquera
pa’ estar al acecho de los orejanos.
Cimbraba mi lazo cada puerta ajuera
y se diba fijo de sobre las manos.

Toros con las guampas como dos pilares,
las puntas hincudas igual que alfileres,
¡rodaban, el ruido de los costillares!
Y se óiban, nerviosas, ráirse las mujeres.

Sobre una carreta tában los mirones.
¡Era ‘e ver los gritos, dispués las risadas,
cuando un novillo hosco topó unas caronas
ande en una trebe fráian empanadas!

(Pintura: Eleodoro Marenco)
4

Anque con el lazo todo hecho un ovillo,
por sobre del lomo lo pialé a un novillo.
¡Pueblerita linda de ojos dentradores!
Por ella mi lazo tramaba primores.

¡Bienaiga el ricuerdo de aquel pial lucido
que penas y tiempos no han dao al olvido!
¡Bienaiga la gloria de aquella mirada
que hasta en las entrañas me dejó clavada!

5
(Dibujo: Eleodoro Marenco)


Jué una yerra grande! El vacaje a veces
por ganar la puerta se golpiaba ciego.
Olor a chamusco se alzaba ‘e las reses
cuando les plantaban la marca de juego.

¡Cuidao. Al largarlas, con el chaguarazo!
¡Era una chacota pa’ la paisanada!...
Anque bien güenona la gente de lazo,
sol a sol, sin tregua, duró la pialada.

¡Mi acuerdo esa noche! Cansao y a deshoras
rumbié pa’l arroyo sin gana ninguna;
me envolví en las pilchas, entre unas totoras,
y vide en silencio despuntar la luna.

Siguro lidiando por una ternera,
llegaban bramidos de dos cimarrones:
chairaban las aspas en el campu ajuera
y se óiba el retumbo por los cañadones.
6
Cosas que suceden! Dispués de esa yerra,
anduve los años rodando la tierra
y juese de noche, juese en la mañana,
vía aquellos ojos de la padentrana.

Visité otros pagos, busqué otros placeres,
anduve en amores con otras mujeres,
mas no hallé en ninguna mirar tan extraño.
¡dejuro que adrede jué que me hizo daño!...

(Foto: Ramiro Terán)

lunes, 20 de febrero de 2012

El fogón de los arrieros


Quise armar un fogón allá en la sierra
en mis lejanos pagos jachalleros,
que llamara, cordial, a los arrieros
de todas las distancias de mi tierra.

Un fogón que llamara a los andantes
de todos los caminos y las razas,
a juntarse al calor de nuestras brasas,
a conversar de cosas trashumantes . . .

Y tuve suerte en la intención aquella.
A las cumbres más altas de mis cerros
llegaron con su canto de cencerros
desde todos los rumbos de la estrella.

Llegaron a mis pagos jachalleros
los del norte selvático y huraño,
y los del llano Sur, dé casi extraño
rostro grisau de lluvias y pamperos.

Envueltos en sus ponchos calchaquíes
bajaron de Ambato los pastores,
y chardando de pájaros y flores,
los hijos de las selvas guaraníes.

Arrastró su cansancio el viejo runa,
con un seco compás de guardamontes:
y su lejano canto de horízontes,
se le quedó dormido allá en la Puna.

Resonaron su queja los jujeños
-la más triste quizás y la más alta-
y en un son bagualero los de Salta
prolongaron la gloria de sus sueños.

Lamentado un azul de yaravíes
acudieron pausados los riojanos;
y de galope largo los paisanos
de las verdes llanuras querandíes.

Desollando cansancio y caminos
acudieron, el curtido de reveses,
los cobrizos troperos mendocinos
y los pardos jinetes cordobeses.

Rojeó en las cumbres y alumbró los llanos
la inmensa llamarada de un fogón,
y se hermanó en su ritmo el corazón
argentino de todos los paisanos.

Soberbio el entrerriano en su corcel,
junto al pecho desnudo del chaqueño
escuchó su vidala al santiagueño
y el silencio valiente del Ranquel.

Estaban los de Güemes, los del Chacho
los del ilustre Paz, los del amargo
episodio final de Pago Largo,
los del Pozo de Vargas y el Quebracho.

Estaban , entre aymarás y diaguitas
cicatriz indeleble de la historia
aquellos que pasaron a la gloria
y "a la muerte, cantando vidalitas".

Los del fiero Quiroga, junto al cerro,
derramando sus lágrimas oscuras;
y añorando del llano las anchuras,
los pampeanos sin rancho, los de Fierro.

Los del bravo Lavalle en Ayacucho
-los del gesto inmortal y no cansau-
y dominando el fuerte del Callau,
otra sombra inmortal, la de Falucho.

Los que el verbo de Mayo, el Paraguay
llevaron, por más gloria, con Belgrano;
y los cinco de Pringles el puntano,
los de la hazaña heroica de Chancay.

(Faltaban por entonces los de López,
los de Santa Fe, la federal,
y llegaron, sangrando el calcañal
y estirando en la noche sus galopes).

Estaban codo a codo en lo argentino,
iguales en lo santo y en lo estoico,
el sanjuanino triste y el heroico
hermano de su afán el mendocino.

Quiser armar un fogón allá en la sierra,
en mis lejanos pagos jachalleros,
que llamara, cordial, a los arrieros
de todas las distancias de la tierra.

Rojeó en las cumbres y alumbró los llanos
la inmensa llamarada de un clarín
y lloraron p'adentro mis paisanos,
al conjuro de un nombre: San Martín!

(Pintura: Francisco Madero Marenco)

A "juerza" de rodar tierra

(Fotos del Circo -Criollo- "Podestá")


Si te gusta ver el circo
fijate en las payasadas,
las más juertes carcajadas,
siempre las suele arrancar ,
aquel que debe aguantar
los golpes y bofetadas.

Quién no sabe hallar el agua
que no se meta a tropero,
en el campo es lo primero
que se debe averiguar,
El agua suele sobrar
en los dominios del tero.

Con calma echate a rodar,
por los caminos del mundo
y con andar errabundo
andá entrando en concencia,
que la mayor de las cencias
es un silencio profundó.

Así vivió el tata viejo,
la bondad era su cencia.
Siempre limpia la concencia"
siempre alegre el sentimiento,
transformando el sufrimiento
en la flor de una sentencia.

Ya se me acaba el tabaco
y aquí me despido yo...
Si en tanto dicho hallás vos
errores, tené presente
que quiero doblar mi frente
como cristiano ante Dios.

Todo anda contrapesao




Todo anda a contrapunto
de este mundo en la balanza
al pobre nunca le alcanza
pa´contentar el hocico,
más cuasi todos los ricos
son enfermos de la panza.

A juerza de rodar tierra
y de andar constantemente,
se me ha hecho tan patente
lo que te voy a decir,
no hay cosa como el sufrir
pa´ que se ría la gente.

Sigue al ocio, el desaliento
un malestar, la tristeza,
y el que es haragán empieza
por nublarse en su desidia,
con las sombras de la envidia
que es la pior de las malezas.

Recelá pues del pudiente
demasiau caritativo,
no le acetés sin motivo
chaucha, halago ni responso
que adentro del cara e'zonzo
siempre se escuende algún vivo.

Aunque otros gocen contando
de sus caudales, las sumas,
jamás de avaro presumas,
ser avaro no es de criollo,
y es triste no comer pollo
por no botar ni las plumas

Sin amores, toda vida
de fijo, se queda trunca,
y aunque te nieguen la “shunca”
consolate, sobre el pucho
es más lindo querer mucho
que no haber querido nunca.

(Recitado)
Y aunque a veces son forzosos
los trances más afligentes.
siempre muestran los valientes
“al mal tiempo güena; cara"
con pan duro y agua clara
son dichosos los decentes.

Los que no trabajan nunca.
por diversas causas gimen,
los trabajos nos redimen
de nuestros bajos anhelos:
del ocio nacen los celos,
el odio, el robo y el crimen.

Ricos y pobres andando
pa'l mesmo lao caminamos,
y al ñudo nos afanamos
por rangos tan "pelegrinos",
pues se juntan los caminos
en la noche hacia que vamos.

En las canchas de la vida,
se corren muchos chimicos,
y se ha visto entre milicos
de distinta graduación
que los guapos nunca son
soberbios con los más chicos.

El abusarse del débil
nunca es prueba de valor
La medida del rigor
con que al flojo lo tratamos
es la misma en que aflojamos
ante una juerza mayor.

Mula de orejas blanditas
es seguidora y legüera.
Y sin verlo en la cuadrera
el gaucho no se equivoca
flete eduacau de la boca
es flete d´ir p´ande quiera.
(Foto de don Buenaventura Luna)

domingo, 19 de febrero de 2012

El guasquero

(Foto: Luis Nuñez)

Sólo sentado en la cancion de un grillo
frente al ruinoso rancho sin alero,
trenza en su trenza el trenzador guasquero
tiempos y sueños de invisible ovillo.

Fue peón de estancia, alambrador, tropero;
y en las patriadas gauchas fue caudillo
hizo patria en la paz con su tordillo
y en la guerra quiso patria con su acero.

Hoy trenza guascas sin abrir la boca
mientras hablando para adentro evoca,
aquél enhiesto mocetón morocho
mimado por las hembras y la fama.

Iba agregando del tiento de su drama
a la maravillosa trenza de ocho...


A mi rancho

(Pintura: "El Rancho", de Koek-Koek)
Igual que un ave que añora
el monte donde ha nacido
quiero recordar mi nido
de terrón y de totora.
El que contempló las horas
de mi infancia deslizar
no pudo el tiempo borrar
en el alma y en la mente
la visión clara y latente
grabada de aquél lugar.

Desde el angosto camino
que de pasar se formaba
y en el patio se borraba
de la casa del vecino
el viejo árbol benigno
que quizás haya sufrido
las veces que yo he subido
en pro de las emociones
a robarle los pichones
y a destrozar algún nido.

Como el pozo de brocal
que aunque de agua salobre
en toda casa de pobre
es riqueza un manantial,
por su túnica de cal
siempre en el patio descuella
más, cuando las noches bellas
sus pilares agigantan
cual brazos que se levantan
implorando a las estrellas.

La cocina familiar
con su criollo fogón,
las paredes de terrón
del rancho que fue mi hogar.
Más nada pude encontrar
de lo que fuera en otrora
bajo la acción destrucotria
del tiempo se ha derrumbado
y ni siquiera ha quedado
de mi rancho una totora.

Solamente el manantial
ahí está como un vigía
no se entregó todavía
y en medio del pastizal
se alza como un general
que aún presenta resitencia
a la trágica inclemencia
del tiempo con sus rigores,
el rancho y sus moradores
quedó llorando la ausencia.

Manantial por centinela
de este sagrado lugar
yo te prometi cantar
alun día en mi vigüela
cual la luna que se cuela
a darte su claridá;
yo te ofrezco desde acá
con el mismo clamor terso
la vanguardia de mis versos
a rondar tu soledad.
.............................

Agradezco la gentileza de don Martín Bentancor por enviarme este verso y de su homónimo paisano Martín Palacio Gamboa por hacer de puente y puntal. Abrazo a los dos.

Añorando campereadas



Hoy que estoy apueblerao
evoco con la memoria,
mi campera trayetoria
y el rancho donde jui criao;
ya las riendas me ha quitao
el pingo del sentimiento,
viá corajiarle al aliento
pa’ contarles lo que vi
en ocasión que volví,
jue pucha, fiero momento.

El tiempo lo hizo tapera
a lo que ha sido el galpón,
se me apotró el corazón
al ver frenos y pecheras;
media arquiada la cumbrera
por lo mucho que hay colgao,
pilchas que hemos usao,
la marca parece escudo…
Inertes recuerdos mudos
pero que hablan de cayao.

Unos cueros carcomidos
por las ratas y poliyas;
en un rincón una horquiya
se quedó como al descuido;
la tijera y su chasquido
duerme juntito al morral,
riendas, cabresto, bozal,
un recao cuasi deshecho
y lagrimiando el techo
cuelga un crioyo unto sin sal.

Pa’ curaciones caseras
grasa de iguana y de potro,
medicina de nosotros
pa’ mancadura o renguera;
una manta de arpiyera
del nochero servidor,
y en un cajoncito flor
lesna, cuchiyo y maceta;
una maicera maleta
y un clavo deschalador.

Hoy el pasao se refleja
de cuando yo era peón,
manea, lazo, corrión,
del mancera unas rejas;
unas herraduras viejas,
de tala, una mordaza,
algunos tarros con grasa
pa’l sulky, también la chata,
con argoyas una lata,
californias y tenaza.

Un cencerro amadrina
estos recuerdos sagrao.
Por el progreso soplao
el farol ya no ilumina.
Se me nublan las retinas
rigoriao por la emoción,
al verlo guapo al horcón
su entereza le envideo,
crioyo ejemplo que deseo
pa’ la gente ‘e mi Nación.

Al horizonte de un suburbio


Pampa:
Yo diviso tu anchura que ahonda las afueras,
yo me estoy desangrando en tus ponientes.

Pampa:
Yo te oigo en las tenaces guitarras sentenciosas
y en altos benteveos y en el ruido cansado
de los carros de pasto que vienen del verano.

Pampa:
El ámbito de un patio colorado me basta
para sentirte mía.

Pampa:
Yo sé que te desgarran
surcos y callejones y el viento que te cambia.

Pampa:
sufrida y macha que ya estás en los cielos,
no sé si eres la muerte. Sé que estás en mi pecho.

Me sobra con el amargo


Aura me pongo a pensar
que no te estraño, cigarro.
En madrugadas de fuego
me sobra con el amargo,
y esquivando los profetas,
una milonga en la radio.
Te dejé en alguna huella
hace ya como seis años…
y la verdá, compañero,
me sobra con el amargo.

Te agradezco aquellas noches
que llovía, y reseriando,
acariciando la hojita,
engarrotadas mis manos,
con paciencia humedecida
de papel Ombú te armaron.
Y llenaste horas penosas
con tu lenguaje, tabaco.
Te agradezco de’ndeveras
pero en verdá, no te estraño.

Te recuerdo, galopiando
encenderte de a caballo,
con un viejo “carusita”
que a tu memoria acollaro…
o en el tranco remolón
sobándote con los labios.
Conversar haciendo tiempo
a que se queme… el asao.
Te dejé en aquella huella
junto al mostrador y al vaso.

Bien sabés, si me enamoro
soy el cristiano más pavo,
y me entrego, sin preguntas,
casi sin pensar lo que hago.
Y me jugaron con trampas
porque ese, no era el trato.
Vos sabés que con cualquiera
yo sé hacer yunta crotiando,
pero era feo ganarme,
en la noche, el lao del lazo.

Y que me faltara el aire
me resultó más que bravo…
o ignorar en la mañana
lo que en la noche ha pasao.
O ponerme pendenciero
yo que siempre he sido manso,
y ser un mudo testigo
de sentirme hablar bolazos.

Por eso, si hicieron trampa
que quede el asunto claro,
sigan ustedes su rumbo
que, aunque en los boliches ando,
te saludo, dende lejos,
mi compañero cigarro.
No quiero yunta ‘e tramposos
como mostrador y vaso.
Pa’guantar mi soledá
me sobra… con el amargo.

Rosario'e Santa Fe


Mi'alvierten q'está en Rosario...
Rosario, 'e Santa Fe,
las sartas'e los suspiros
que por eya suspiré.
¡Rosario, q'está tan lejos,
Rosario, la campiaré!
Mi'alvierten q'está en Rosario...
en Rosario'e Santa Fe.

Me juí desangrando, cuando
por Tucumán la dejé.
Río Lules pa las penas
y Aconquija pa la fe:
¡Lo q'eya no sabe acaso,
por pensar yo sí lo sé!
Me juí desangrando, cuando
por Tucumán la dejé.

Humiandu'esperanzas, luego,
por mis pagos la esperé:
ausencias amontonaítas,
en lágrimas mi'ablandé.
¡La dicha que yo aguaitaba,
que al ñudo aguaitarla jué!
Humiandu'esperanzas, luego,
por mis pagos la esperé.

Mi'alvierten q'está en Rosario...
Rosario, 'e Santa Fé,
las sartas'e los suspiros
que por éya suspiré.
¡Rosario, q'está tan lejos,
Rosario, la campiaré!
Mi' alvierten q'está en Rosario...
en Rosario'e Santa Fe.

A lo chingolo

(Pintura: Luis Nuñez)

Como he venido de paso
les voy a pedir primero,
permiso pa’ un forastero
y disculpen… por si acaso!
No quiero pecar de guaso,
por tal, si es qu’estoy demás,
pego la güelta pa’ atrás
sigo rumbiando mi güeya,
total, yo tengo mi estreya,
nací gaucho y montaraz.

Como no tengo reparo
en cantar siempre a mi modo,
me buscaré el acomodo
y voy a hablarles bien claro.
Mas si piensan que soy raro
‘tan todos equivocao,
soy decente y aplicao
si el que me trata es decente.
De tanto probar la gente
es que me sé disconfiao.

A veces me hago el prudente
por no pasar por guarango,
y si es que se arma un fandango
trato de ser consecuente.
Mas si alguno de indecente
quiso probarme en la cancha,
entonces m’hice pata’ncha
sin esigir condiciones.
¡Cuando afirmo los talones
ni pido ni doy revancha!

Sé aflojar, cuando me aflojan,
y pincho cuando me pinchan,
yo cincho cuando me cinchan
y por esto no se encojan.
Las lluvias qu’a uno más mojan
son las que agarran sin techo;
si pongo a lo hecho, pecho,
es porque me sé varón,
y sé templar la intención
porque mi temple es derecho.

Me cuido de las carpetas,
igual que de la mujer;
cuando m‘entrego a un querer
me ajusto bien las chancletas,
de arisco le hago gambetas
al naipe y al beberaje,
y no averiguo el pelaje
ni cuantos hay que enfrentar.
¡El hombre se ha de jugar
sin elegir el paraje!

Tiene que ser muy toscudo
el que me quiera topar;
si no me supe achicar
tampoco m’hice entrañudo;
yo soy curtido en lo duro
estoy sobao a lo pampa,
y de áhi sé lucir la estampa
que Dios me supo entregar.
¡Y pa’ mejor esplicar…
soy entrador como guampa!

Pa’l amigo, soy amigo,
educao, pa’l educao.
Y siempre fue mi cuidao
afirmarme en lo que digo:
el que precise un abrigo,
o algún servicio prestao
he de estar a su mandao
si es que la vida me deja.
Ansí que paren la oreja
pues lo dicho está firmao!

Volveré alguna otra güelta,
mas si acaso, he molestao,
‘tesen nomás sin cuidao
que soy una cosa suelta;
dejen la tranquera abierta
que yo he de pasar de largo,
pero si ‘e cáido de encargo
pa’ entretener la reunión,
¡mil gracias por l’atención,
y hasta más verlos… ya salgo!