sábado, 18 de febrero de 2012

El viaje


Hay que formar el rodeo,
a campo; es día de aparte,
y allí, se demuestra el arte,
que no es de puro floreo.
Para que se haga el arreo,
con el que habrá que seguir,
de la estancia hay que salir,
con la hacienda bien contada,
siendo brava la jornada,
donde tiene que elejir.

Ordena el interesao,
ande se halla el animal,
que el tropero servicial,
debe dejar apartao.
Su caballo, acostumbrao,
sabe ponerse a la par;
y ni se le ha de ordenar,
tironeando de la rienda,
para que el pingo comprenda,
cómo debe trabajar.

Si chúcaro, campo ajuera,
el que es apartao dispara,
el pingo no se separa,
en esa escena campera.
Y el tropero, en la carrera,
tiende con acierto el lazo,
prolongación de su brazo,
la herramiente resistente,
de las guampas, obediente,
al chúcaro cierra el paso...

Salta el animal balando;
empacando, se desespera;
y prendido a la asidera,
el lazo queda vibrando.
El pingo sigue tirando,
poniéndose de costao;
otro lazo al empacao,
de las patas lo manea,
suave se le tironea,
y cai al suelo estirao.

Corre y apreta un paisano,
que ha de sacarle la armada,
a la res allí estirada,
pa lo que ha de ser baquiano.
Afloja el lazo la mano,
que abre la armada enseguida;
bufa la bestia, vencida,
y, al quedar libre el cogote,
se levanta y se une al trote,
con la otra hacienda elegida.
...........................

Y la tropilla entablada
que tiene cada tropero
hace punta en el sendero
al clarear la madrugada.
La hacienda, como embretada,
sigue pa'l rumbo marcao;
hace manga el alambrao,
ande el tropero, seguro,
va despacio, sin apuro,
pa no cansar al ganao.

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