domingo, 23 de febrero de 2014

¡Semblanza campera!



“Sudadera, cojinillo…
Cincha, pegual, boleadoras
Coscojas “saludadoras”
Con su sonido de grillos,
¡Sin un cobre en el bolsillo!
Pero con lujo campero
¡Plata mechando el apero!
Con bombas y pasadores
Tejidos como unas flores
¡Por sus dedos de soguero!

Matras que otorgan color
A la seriedad paisana
Dando tono de mañana
¡De noche y con resplandor!
Un fueguito rendidor…
Para asar algún bocado
Que previsor ha llevado
Embolsado a las caronas
Y un porrón grande lo entona
¡Mientras espera el asado!

Como no quiere dejar…
A su montado maneado
A “estaca pampa” lo ha atado
Para que pueda pastar
¡Cerca lo oye relinchar!
Corto y sereno el sonido
Que acalla con un silbido
Mientras espera la aurora
Y al “centinela” valora
¡Siempre alerta al primer ruido!

Su gran arma… es el valor
Que apoya con su cuchillo
Y un caronero sencillo
De hoja marca “tambor”
Afilado y dentrador
Por si acaso precisara
Peliar al que se acercara
¡O fiera o aparecido!
O algún paisano atrevido
¡Que sus bienes codiciara!

De vez en cuando se arrima
A una estancia a trabajar
Se conchaba a su pesar
¡Pues su libertad declina!
Al poco tiempo imagina…
Galopar a su albedrío
Pensar ¡todo el campo es mío!
Le hace ver al capataz
¡Pide la cuenta y en paz!
Revive al no estar cautivo.

¡Y otra vez vuela en el viento!
¡La pampa por compañera!
Toda la llanura entera
Le llena su sentimiento
Anda de nuevo contento…
Gozando su libertad
Hace valer la igualdad
Del hombre ante El Creador
Y vuelve a ser el señor…
¡De toda la humanidad!”

miércoles, 19 de febrero de 2014

Por los bozales




1
De galope y tranquilón
como sin querer la cosa
enderiecé a lo ‘e Barbosa
el entenao del patrón;
y al cáirle de sopetón
en hora más que oportuna
lo encontré pa’ mi jortuna
firme, mazetiando un cuero,
sentao abajo ‘el alero
por cierto, sin prisa alguna.
 2
Al tranquito me arrimé
como la costumbre enseña
cuando haciéndome una seña
se puso el hombre de pie;
dada la voz, me abajé,
y un cuzco que daba el frente
reculó muy obediente
cuando oyó de “¡juera!”, el grito
conque’l paisano, clarito,
le pegó un reto, prudente.
 3
“-Soy Laurino Sandoval
pa’ servirlo, si se ofrece,
que sabrá, hace un par de mese’
dentré a la estancia ‘e mensual.”
Dije ansí… medio bagual…
cortón pa’ dentrar en trato
(si en un gesto de recato
tenía en la mano el sombrero…),
pero el hombre, muy campero
me saludó de inmediato.
 4
“-Dentre amigo y sientesé
(dijo, señalando un banco
que’staba medio lunanco
ricostao en la paré);
es cierto, ya me’nteré
de que gente forastera
mensualiaba en “La Primera”
y endimás, y le remarco,
que’nsiyaba un bayo zarco
como ese que lo trujera.”
5 
“-Se ha embromao el domador
(lo descaderó un oscuro)
y el patrón, con cierto apuro
me’ncargó esta changa flor;
yo me tengo fe, Señor,
por eso aceté’l barato,
güenos pesos tiene’l trato
que no han de venirme mal
y amansao cada animal
tendré crédito pa’ rato.
6 
Unos bozales juertones
prieciso pa’l chacaneo
que’n las propias pilchas, creo,
estriban serias razones;
y anoticiao por los piones
pedí consejo al patrón,
y dijo: Vealó a Zenón
que pa'eso se pinta solo,
de áhi que cái como chingolo
…guacho de presentación.”
7 
Y se me’ntró a dir el día
-el sol, no sabe de olvido-
que acomodao el pedido
tayó el mate sin porfía,
pa’ más… pa’ sorpresa mía
que no esperaba tal cosa,
al rato cayó una moza
que’ra una lindura ver,
y que resultara ser
hija de Zenón Barbosa.
 8
Ganó el mate otro sabor,
la charla… tomo’tro celo
pero había que alzar el güelo
con prudencia y por pudor;
y al saludo de rigor
con espresiones formales,
hay un “-¡cuidao los baguales
con que se tendrá que ver…!”
y yo… ¡pensando en golver
prontito… por los bozales!

   (26/04/1994)

lunes, 17 de febrero de 2014

¡No me hagan rair con la moda!...



(Pintura: Molina Campos)

¡No me hagan rair! Las mujeres
chiquilinas y jamonas,
andan toditas rabonas,
por los mesmos pareceres.
Como pa darnos placeres,
muestran las carnes blanquiadas
las cejas casi peladas,
con tenazas y tirones
y con polvos de tizones,
las pestañas aumentadas.

¡No me hagan rair! Las polleras
ajustadas en el anca,
llevan como una retranca
jineteando en las caderas.
Las medias, son pa cualquiera,
telitas de fantasía,
y llevando como una guía
bien pintadita y derecha,
acomodada, una flecha,
pa'l lao de la picardía.

Llevan jóvenes o viejas
ya sean güenas o malas,
un chamberguito sin alas,
metido hasta las orejas,
y andan toditas parejas,
los cuerpos como entablaos,
los labios falsificaos
con pinceles y pinturas,
mientras lucen las blancuras
los cogotes afeitaos.

Bailan al trote y saltando,
los chimys, con refregones
y en los tangos dormilones
se enflaquecen suspirando.
Las pilchas van acortando,
como acortaron la trenza
y como esto no es ofensa
y al hombre poco le importa:
la moda manda y se acorta
por ella hasta la vergüenza.

El hombre se amujerenga
y las mujeres rabonas
no son las mesmas personas,
por más que polleras tengan.
Es necesario que vengan,
modas del tiempo pasao.
¡Si hasta el hombre se ha achicao,
encorcetao, presumido,
y usando, como lambido
por las vacas el peinao.

Veranenado


(Foto del Archivo Gral de la Nación: Vista de la estación Retiro del Ferrocarril Central Argentino (FCCA), actual Ferrocarril General Mitre, en su configuración primitiva a fines del siglo XIX. La estación era pasante, puesto que las vías continuaban hacia la Estación Central) .


Cuando llegué a la estación
que le llaman del Retiro,
allí casi ni respiro
dominao por la emoción.
¡Qué lujo en ese galpón!
Los piones, uniformaos
y pasando un enrejao
como quien sale pa ajuera,
puede verse p'ande quiera
todito el piso lustrao.

El reló' de las iglesias
a esa hora de la mañana
avisó con la campana
golpiándola siete veces.
Se me habían hinchao los pieses,
no podía ni dar dos pasos
pero como en otros casos,
seguía en esa ocasión,
lo mesmo que un mancarrón
dolorido por los vasos.

Era de oirse el cotorreo
del lindo mujererío,
que iba pa'la costa'el río
a esa hora de veraneo.
Las vide parar rodeo,
cerquita de los portones
ande vigilan los piones
pa darles paso en seguida,
antes de tocar salida
pa los trencitos rabones.

Es gente que va a pasar
un día al aire, al sol, al viento,
que también es alimento
pa'l cansao de trabajar.
Y cuando dentran al mar,
cada una es una fortuna
como de una mesma cuna
muchas que visten iguales,
parecen teritos reales
orillando una laguna.

Es que la mujer pueblera,
por quien estos versos canto,
tiene yo no sé qué encantos
pa entusiasmar a cualquiera.
En invierno, en primavera,
y en cualquier estación,
es ella la tentación
que ande quiera nos provoca,
y más áura que en la boca
se ha pintao un corazón.

Antes que la noche tienda
el poncho con que se viste,
y antes que la luna triste
su luz de plata desprenda,
toma cada una su senda
que lleva a las estaciones,
y los trencitos rabones
que andan a electricidá,
tráin de güelta a la ciudá
un montón de corazones.


(Pintura: "Viera qué linda la mar" de don Florencio Molina Campos)

domingo, 16 de febrero de 2014

Cazando jabalí







Vamos mi perrito blanco,
el rastro no hay que perder,
debe ser barraco grande
y colmilludo tal vez.
En aquél cohihual tupido
el chancho debe dormir
 y si se ha ido más lejos
igual lo hemos de seguir.

-¡Búsquelo... búsquelo... búsquelo!

Cuidado perrito blanco,
no lo vayás a topar
 y si acaso se levanta...
buscale siempre de atrás;
guarda con los ñires bajos
no te vayas a enredar
mirá que si te arrincona
seguro te ha de cortar,

-¡Sígalo..., sígalo, sígalo!

Vamos pingo doradillo
que el perro ya lo venteó
y si no nos apuramos
puede matarlo el feroz;
yo quiero llegar a tiempo
por eso te apuro a vos
mirá que el pobre perrito
siempre nos cuida  a los dos... 

-Chuá jajaaa!, chuájaja chuájajá!

Ahora sí perrito blanco,
ahí estaba el jabalí,
préndetele de los cuartos
y después me toca a mí;
no le aflojes perro blanco,
que lo agarro del garrón
y mi cuchillo filoso
Ya le busca el corazón...

-¡Suéltelo, suéltelo, suéltelo!

Ya es nuestro hermanito perro,
¡qué coarjudo que sos!
lo atropellaste solito
y apenas te lastimó.
Lo dejaré despanzado,
mañana lo he de llevar,
vámonos perrito blanco
que te tengo que curar....

Vámonos perrito blanco
que te tengo que curar...
-Búsquelo, sígalo, suéltelo,
suéltelo...!

¡Ay va jajajaj!

jueves, 13 de febrero de 2014

¡ Juera guey! (Canción criolla)



¡Juera, guey !...
Siga la güella ¡Ah, ha, ha, ha!

Grito, picana que se hunde
como empujando al vacaje,
que se vuelve a los balidos
por campear su terneraje.

Y los toros mañeros
en las culatas,
trasijaos por la marcha
cruzan las patas;
aplastaos los mamones
van, pobrecitos,
demorando los barros
de los charquitos.

¡La vida es triste camino!
sentenciao por el destino.

¡Juera guey!,
siga la güella ¡fitu fi fii fiii![silbidos]

Clavo que desde la cola,
lo siente en la cabecera,
Que endiereza garroneando
la tropilla delantera.

Y con largos chiflidos
el domador,
rebolea su poncho
sujetador,
y entre los tarascones
van los baguales
mojando las orejas
por lo cardales.

¡Güella de espina es la vida,
aunque parezca carpida!

¡Juera guey!,
Siga la güella, ¡Ah, ha, ha, ha!

Que este mundo es un rodar
donde rueda nuestra suerte.
Vamos arriando la vida
hasta llegar a la muerte.

Un cencerro de amores
nos da pujanza
pa seguir a la dicha
de una esperanza,
y tirita el badajo
sus tristes sones
como van tiritando
los corazones.

¡Troperos de la ventura,
somos en la noche oscura!

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DISERTACIÓN

del Señor Santiago H. Rocca

Sobre los motivos que inspiraron su canción criolla

¡JUERA GUAY!

Patrocinada por el Instituto Agrario Argentino 
que dirige el Doctor Cornelio J. Viera 
y propalado por Radio Fénix el 7 de Mayo de 1938.



Buenos Aires

1938



PALABRAS PRONUNCIADAS POR EL DOCTOR CORNELIO VIERA 
AL OFRECER EL MICRÓFONO AL Sr. SANTIAGO H. ROCCA

Como lo teníamos anunciado, el Instituto Agrario Argentino en su audición de hoy, se honra con la presencia de un amigo. Es Dn. Santiago H. Rocca. Su personalidad superior, reflejada en sus obras infinitamente delicadas y fino dibujo del carácter de nuestros hombres de campo es bien conocida.

Cuántas veces escuchando su triunfo “La Tropilla”, nos quedamos deslumbrados por la singular hombría de su expresión y la riqueza descriptiva de su letra. Profundo psicólogo y conocedor, ha vivido cultivando una devoción serena y comprensiva a nuestro campo y sus hombres. De las obras de Don Santiago H. Rocca, surge la enseñanza de una filosofía que porque es profunda es simple. Su elevada poesía tiene su fundamento en el simbolismo de los tipos por él descriptos. Don Santiago H. Rocca, podríamos decir es la síntesis ciudadana de los hombres que exalta.

El objeto de la reunión de hoy, es brindar al público amante de maestra música, una conferencia excepcional. Es el mismo autor quien describe su cuadro. Pero este cuadro es algo vivo, animado, que adquiere todo su vigor y colorido al conjuro de su creador.

Previo a la palabra de Don Santiago H. Rocca escucharemos al cantor Miguel Mendía, interpretando ¡Juera Guay! con el reconocido sentimiento y justeza que le caracterizan.




¡JUERA GUAY! SIGA LA HUELLA

Este es el grito campero de los gauchos del sur de la Provincia de Buenos Aires, al cual agregan ese já... já... já..., especie de bulla sarcástica, juguetona y traviesa con la que arrean los animales espantándolos para obligarlos a marchar.

En la punta se dispone la colocación de las tropillas confundidas en aparente entrevero, pero que al observarlas con detenimiento, se verifica con claridad, que cada una de ellas no sólo marcha con su bloque aislado, sino que tampoco ha permitido la intromisión de animales extraños, ubicándose cada caballo en el lugar que ha conseguido conquistar, acicateado por el celo y el amor que le provoca la querencia de la madrina.

Es de orden que a las tropillas que forman el conjunto de yeguarizos las arree el domador. Tipo gaucho de perfiles inconfundibles, por lo general, mocetón fornido en cuyos rasgos se trasunta la hombría, el carácter, la altivez, la bravura y al mismo tiempo la modesta humildad y serena mansedumbre de los hombres capaces.

Es por esto que en las estancias el domador ha sido siempre la figura central, el prototipo racial a quien se le considera con los respetos que merece un valiente y al mismo tiempo con el cariño y la simpatía que despiertan los ídolos de proezas y de hazañas.

Pisándole los garrones al pingo del jinete que lorea entre avalanzos y relinchos van los novillitos y vaquillonas o sea la hacienda liviana y joven que diríamos son los optimistas que en su inconciente impaciencia desesperan por llegar, sin saber adónde ni a qué; pero atropellando siempre, lejos muchas veces de suponer el triste final que les espera. A éstos el tranquilo sagaz paisano los sujeta con suma facilidad y confianza, ya sea con un chiflido sosegador o si mucho apuran con el ponchazo que les sacude por el hocico.

En el centro de la tropa marchan a paso lento y cauteloso las vacas con cría, amparando el ternerito que llevan al pie, pero las que lo han extraviado, ésas avanzan un paso adelante y dos para atrás, desesperadas en la empeñosa busca de su hijo al que no abandonan ni hay fuerza capaz de arredrarlas. Estos animales enfurecidos remolinean, mugen y envisten, en una actitud desafiante, es el amor de las madres, el más grande y desinteresado de los amores, que se evidencia en esta lección que nos dan los animales.

Orillando los charcos que bordean las huellas del camino, corsarios se meten los porfiados mamoncitos, que al hacerlo por el reflejo nervioso que les provoca la inmersión y el miedo a lo desconocido, se transforman con sus colitas repingadas en lo alto encabritándose en una pintoresca y graciosa elegancia.

Estos mamones se asemejan a los pobrecitos que en la vida no tienen la suerte de quien los apuntale y que aun cuando tengan condiciones para triunfar, viven condenados a beber los barros del camino; que entre paréntesis en nada se parecen a otra clase de mamones que también los hay en la hacienda vacuna, esos guachos que chupan como melliceros la ubre más abultada y así se crían desarrollados y gordos prendidos siempre de la teta que les dé mejor leche y más los amamante.

¡Cuántos hay entre los seres humanos que a éstos se parecen y que por este medio se exhiben como personalidades escalando alturas y detentando posiciones a las que trepan por la suerte y por la audacia!

Remoloneando en la culata de la tropa van apartados, precavidos y guardándose distancia los toros viejos. Estos marchan con un empaque mañero, diríamos que son como los vencidos de la vida que amargados y sin ilusiones ya se han cansado de luchar y lerdean considerándose fracasados y sin apuro que los seduzca para llegar a la ya conocida raya del desengaño.

Así va avanzando el arreo rumiando a tranco lento las leguas del camino, entre las voces y silbidos de los reseros y el ruido de cajas de quena que producen las pezuñas y las astas.

Desde la culata los gritos empujan azuzando como picana, pero los animales de atrás no responden con la liberalidad de los delanteros que siempre quieren enderezar.

Así ocurre también en la vida: los que luchan desde abajo contra la adversidad esos van en la cola y las palabras de estímulo las reciben con indiferencia. En cambio los agraciados de la fortuna disparan llevándose todo por delante, para ellos corno dice el refrán criollo “el campo es orégano y la vizcachera playa”.

Este picanazo apurador que ha sentido la delantera contagia hasta los mismos mancarrones de las tropillas, que entre culebreadas cuerpean los cardos mordiéndose y mojando las orejas como si quisieran decir: así son ustedes los hombres, se muerden y patean cuando quieren arrebatarse la delantera de una preminencia. Con la diferencia que los irracionales lo hacen por instinto de conservación, y para defenderse del dolor que le producen las espinas; y los seres humanos obedeciendo a bajas pasiones que disfraza muy bien la máscara de afuera pero que nos roe por dentro impulsándonos a nuestros peores y más ponzoñosos enemigos.

Allá en el fondo penduliando en un continuo zig zag, perdido entre una nube de tierra se dibuja por momentos la silueta de un paisano, que por su estampa, su flete y sus prendas parecieran galones que van delatando su autoridad. ¡Ese es el capataz! el hombre gaucho del campo que aprendimos a querer desde niños, y que todavía existe en las pocas estancias en que queda un patrón criollo que se hermane con su gente como compañero, maestro y amigo.

Aquel hijo de las pampas que no conoció más escuela que la naturaleza, aquel que criado en el humilde hogar de un rancho de paja y terrón, sabía respetar y hacerse respetar, vivir honradamente y querer a su Patria por sobre todas las cosas.

Aquel criollo que hace de su honestidad virtud, de su altivez orgullo y de su valentía culto, todo el bagaje donde atesora su vida y le hace merecer la consideración respetuosa que la gente le dispensa.

Ese es el humilde gaucho nuestro a quien se le confiere el título de capataz, a quien el patrón le entrega sus bienes o los miles de pesos que representa el valor de una tropa, para que vaya al azar de cualquier eventualidad sin más papeles ni documentos que la confianza en el hombre, pero en la plena seguridad que antes perderá su vida que el honor en él depositado.

No puedo terminar estas sencillas frases que han inspirado mi ¡Juera Guay!, sin decir con todo dolor que es una lástima desaparezca de esta tierra este exponente de acrisolada honestidad que ha sido la condición proverbial del gaucho argentino.

Y desaparecerá, fatalmente desaparecerá contaminado por la corrupción injertada de los días que vivimos.

Si la pillería y el robo, exhibida desde lo alto es viveza que encumbra y no se castiga y si para colmo enriquece y viste; si los tiempos, que corren han transformado el honor en delito y el robo en virtud ¿con qué ventaja se va a seguir siendo honrado? Abramos las cárceles que allí hay mucho pobre diablo que por haber carneado una vaca para comer está purgando una pena.

No, no se puede ser como argentino impasible e indiferente a todo esto; hay que reaccionar contra esta norma que corrompe, envilece y denigra.

Son las jerarquías superiores de la sociedad las que deben marcar rumbos, dando ejemplos como los dieron nuestros Padres cuando poblaron sus campos. Ellos que lo mismo vestían un frac para asistir a una reunión social, como calzaban las nazarenas y revoleaban un lazo sin dejar de ser señores; eran los primeros en presentarse en las crudas madrugadas de invierno en la cocina de los peones para decirles:

“Bueno muchachos, vamos a tomar el del estribo y después medio bozal y a caballo”. Y allá salía haciendo punta como un general con sus soldados.

Y así, como hacía cabeza en la rectitud del trabajo sabía imponerse como hombre de acción y respeto si el caso lo requería, y lo mismo pulsaba una guitarra para alegrar una reunión campera, como se asociaba al dolor llevando su palabra de consuelo cuando el infortunio golpeaba la puerta del más humilde rancho.

Hoy cualquier advenedizo se siente señor patrón por el hecho de ser el propietario material y cualquier arribeño sirve de mayordomo gritando para mandar, pavoneado con el auto que tiene frente a las casas; pero en aquellos tiempos en que había que llegar a las estancias atravesando desiertos pajonales y pelándose las nalgas sobre las volantas o sobre el recado, mandaba el que sabía mandar, con capacidad probada y sobre todo con autoridad moral, y este sí, se adentraba en el corazón de los criollos que cariñosamente y en el sentido más afectuoso de la palabra le daban el título de “Patrón”.

Patrones, señores, que gobiernen así imitando estos ejemplos necesitan nuestras pampas, para que no mueran las queridas tradiciones y perdure en esta tierra el alma gaucha argentina que tanto sirvió a su Patria honrándola.

Campo Huergo (milonga surera)




Ya ni te acuerdas (Milonga)


Negro retinto un zorzal.
con la luz de la mañana
le jugaba a tu ventana
filigranas de cristal.
Y allí cerca del manantial
de agüita riente y viajera
cantaba la primavera
esplendorosa de flores,
pero de aquellos amores
ya ni te acuerdas siquiera.

Con los pulsos torrenciales
del fuerte sol veraniego
floreció tu amor en fuego,
maduraron los trigales
y en medio de los sauzales
junto al ruedo de la era
bailamos la chacarera
ebrio de alegres ardores,
pero de aquellos amores,
ya ni te acuerdas siquiera.

Viento de otoño al pasar
se llevó por los camino
viejos oro mortecinos
y la dicha del cantar.
Quedé solo a contemplar
en larga tarde cerrera
la nube de mi quimera
y en amargos torcedores,
pienso que de esos amores
ya ni te acuerdas siquiera.

Se va la vida a raudales
como en ocasos de fuego
ya no florece tu ruego
en mis noches invernales.
Y bajo de los sauzales
de blanca luna viajera
se ha muerto la primavera
en triste ausencia de flores
porque de aquellos amores
ya ni te acuerdas siquiera...

Milonga de un entrerriano



Soy medio de Feliciano
y aunque naci en Paraná
fue en Colón donde en verdad
aprendí a estrechar la mano.

Me han querido en Gualeguay,
llanura de suaves termas
cuyo río es un poema
que baja de Villaguay.

Federación es clavel
de una costa incomparable
que supo blandir el sable
con "Guarumbá" el indio fiel.

Cuanto a Concordia y sus lares,
salvo mejor opinión,
no es mala ponderación
llamarla tierra de azahares.

La Paz igual que Diamante
se empinan en gesto airoso
junto al Leonado anchuroso
que mira siempre adelante.

El Tala y el Nogoyá
son arroyos que dan nombre,
a unos pagos donde el hombre
es un hombre de verdad.

De Uruguay corazón ancho,
refugio de tradición,
digo con viva emoción
que fue cuna de don Pancho.

Victoria con sus cuchillas
en las luces de la tarde,
palabra que sin alarde
es la octava maravilla.

Gualeguaychú ya se amansa
junto al agua que va al mar,
como el que acaba de amar
y disfruta la bonanza.

Milonga de un Entrerriano,
retozona y verdadera,
te adiviné toda entera
en la palma de mi mano.


martes, 11 de febrero de 2014

Mi tiempo (Milonga)



"¿Que apuro tendrá mi tiempo
o será lerdo su andar,
tendrá inquietud por el viaje
o nastalgias de viajar,
vendrá mirando el camino
o camina sin mirar?"...

 ..."Tendrá sueños que lo esperen,
aunque espere no soñar?
Tendrá ganas de que lleguen
aunque no los va a buscar?
Nada se hizo soñando...
Nada se hace sin soñar!! "...


..."¿Qué penas abrá tenido,
qué alegrías pudo hallar,
que sonrisas pa alegrarse,
qué fuerza pa no llorar?,
las alegrías alcanzan,
las penas suelen faltar".

..."Tendrá conciencia o acaso
no le importan los demás?
sabrá sentirse culpable
o busca justificar?
Tarde o temprano aparece...
mejor temprano nomas!! "...

.."¿Qué apuro tendrá mi tiempo
qué sueños que soñará,
 qué penas y qué alegrías
tendrá conciencia tendrá?,
tiempo que dura una vida
será mi vida nomás".

La rodada


(Dibujo: Enrique Rapela)



Declinó la tarde
y en el campo raso
que el chajá vigila
con ese celo
que es una consigna,
hizo pie la noche,
que en su intenso duelo,
traiba, parecía,
no se qué misterio
que en temblar me daba
y hasta tuve miedo.

Miedo de que fuese
no el puñal del maula
que en las sombras hiere,
ni el rugir del puma,
ni el grito salvaje
del malón que vuelve.
Sino tu "ricuerdo",
tu "ricuerdo" Rosa,
que abichao del alma
y afiebrao me tiene...

¡Ay!, si yo pudiera
sanar de las piernas
y montar el zaino
pa' seguir tu huella.
Te juro que el maula
que se armó en la penca
de mi mala estrella,
no iba a andar tan suelto,
con la cincha floja
en terreno liso,
sobaqueando yeguas.

Maldita rodada...
Y hasta ruin el zoco
que quebró mis piernas...
¡Fuera! ¡Fuera los recuerdos!
¡Fuera sombras maulas!
¡Fuera noche perra!
Cierrenmé la puerta
con tranca y cerrojo
y atenmé los ojos,
que no quiero verla.

Gauchazo el Doctor



"Siempre soy de su partido,
Dotor Florentino Soto
y hace años que lo voto
contento y agradecido,
jamás echare al olvido
su gesto de hombre sincero
cuando acusao de cuatrero
me hizo el Sargento aprender,
porque me alcé sin querer
diez vacas y un toro overo".

"Usted que es hombre de cencia
pa´defender a los amigos
no precisó de testigos
pa mostrarles mi inocencia.
Después en otra emergencia
sus razones me salvaron
y fue cuando me acusaron
unos gringos con sus quejas,
por unas pocas ovejas
que en casa se aquerenciaron".

"Otra vez me enamoré
de una tropilla divina
y una noche de ñieblina
jui a buscarla y la llevé,
por ese asunto almiré
su soltura pa expresarse
y les dijo al lamentarse
-"esta vida es un embrollo
que ya no le queda al criollo
el derecho a enamorarse".

"Un sin fin de sinsabores
continuamente sufrido
y siempre fui un perseguido
lo mismo que mis mayores,
entre otros muchos rigores
que sifro en tiempos lejanos
maneao de patas y manos,
el Alcalade me encerró
cuando alguno le sopló
que había marcao orejano.

"Al llegarle la noticia
que me tenían encerrado,
usted se atracó apurao
para arreglar con la Justicia.
-"¡Que tal ley lo beneficia!",
le gritó desde el umbral
y le dijo después cordial
pa´que el Alcalde lo entienda:
"que aquí se marca la hacienda
por una ley nacional".

Pa´arreglarme otra cuestión
me ha acomodao el ovillo,
la vez que carnié un novillo
oculto en un cañadón.
También por indagación
me salvó, modestia fiera,
y ocasiones por zonceras
porque hasta he sido citao
por un caballo ensillao
que me encontré en las carreras.

Y como buen partidiario
nunca olvido el tiempo aquél
en que Facundo Maciel
fue su enconao adversario;
por él me hicieron sumario
pa´enredarme en un proceso
y usted me sacó de preso
cuando al modesto Facundo
se lo mandé al otro mundo
sin boleto de regreso.

Soy ahura un hombre cambiao
y mi concencia no mancho
por eso vivo en mi rancho
tranquilo y muy sosegao
y pa´usted que me ha orientao
pa´ que agarre el buen camino
le enviaré por mi sobrino
un cordero o un lechón
cuando cuadre la ocasión
que se descuide el vecino".

Lo que dice una guitarra (Milonga)




Entre el callao sabedor
Y el que no sabe y conversa,

No se precisa muy mucho
Pa’ ver la gran diferencia.

Cuando suena una guitarra
Diciendo cosas del campo,
Su música pa’ los criollos
Tiene un acento sagrado.


Yo canto cosas pasadas
En mi vida y en mi tierra,
A nadie pido silencio
Sino al que sabe de penas.


Lo que dice una guitarra...
No lo compriende cualquiera.

lunes, 10 de febrero de 2014

Milonga Surera

El buen remedio (Gato cuyano)




Pa ver si la palabra
me me, me desenreda,

fui a ver a ña Remedios
la la, la curandera...


Me preparú unos yuyos,
me me, me dió unos sellos,

me presentó las hijas
que que, que buen remedio!...


Y desde aquel entonces
pa pa palabra santa,

me encuentro cada día
me me mejor del habla...


Y ahora no preciso
yu yu, yuyos ni sellos...

si me curan las hijas
de ña Remedios!

Mi comarca




Cuando digo tu nombre, mi comarca,
un resuello animal buye en mi pecho,
debe ser los que anduvieron el pasado:
caracol, lecho de mar, hace milenios...

Sigo siendo animal y me preocupa
todo lo que hay en vos y no he nombrado,
pero conservo la estatura del paisaje
y la forma de ser que me enseñaron.

Cual el débil pichanal que besa el viento
así tiembla mi sangre cuando canto
un cósmico sonido me circunda,
como un caldén degollado, me desangro.

Cuando digo tu nombre, mi comarca, 
lo digo como un rezo en tono bajo,
calladito el chañaral deja sus flores
como dejan sus soles los veranos.

Anduve en la leña y fui lumbre,
también mate calentito allá en los puestos
los adioses que tengo del paisaje
llenan todos los decires de mis versos.

Cuando vuelva a nombrarte, mi comarca,
tal vez sea la sombra de un alero,
un terrón de sangre diluída
o la simple canción del guitarrero.

Solo soy un peón (Milonga andina)





         I
Solo soy un peón rural
me dijo Pedro Parada
Algunas veces canción
y otras veces casi nada.
 II
Solo soy un soñador
que anda por las madrugadas
Tal vez por ser andador
suelto pájaros al alba.  

Estribillo
Me gusta bajar al pueblo
si ando en domingo y con paga
Para soltar unos versos
a dúo con mí guitarra.

Solo soy un peón rural
me dijo Pedro Parada
Si me invita una ginebra
suelto Pájaros del alma.

Recitado
Nací allá por el Chubut en un pueblito lejano,
sé que una vez tuve padres y no sé cuantos hermanos,
ocasión me enamoré y hasta levanté mi rancho,
pero en las tranqueras gauchas siempre rondan los caranchos.
Me largué por esas huellas como buscando la luz,
detrás del piño cansado me vine pa’ Santa cruz,
fueron pasando los años como galopiando estrellas
dobre la piel de un guanaco o en las patas de un ñandú,
y aquí me ve lagrimeando con unos tragos de más,
más no se aflija paisano: solo soy un peón rural.
        III
La escarcha de los inviernos
nunca le hace mella al alma
Que suele tener un criollo
cuando la muerte lo alcanza.
---------------------------
Solo soy un peón rural
me dijo Pedro Parada
Si me invita una ginebra
suelto Pájaros del alma.

Paisanos


Querime serrana (Canción criolla)



Cuando tengas un cariño, ¡ay de mí!,
procura mirar primero,
adonde ponís los ojos
no sea que lloris luego.

Cuando me allegue a tu rancho, ¡ay de mí!,
te pido no me disprecies,
que aquel que vive penando
le toca morir dos veces.

Así cantaba un cuyano ¡ay de mí!
que de dolor se moría,
por lejos que estés mi cielo,
te he de alcanzar algún día.

domingo, 9 de febrero de 2014

Del pasao (Milonga corralera)


¿Ande canejo he llegao,
ande está mi malacara,
que se ha hecho'e la manta clara
con que yo vine tapao?

¿Adónde está mi recao,
mis riendas, bastos, caronas,
rebenque, estribo,
mi vincha, mi chiripá,
mi guitarra dónde está
que no siento sus bordonas?

Mi cuchilla, mi yesquero,
mi tijera tuzadora,
¿dónde están las boleadoras
y aquél aludo sombrero?

¿Ande la cincha de cuero
que yo mesmo trabajé
y que mil veces cinché
potros de tuitas estampas
y que hice temblar la pampa
de los tiempos que domé?

¿Dónde aquél tirador
ricuerdo del finao tata,
con letras hechas de plata
maciza y de la mejor?

Era de mucho valor,
tenía monedas peruanas,
pesetas americanas
y de oro cuatro botones,
ricos soles patacones
y chirolas bolivianas.

Tuito ha quemao el brasero
de la civilización,
el gaucho dejó el fogón,
su china y su parejero,
y hasta el patrio ombú pampero
que se eleva en la ensenada.

Tuito convertido en nada
y el rancho que ayer fue vida
hoy es tapera caída
sobre la pampa quemada.

sábado, 8 de febrero de 2014

El hombre es más que un cigarro (Milonga)



Yo que viví antes que vos
te puedo salvar acaso,
pues aventaja el añoso
al mozo en plan de consejos
en que el mozo no fue viejo
en cambio el viejo fue mozo.

Quien se ufana por lo bueno
se vuelve ciego a lo malo
hasta que como un regalo
le cae la Providencia
una tunda de Prudencia
y una experiencia de Palo.

Marca tu paso en la vida
como las ruedas del carro,
deja su rostro a lo largo
porque según yo presumo
el cigarro se va en humo
y el hombre es más que un cigarro.

Entre los bienes a mano
elegí el tuyo a tu antojo
pues nadie calcula a ojo
quién se prende con más ganas:
si es el abrojo en la lana
o es la lana en el abrojo.

La mujer blanda de boca
puede servirte a destajo
pero tomate el trabajo
de cuidarla y comprender
que sigue siendo mujer
de la boca para abajo.

Marca tu paso en la vida
como las ruedas del carro
deja su rastro a lo largo
porque según yo presumo
que el cigarro se va en humo
y el hombre es más que un cigarro.

La promesa




La fiesta se originó
finalizada la trilla,
porque "sin las de semilla"
cuarenta bolsas les dió;
fue el patrón quien prometió
ante sus hijos y hermanos:
"Si son rindes soberanos
menos las monjas y el fraile
voy  a convidar a un baile
para premiar mis paisanos".

Allí, tras acomodarse
las parejas en su rol,
de la luz que da el farol
buscan bailando alejarse;
"¡Es cuestión de no 'apamparse'!"
grita ocurrente el mensual,
y un viejo sentimental
que de temprano ha chupao
dice: "Se han entreverao
como cuero sin señal".

Un vasco busca camorra
cuando comprobó su vista
que hasta el medio de la pista
le han hecho volar la gorra;
semejantes a cotorra
las chinas largan su rollo,
y bajito reza un criollo
a la hermana del puestero:
"Dios me hiciera jardinero
pa'cuidar d'éste pimpollo".

Tiró el lazo con aplomo
un peón al oír: "¡ranchera!"
y pialó de compañera
la hija del mayordomo;
corajeando, ni sé cómo,
le dijo en tono de gozo:
"Soy dorreguero y buen mozo
mas le advierto sin cumplido,
que con usté voy metido
como balde dentro'el pozo".

Escuchando su verseao
la chica le sonreía
pero astuta se venía
lo mismo que pampa alzao,
y haciendo el pelo a un costao
replicó con voz de ruego:
"Los muchachos de Dorrego
que en amor no hallan fortuna
son como tronco'e tuna
no sirven ni pa'hacer fuego".

Y otra vez trenza ilusiones
el soguero del destino,
hasta que se abre camino
el sol, entre los galpones;
sin que vean los patrones
hay besos bajo el alero,
un gato lame el talero
culpa del vaso volcao,
y un cusco ya muy cansao
se arrolla sobre el apero.

Mujer de campo


(Pintura: Fernando Fader "En el patio")

Hoy le canto a la mujer
que en rudezas campesinas
pasa una vida, sin finas
costumbres de pretender,
aquella, que con placer
una vaca, va a ordeñar,
pudiendo fácil manear
llenando el balde lechero…
y luchándolo al ternero
que no quiere cabrestear.

Mujer, que muy tempranito
con un poco de cereal,
a sus aves de corral
alimenta, en un ratito,
la que en algún rinconcito
hizo “quinta” de verdura,
punteando, la tierra dura
con vigor de una muchacha…
y a dos manos con el hacha
corta leña, con soltura.

A esa mujer, sin pereza,
que ayuda a su compañero,
en el corral, el potrero,
de a caballo, con destreza;
que no andará con rarezas
ni sus manos las mezquina
de tiznarse en la cocina
con cacerolas de sopa…
y aún lava toda la ropa
en un fuentón, o una tina.

La que no olvida de hacer
las tareas de la casa,
por eso unas horas pasa
en remendar… en tejer;
la misma que va a prender
el fuego para el asado,
y al asador, ensartado
puso un cuarto de capón,
que charquió con precisión
del garroncito colgado.

Campesina de “una pieza”
hasta ordenar un galpón,
y a la par del mejor peón
levanta bolsas que pesan;
no tiene delicadeza
si hay que entrar en el chiquero;
con práctica de un campero
si la ocasión se presenta,
ata un sulqui… y desenvuelta
sabe estaquear cualquier cuero.

Le canto por su simpleza
porque es como flor silvestre,
teniendo conciencia agreste
guarda dulzura y belleza;
mujer de campo, en nobleza
¡quien la pudiera igualar!
Matecito al aclarar,
Hogar que tan lindo ofrece
y este homenaje merece…
que así, le quise dejar.


Sin Guarda Ganao


(Pintura: Eleodoro Marenco)

Yeguesé pa'mi rancho
un día de galopito
aunque es medio pobrecito
algo tengo en el gancho,
la tranquera a lo ancho,
siempre está abierta cuñao
no existe guarda ganao,
ni hay animales sotretas,
y tampoco la sujetan
los griyes de un candao.

Si yega algo cansao
hay catre y unos cueros,
el mate amargo primero,
si es que yega venao.
Dejuro que emocionao
me viá sentir, amigaso,
parece verlo al picaso,
oigo el tañir del cencerro,
y entre toridos de perro
corro pa'darle un abrazo.

En el rancho va a encontrar:
carne, la bota de vino
y un pedazo de tocino,
al buche le puede echar,
gayeta no ha de faltar
en el rancho de un crioyo.
Y pa'no andar con embroyos
tuitas las migas aproveche,
porque mojadas con leche
se las comerán los poyos.

Pasaremos horas gratas
como dos güenos paisanos,
le voy a mostrar hermano,
unas fotos de mis "tatas",
ella es quien desata
mil ricuerdos en ocasión
y alrededor del fogón
hablaremo'e campereadas,
donde mi gaucha encordada
nos habla de tradición.