domingo, 11 de septiembre de 2011

La yerra

(Dibujo: Eleodoro Marenco)

Ni bien quiere despuntar
el alba su sol ardiente,
y en el monte alegremente
se oyen las aves trinar;
después de cimarronear
en una estancia, los peones,
mientras anden los jogones
priparaos para la yerra,
de tuito el pago ¡gran perra!
caen los gauchos a montones.

Y en un buen pingo aparcero
por un buen criollo montao,
saca del rodeo enlazao
a los brincos un ternero;
un paisano placentero
le larga un pial con fijeza;
lo hace con toda entereza
porque es del criollo el anhelo,
hacerlo dar contra el suelo
al ternero, de cabeza.

Ni bien cai, es un primor;
unos tratan de apretarlo,
otros corren a manearlo
pa asegurarlo mejor;
y llaman al marcador
que al punto llega corriendo,
"¡Cuidao!", viene diciendo
para a ninguno quemar;
y en un cuadril, sin tardar
le asienta la marca hirviendo.

Ni bien se la hubo asentao,
larga el ternero un balido;
pues lo ha dejao dolorido
la marca que lo ha quemao;
después de haberlo castreao,
las maneas le van sacando;
y sale trastabillando
y dándose más de un tumbo;
y ansina toma sin rumbo,
campo ajuera disparando.

Las yerras en la ocasión,
duran unos cuantos días
de trabajo y alegrías;
es como una diversión.
Es una gaucha reunión
unas yerras terminadas;
allí hay carreras, domadas
a lo gaucho verdadero:
un güenazo asao con cuero,
mate amargo y empanadas.

Mientras que bajo el alero
al compás de una guitarra,
un payador canta y narra
más de un idilio campero.
Después con tuitazo esmero,
arranca de su encordao
un lindo gato polqueao
bajo las viejas glicinas,
donde hacen sonar las chinas
el vestido almidonao.

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