Le helada era un manto blanco
cubriendo los pastizales,
retozaban los baguales
buscando apurar el tranco.
El sol asomaba franco
caldeando la serranía,
yo salí de "La María"
por orden del capataz,
iba con rumbo al "Claraz"
y en esa mañana fría.
Pisando huellas de un carro,
emponchao sobre mi oscuro,
con los dedos medios duros
apenas si armé un cigarro.
En un charquito con barro
metía barullo un hornero,
cerca cantaba un jilguero
con tono muy afinao
y hasta un carancho espantao
pegó su grito agorero.
Los potros que iba llevando,
overos de varios pelos,
por delante y sin recelo
se iban como retozando
y cuando alguno pastando
se quedaba distraído,
el látigo del silbido
chasqueaba de maravilla,
y se unía a la tropilla
y en un galope tendido.
Repechando el medio día
pasé por una tapera,
que de un tal Mañeres fuera:
almacén o pulpería.
Un bocao de carne fría
me lo mandé con galleta,
lo tenía en la maleta
igual que una bota'e vino,
y así continué el camino
con la panza bien repleta.
Seguía acortando distancia
y entre milonga silbada,
con la tarde media echada
aparecí en "La Numancia".
"Sacrificio no es ganancia",
me dije y desensillé,
una giñebra tomé
a la salud del patrón
y después de un galopón
el tiempo recuperé.
Con noche casi cerrada
tal vez un poco cansao,
llegué y al mesmo encargao
pude entregar la potrada.
La cosa quedó arreglada
y ahí nomás como les digo,
mi oscuro está de testigo,
lo exigí porque es capaz,
pa churrasquear en Claraz
en el rancho de un amigo.
(Foto de la Estación "Claraz")
LOS HERMANOS BALTAZAR
Hace 6 días
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