viernes, 16 de septiembre de 2011

Mala suerte

Mi buen amigo Zampayo
aquí esta carta le escribo
y con tristeza le digo
que se le ha muerto el caballo.
Calculo lo mató un rayo
en la tormenta pasada,
de raro no le ví nada,
ni herida ni estaba inchao
tan solo lo hayé tirao
cerquita de la alambrada.

Me tendrá que perdonar
si de apurao me bandié,
pues las botas le saqué
sobre el pucho y sin pensar.
Ya las empecé a sobar
y por lo que puedo ver,
aunque usted no quiera creer
yo le aseguro Zampayo,
que pal 25'e Mayo
se las va a poder poner.

No crea que fue senciyo
entrar a cortarlo al ruano,
aunque soy hombre baqueano
me entró a temblar el cuchillo.
Cerca de unos duraznillos
lo termino de enterrar,
sólo lo quise salvar
de los perro o los caranchos
y la angurria del algún chancho
que se me suele escapar.

Yo se que lo que ha perdido
mucho lo va a entristecer,
porque su pingo a mi ver
era de los elegidos.
Recuerde que fui testigo
cuando lo empezó a amansar,
yo lo supe amadrinar
el día que usted lo montó
¡qué jineteada se echó,
no es cosa para olvidar!

El día que usted prefiera
alleguesé a ver mis tropillas,
que sin ser de maravilla
podrá elegir el que quiera.
La madrina es una overa
de pelo zaino bragao,
el resto son colorao
y es de cuento muy parejo
atráquese le aconsejo
y volverá bien montao.

Y ya mesmo me despido,
Zampayo hasta que Dios quiera,
está abierta la tranquera
pa recibir a un amigo.
No vaya echarme al olvido
y yeguesé sin tardanza
me ilusiona la esperanza
de ver su estampa campera
con un abrazo lo espera
su aparcero Alberto Danza.

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