viernes, 13 de abril de 2012

Paraje costero

(Foto: Eduardo Amorim)

¡Tuito el cielo se ha limpiao!
Se alargan los días, ya veo,
¡si hasta el zaino en su escarceo
me da la razón, cuñao!
Al dir cruzando el bañao
contrapuntean dos chajases;
pájaros de tuitas clases
levantan güelo a mi paso,
y al agua, un pato picazo
en reflejos la deshace.

No se ve la blanca helada.
La vida cambia el color
y un mburucuyá, su flor,
abre en un tala colgada.
Puedo ver a la pasada
que una nutria se sambuye
y en tanto el agua diluye
las güeyas que abrió su paso,
da un garza un aletazo
y ante mi presencia juye.

Se’mpenacha el pajonal,
la espadaña reverdece
y como siempre florece
el ceibo, muy federal;
de un albardón, el cardal
por completo se ha’dueñao,
y ayí en el medio ha quedao
con su erizada melena,
un espiniyo que apenas
alcanza ha ser divisao.

¡Ah mi paraje costero!
Aprendiéndote a querer
cuántas cosas a mi ver
hay pa’ cantarte, campero.
Yo ya repecho el sendero
que me yeva al “puesto viejo”
ande vive Marcos Trejo
y pa’cortar el camino,
enhebro el silbo de un trino
mientras galopo parejo.

(5/10/1981)

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