miércoles, 23 de mayo de 2012

Leñita de vaca


Ya que los puebleros no valoran nada
que no tenga brillo, ni lujo, ni encanto,
quiero demostrarles que hay cosas sencillas
que en ciertos momentos se valoran tanto.
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Leñita de vaca, que en esos inviernos
que bajó la nieve pa blanquiar mi rancho
te miré sin verte mientras esperabas
que alguno precise pedirte una mano.
¡Y las cosas llegan como llega todo!
La disgracia quiso visitar mi pago
y una mala noche la encontré a mi mama,
con una fatiga que s'estaba augando.
El dotor me dijo qu'era pulmonía;
me mandó unos frascos
y además me dijo que las cataplasmas
eran necesarias pa curar su daño.
¡Y ahi jue la de a peso! Si en aquél invierno
ya no me quedaban ni yerba ni marlos...
Yo agarré pal campo buscando algún yuyo
-sin mucha esperanza de poder ayarlo-,
cuando una bostita muy seca y muy chata
pareció decirme: "¿Dónde vas, muchacho?
¿No ves que yo sirvo pa encender un fuego?
¡Parece mentira que jueras del campo!"
Pensando en mi mama, qu'estaba tan cáida,
me las fui juntando; las cargué en mis brazos...
¡Y mi mama vive! ¡Vive todavía!
¡Por eso, bostita, te quiero y te canto!


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