jueves, 10 de mayo de 2012

La zanja de Alsina


Ochocientos zanjeadores
a pie por el campo abierto
marcharon hacia un desierto
de rigor y de dolores.
Eran los trabajadores
huidos de una quimera,
que a una empresa aventurera
se dejaron redimir,
haciéndoles construir
una línea de frontera.

Y los gringos picadores
iniciaron el trabajo,
obligados, a destajo
entre fríos y calores.
Hubo muchos desertores
en esa cruenta rutina,
como una mueca argentina
la muda burla estará,
cuando se recuerde la
famosa: "Zanja de Alsina".

Con azotes del pampero
y el frío de la cruda escarcha,
iba avanzando la marcha
guiada por un ingeniero.
Luego el calor de febrero
los dejaba en agonía,
dos años la travesía
duró en rudo trabajar,
porque había que zanjear
un kilómetro por día.

Así costeando lagunas
entre médanos y rocas,
repicaban ideas locas
en infinidad de lunas.
Leguas y almas de a una
el tiempo se echó en el anca
la bajada y la barranca
lo calculado cambió,
desde el pueblo de Italó
al pueblo de Bahía Blanca.

Y fue tan grande el deceso
por las víboras mordidos,
que quedaban destuidos
en ese cruento suceso.
Quien por suerte salió ileso
d ese terrible calvario,
cumplía el itinerario
de un fortín a otro fortín
engarzándolos al fin
como si fuera un rosario.

Y fue tan grave el dilema
cuando hallaron suelo duro,
que construyeron un muro
resovliendo así el problema.
Por ahí se llegó a la extrema
orden que se determina,
y al fin el foso de Alsina
llegó a una conclusión
de ser un simple zanjón
o un cerco de cinacina.

Vino a ser por las sencillas
entradas de indios tranquilos,
un alambrado sin hilos
sin postes y sin varillas.
No les hizo ni cosquillas
la zanja de altura escasa,
y donde quedaba rasa
cuando a él se le antojó,
"el pampa" llegó y salió
"como Pedro por su casa".