domingo, 21 de octubre de 2012

La huella que deja el tiempo

 (Foto: Samuel Boote año 1880/1890)

La noche perdió su manto
tachonado con estrellas
y una luz de luna bella
alumbró de plata el campo,
entre penumbras el rancho
mostraba su decadencia,
en el patio la presencia
de un perro flaco y hambriento,
acentuaba los lamentos
del dueño de esa querencia.

Lo que ayer fue rancho altivo
con vida y calor de hogar,
hoy solo puede mostrar
los pesares que ha sufrido,
su dueño, criollo curtido,
ya no puede mantenerlo,
prefiere casi no verlo
inclinado hacia un costao,
 con sus horcones doblao
como nadia puede creerlo.

En tiempo de las patriadas
cuando estaba bien plantao,
le dio refugio y bocao
a las tropas de avanzada,
 aguantó las maloqueadas
del indígena irredento,
se afirmó frente a los vientos
como potro acollarao
y siempre salió parao
sin pronunciar un lamento.

Viejo rancho que ayer fueras
reducto del paisanaje,
donde sonara el cordaje
de guitarras fortineras,
hoy solo sos la tapera
de un pasado esplendoroso,
y aquél paisano orgulloso
que en barro moldeó tu estampa,
hoy se cubre con la manta
de tu recuerdo glorioso.

Rancho y gaucho de mi suelo
son postales de un ayer,
que vuelven a florecer
en mis recuerdos de abuelo,
ellos son el gran desvelo
de todos mis pensamientos,
y en mi canto, echao al viento,
bajo el silencio'e la noche,
queda prendido este broche
de amor, patria y sentimiento.

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