martes, 9 de octubre de 2012

Don Mateo


(Pintura: Molina Campos)

Cuando murió don Mateo
según la gente censura,
lo excomulgó el padre cura
por incrédulo y ateo;
pues le negó sin rodeo
el descanso en lo sagrao,
y en un cuero retobao
lo arrojaron por los cerros,
de su alma infiel y sus yerros
se hizo cargo el condeano.

Vicio que en la vida hubiera,
don Mateo lo tenía,
no le quedó picardía
que en el pago no la hiciera:
le manotiaba a cualquiera,
una prenda del recao,
falseaba un certificado,
adulteraba una guía,
y él mismo se defendía
porque era como abogao.

Cuando Mateo murió,
de su carne, de su médula,
se separó su alma incrédula
y al cielo eterno llegó;
por un sendero rumbió
que iban otras almas más,
siempre vichando detrás
hasta que halló dos caminos,
el de los reinos divinos
y el de los de Satanás.

"Dios estará disgustao
pues tendrá noticias mías,
dejuro que en éstos días
el cura me ha embarrunao,
que soy un excomulgao
por ateo y por infiel,
y lo habrá puesto de hiel
para que no me dé entrada,
ya no me queda más nada
que encararme con Luzbel".

Cuando al infierno llegó
el diablo salió a su encuentro,
lo invitó a pasar adentro
y sonriente lo abrazó;
-"parece que he caído yo
en un día de función",
-"aquí siempre diversión,
es jarana todo el año",
y sospechando un engaño
entró con más precaucion.

-"¡Pase amigo!, chupe y pite",
dijo el diablo con bonanza,
"arrímese con confianza,
no espere que yo lo invite";
aprovechando el convite
Mateo se entró a servir,
"después si quiere salir
ahí tiene recao y flete,
como sé que es buen jinete
aquí se puede lucir".

Se armaron canchas de taba,
mesas de monte y de dados,
todos muy entusiasmados
ahí se copaba y copaba;
Tatanás vio que vichaba
y dijo: -"pase a jugar",
y le largó sin contar
un royo de patacones,
y sin más explicaciones
ahí Mateo entró a apostar.

Al caer de la oración
llegaron unas cien mozas,
como un mar de mariposas
sobre una rosa en botón;
Satán dijo: -"elija, mi don,
la que le guste de aquí",
eligió una moza ahí,
morocha de ojos tristones,
de unos labios querendones
que siempre decían, sí.

Una vez en confidencia
él le preguntó al Satán,
-"dígame dónde es que están
las almas en penitencia:
En toda la dependencia
a naides vide llorar,
ni pedir ni suplicar,
ni condenarlo al trabajo,
¿como dicen allá abajo
que aquí se viene a penar?"...


-"Si esto se llega a saber
para el cielo sería un desmedro.
y seguro que San Pedro
todo pondría en alquiler...
Usted bien lo puede ver,
usted, es curado de espanto...
El suplicio, los quebrantos
y la ira de Lucifer...
son cosas que hago correr
pa' que no se vengan tantos!".


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