lunes, 12 de noviembre de 2012

Romance para el hijo'e naides


(Foto: Eduardo Amorim)

Alto, fornido, forzudo,
hecho a golpes de coraje,
el tiempo ha parido un hombre
que llaman "hijo e'naides".

Era un gurí a "media lengua"
cuando, vaiga a saber de ande
lo trujo a la puerta el' rancho
el  camino de la tarde.

Se extravió de las carretas
que se hunden en el paisaje,
por borrarse de una culpa
lo arrojó una mala madre.

¿Cualo juera el viento maldito
que acercó a ese pago de hambre
a este ser sin otro delito
que llamarse "hijo 'e naides"?

Pero yo, Ciriaco Olmedo,
oriental por las dos partes
dormí una noche a lo perro
por darle el calor de un catre.

Lo crié como a mis hijos
y no tenía mi sangre.
Sufrí sus propios dolores
y no era de mi carne.

Se hizo juerte en el trabajo,
si hizo gueno con las aves,
lo otro que aprendió en la vida
se lo enseñé yo, su padre,
por que pa' Ciriaco Olmedo,
él no es un "hijo 'e naides".

Me lo gané con cariño,
no con un rancho y un catre,
y él me ganó con cariño
¡No hay deuda que no se pague!

Nada me debe por hijo,
nada le debo por padre,
¡Bendito sea el camino
que me lo trujo una tarde!

El año que estuve enfermo
solo sin ayuda 'e naides
aró, preparó la siembra
y sangraron los trigales
en la entraña generosa
de la santa tierra madre.

Pero mis hijos, los propios,
que son carne de mi carne,
que son vida de mi vida,
que son sangre de mi sangre,
los llevó un viento dañino
a un remolino de naipes.

Uno jugó la vergüenza
y aura lo tiene el alcalde
al rigor de cuatro estacas
esperando que declare.
¡Qu'en este mundo de Dios
no hay deuda que no se pague!

El otro que era ladrón,
en una noche azabache
al saltar un alambrao
pechó con cuatro sables
y ahi nomás perdió la vida,
qu'es otro juego de naipes.

Y aura yo, Ciriaco Olmedo,
me hice amigo e' la tarde
esperando qu'el camino
me traiga otro "hijo e' naides"
como aquél que viene arriando
mi tropilla de alazanes...

 

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