jueves, 1 de noviembre de 2012

La muerte del toro


(Pintura: "Guazo de Buenos Ayres enlazando un toro" por Juan Ravenet)





La volteada

Muge plantado en actitud bravía,
ceñido el lazo del testuz adusto,
y terco afronta con empaque augusto
el asalto voraz de la jauría.

Hinca, dócil al puño que lo guía,
el duro casco el alazán robusto,
y piafa lleno de sudor y susto
de la cinchada en la mortal porfía.

Y cuando el toro enceguecido y fiero
brotando espuma de repente arranca
y la embestida poderosa cierra,

se cimbra el lazo sobre el bramadero
y entre una densa polvareda blanca
el cuerpo cae reciamente en tierra.

La muerte

Y yace el bruto en la postura inerte
con que el hombre mañoso lo invalida,
la carne de cansancio estremecida,
y al fin tumbado el espinazo fuerte.

Nadie el espanto y el dolor advierte
de la negra pupila entristecida,
donde tiembla la fuerza de la vida
con la oscura zozobra de la muerte.

¡Después, el estertor, el hondo tajo!
El hombre indiferente en su trabajo
limpia el puñal en la cerviz del toro.

La sangre por la herida borbotea,
y un escuálido perro saborea
el caudal rojo de vislumbres de oro.

Agosto de 1916.



(Pintura: Emeric Essex Vidal, "El matadero" /1818)

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