lunes, 19 de noviembre de 2012

Dos amigos y un picazo



-Por algo que va a gustarle,
Don Morales, vengo a verlo,

he decidido venderlo
y me yegué pa'visarle.
Está de sobra esplicarle
que aquí el trabajo es escaso,
y si a mi suerte hago caso
le diré que me es ingrata,
y haciéndome falta plata
vengo a ofrecerle el “Picazo”.

-Siempre he querido comprarlo
pero me apena, Contreras,
que tenga de’sta manera
que venir a negociarlo.
El antojo de montarlo
todavía lo mantengo,
más lo miro, ¡más sostengo!,
que pa’ mi sería un gustazo,
que me luciera el “Picazo”
algunas pilchas que tengo.

-Si se lo vine a ofertar
(aunque me cueste dejarlo),
es porque a más de apreciarlo
se que Usté lo va a cuidar.
Como manso ¡ni que hablar!,
es su condición mejor,
y si acrecienta el valor
también decirle quisiera:
¡que pa’ enlazar campo ajuera
es cabayo superior!

-Yo lo he visto una ocasión
que hubo yerra en “La Enramada”
haciendo zumbar la armada
en su mentao redomón;
¡que pingazo pa’ un tirón!
esclamaban los paisanos,
si entre fletes soberanos
el suyo se destacaba,
siendo luz si atropellaba
y un lujo al cambiar las manos.

-Contreras, vamos al grano,
no se lo voy a comprar,
pues no le quiero quitar
lo que’s su orguyo paisano;
tengo pa’ darle una mano
algunos pesos que ahorré,
con gusto se los daré
y a que me acete, lo obligo,
porque sepa que a un amigo
¡nunca lo dejo de a pie!

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