(Foto: Eduardo Amorim)
Era un potro de mentas, alto y fornido,
al que contramarcaran en esa yerra
y exhalara rebelde cada bufido
que en su contorno hacía temblar la tierra.
Lo acorraló, sin duda, la suerte perra.
Un peón, por divertirse, va hacia el caído,
le afloja las maneas, monta, se aferra
y la lonja levanta sonoro ruido.
El chúcaro se yergue, dispara un trecho,
esconde la cabeza bajo del pecho
y corcovea en forma de remolino;
Pero el criollo que es diestro, no se acobarda
y le grita al gauchaje: ¡Dejenló que arda,
que pegao en el lomo va un argentino!
LOS HERMANOS BALTAZAR
Hace 6 días
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