jueves, 16 de junio de 2011

Guitarreos


Es al ñudo bellaquear
cuando no dá la osamenta,
que la guasca se revienta
de tanto hacerla estirar;
cuando me pongo á tocar
ya los dedos se me entumen
y aunque de máistros presumen
al ñudo es la presunción;
se pierde la ejecución
como se pierde el cacumen.

Puede horquetarse en el lomo
de un bagual, un viejo quiebra,
mas ya no muestra la hebra
como antes, ni por asomo;
pues por más que sepa como
se trabaja en el recao,
encontrándose pesao
ese saber es en vano,
que al ñudo, sin ser liviano,
es querer salir parao.

En el viaje de la vida
se marcha lindo y parejo
mientras que á matungo viejo
no se llega en la partida,
pero cuando ya entumida
se siente la chiquizuela
es al ñudo que le duela
cuando se siente aporriao,
porque á matungo cansao
no lo aligera la espuela.

En un tiempo fuí clavel
que en la mata se mecía
mientras su aroma esparcía
perfumándolo al verjel,
pero el invierno crüel
que la vida va agostando,
poco á poco ha ido secando
mis gajos más corpulentos
y aunque en el tronco hay alientos
ya no vivo perfumando.

Así es todo en la existencia,
incluso aquello del vino,
pues se me hace desatino
creer que sea eterna su esencia;
á toda, la Providencia
le ha puesto termino fijo,
y por eso yo colijo
que cuando sopla el pampero
lo lleva el diablo al sombrero
en cuanto afloja el barbijo.

Como les iba diciendo,
voy marchando á lo cangrejo,
como marcha todo viejo
que ya vichoco va siendo;
al ñudo agarro y enriendo
animal que bellaquea,
cuando le aflojo colea,
se hamaca si lo sujeto
y en cuanto me le enorqueto
dejuro me basurea.

Precaviendo machucones
aura matungos prefiero,
pues con matungo aguatero
no hay peligros de arriesgones.
En mi saco hay chicharrones,
se me hace cosa sabida,
pero no arriesgo partida
si la flor no es de cuarenta,
porque así no me revienta
ningún chambón ¡en la vida!

La vida tiene ilusión
mientras que brindan placeres
flores, música y mujeres,
cuando el hombre es mocetón,
pero llegando á treintón
ya la cosa es más formal,
hay que cuidar el caudal
mezquinándole á los tantos,
y al pingo de los encantos
echarle medio bozal.

Yo ya soy de los que viajan
despuntando cañadones,
y hacen el viaje á tirones
si escollos no los atajan;
con los años se rebajan
las fuerzas, eso es sabido,
y cuando al hombre entumido
lo deja la suerte adversa
tiene que buscar por fuerza
el calorcito del nido.

Eso es lo que me sucede
y lo que el mal me aconseja,
el arrimarme á mi vieja
que es quien aliviarme puede.
No hay nadie que desenrede
con más tino la madeja;
¡dichoso del que se queja
de dolor en la cadera
si tiene una curandera
que cure como vieja!

Quien á buen árbol se arrima
de buena sombra disfruta,
y come la mejor fruta
quien del árbol está encima.
Y aquí le aflojo á la prima
por temor que se reviente,
pues siempre tengo presente
que con la cuerda añadida
es serenata perdida
por más que el pulso se asiente.

Pajarito que á la aurora
te columpias en la rama,
mientras que trinos derrama
tu gargantita sonora,
si hay algún triste que llora
cuéntale que no me has visto,
porque si en el mundo existo
ya no es para consolar;
que es un puro suspirar
el pobre viejo Calisto.

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