jueves, 23 de junio de 2011

Lindo domingo de fiesta


Por ser más domingo que otro,
hoy es domingo de fiesta:
la primera luz del día
corre a lucero y estrella
que amagaron a quedarse
hasta que el sol con su cresta,
hizo un serrucho y cortó
a todas las nubes negras.
En la cruz de dos caminos
un cartel lleno de letras,
anuncia la jineteada
que en el pago se comenta,
y abriendo su boca ancha
para tragarse la huella,
hoy se libra del candao
una tranquera de rienda.

En el poste que se agarra
para afirmar su existencia,
luce en la parte de arriba
lo que de una yunta queda,
el rancho de dos horneros
que lo han dejao tapera,
y como adorno mayor
del otro lao se florea
un palo atao con alambre
que sujeta la bandera,
que está tirando p'arriba
como buscando querencia.

En menos que un gallo canta
envuelve la polvadera,
la gente de todas layas
que a este lugar se allega.
Algunos en sus montaos,
otros en sus cuatro ruedas,
y por ahi un sulky viejo
que a falta'e grasa se queja...
Los que justo al mediodía
todos al monte rodean,
mientras el humo delata
que "en este país no hay miseria",
y más si llega un domingo
y ese domingo es de fiesta.

El verdor de la gramilla
deja de dormir la siesta,
porque lo despierta el grito
de unas bocinas que suenan
como si hablaran los árboles
donde forman sus horquetas,
y ya comienza el revuelo:
jinetes, potros, maneas,
bastos, estribos y cueros,
bolsas, riendas, encimeras...

Los cardos le prestan pinchos
a dos rodajas de espuelas
y la lonja gana el viento,
celosa de las banderas...
Y allí se juegan el todo:
chuzos ariscos y yeguas
contra los bravos paisanos
que su coraje alardean,
mientras se adorna el paisaje
de esta pampa de mi tierra,
con baguales que se estiran,
bufan, disparan, se arquean,
o quedan sobre las patas
paraos y no se volean
cuando los hombres se afirman
mirándoles la cabeza,
poniendo acero en la carne
de los brazos y las piernas,
castigándolos sin yel,
rayándoles las paletas,
en la topada más gaucha
de bravura y de destreza.

Y así va pasando el tiempo
entre miradas inquietas,
cuando el monte se cansa
de ver machaza proeza,
llega la tarde trayendo
una sombra pa'la apuesta,
entonces los comentarios
pasan de oreja en oreja,
repitiendo lo ocurrido
a lo largo de la rueda,
donde caballos y criollos
jugaron tamaña apuesta,
unos: no entregar el lomo;
otros: no tocar la tierra,
y todo porque el domingo
¡cayó en domingo de fiesta!

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