Para José Luis Mondragón.
Donde se enciende un fogón
porque sopla el viento nuestro:
yo vuelvo a ser el maestro
del Pueblo y su Tradición...
Del apartado rincón
hasta el centro de lo urbano;
donde vive el buen cristiano,
con amor de tierra y gente:
surge el verso consecuente
del payador entrerriano.
Allí donde está el abrigo,
con el aprecio de alhago:
está el corazón del pago,
en el pecho de un amigo.
La mano abierta prodigo,
en la alegría o el llanto:
entonces brota el encanto
de la copla más certera,
porque el alma sale afuera,
en la guitarra y el canto.
Cuando vibra la encordada
surge el verso, en su compás,
no por la risa fugaz,
tristemente comerciada...
Sin fama promocionada,
ni cobro grande y seguro,
pero con ideal maduro
y fiel a mi apostolado:
soy una luz del pasado,
proyectada hacia el futuro.
Enemigo de la guerra
hacia la justicia voy,
y siempre estuve y estoy
donde vive el hombre-tierra...
El Club céntrico y la yerra,
tuvo mi empeño mejor...
y, procurando el Amor
y humanos entendimientos,
siembro hacia los cuatro vientos,
mi canto de payador.
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