domingo, 10 de abril de 2011

Me apodan... "El poderoso"


No sé por dónde empezar
pa'conquistarme confianza:
hombre soy de poca chanza
cuando dentro a conversar.
Me han de saber dispensar
y esto no es pedir disculpa;
pa'mí, toda carne es pulpa
dende el garrón hasta el rabo...
mas, si al principiar me acabo
ustedes tendrán la culpa.

Ando un tanto mal dormido
pues anduve de jarana;
ayer jué el Santo de Juana
y estuvo muy divertido.
Yo, pa'gastarme un cumplido
le yevé unas chucherías;
un coyar de pedrerías,
una sortija de plata
y hasta unos aros de lata
que saqué en las romerías.

Baquiano pa'los convites
y más habiendo mujeres
compré en la esquina e los Pérez
un paquetón de confites.
Dentraron a hacerse quites
y rairse la paisanada,
pues, en más de una versiada
que traiban las golosinas
a cada una de las chinas
les caiba como pintada.

Yo, como siempre prudente
gané pa'l lao del alero.
Le pegué un chirlo al sombrero
pabajarle el ala al frente.
Pero, por hay, de un repente
alguien pronunció mi nombre;
y que esto no les asombre
pues la cosa no es mentira.
¿Sabe quién era?... la Elvira
la que lo nombraba a este hombre.

Me saludó muy contenta...
Yo, maliciando algo malo
dentré arrastrarle del palo
pa'cortarle las cuarenta.
Me salió errada la cuenta:
me habló de güeyes perdidos,
de mil promesas... de olvidos,
de creencias y desengaños.
Ayá en nuestros güenos años
supimos andar prendidos...

Y no pa'menos... Güen mozo
y hábil pa'l palabrerío...
Entre todo el mujerío
me apodan..."El Poderoso".
¡Estate quieto goloso
no le hagás cosquiya al pecho!
Pero al fin... tenés derecho,
por algo naciste lerdo.
No tiene la culpa el cerdo
sino quien le da el afrecho...

Y ya que dentré en confianza
les viá contar una cosa.
Por este varón... la Rosa
se pelió con la Esperanza.
La muchacha'el vasco Gainza,
aqueya de trenzas rala,
la que anduvo con Juan Sala...
¡¿se acuerda... o no la ubica?
la hermana de Ludovica
que también me arrastró el ala.

Y esto no es nada... la Luisa
creyéndome bien seguro
dentró a seguirme de apuro;
¡si era pa'morirse e risa!
Hasta prometió una misa
según creo, a San Antonio;
pero la tentó el demonio
y le hizo meter la pata.
Y un día jué a verlo a Tata
pa'pedirme un matrimonio.

Cuando me acuerdo'e Zenona
me dentra como tristeza...
Bien comadrona... algo tiesa:
la yamaban... La Matrona.
Por hay anda... solterona
sin un cuzco que le ladre.
A poco e morir su madre
la pobre sufrió un disgusto,
pues, el viejo, al mes justo
se entendió con la comadre...

Andando en cierta ucasión
con unas copas encima
se me dió en templar la prima
de mi pobre inspiración.
Le dediqué una canción
a una morena morruda,
de ojos grandotes... pecuda,
mas... no se dió en albertida.
Cosas que tiene la vida...
La pobre era sorda y muda.

Pero entre todas, hay una
que no me está dao nombrarla.
Pa'que yo pueda mirarla
Dios le dió al cielo la luna.
Agua mansa de laguna
donde se baña el lucero:
armonías de un jilguero
emborrachado de luz.
Les juro por esta cruz...
¡Por eya... me juego entero!

Porque a veces, por más duro
que pueda ser un varón,
se encapricha el corazón
y dentra a ordenar de apuro.
Naides puede estar seguro
ande puede ir a parar,
naides puede asegurar
ande está su porvenir,
y naides puede decir
de esta agua no he de tomar.

Pa'hablarles de mis quereres
no puedo hacerlo de un saque:
más nombres que un almanaque
han registrao mis haberes.
Si hablo mal de las mujeres
que me castigue el Dios Padre,
pues, cuadrelé o no le cuadre
todo hombre debe saber,
que el que insulta a una mujer
lastima a su propia madre...

No hay comentarios: