domingo, 3 de abril de 2011

Aguas turbias


No la insultés, muchacho.
¿Te cres, porque es ramera,
que ya tenés derecho a pisotiarla
y decirle de todo pa ofenderla?
¡Estás equivocao! Ella merece
igual rispeto que tu madre mesma,
porque nació mujer; igual que todas.
Y si es mala... también pudo ser buena.
¿Que áura la vida le torció su rumbo
haciéndole agarrar por mala güeya,
y anda vendiendo besos y caricias
como quien vende alcohol, tabaco o yerba?
Quién sabe si la culpa'e su desgracia
no se debe a nosotros, más que a ella,
que validos de astucias y de engaños
deshojamos la flor de su inocencia...
Y dispués... cuando está bien palquenqueada,
la echamos a la calle puerta ajuera
pa que le ponga sus caronas sucias
el primero que venga...
Y ya ves como aquello que bien pudo
ser fuente de agua dulce, limpia y fresca,
áura es triste charquito de aguas turbias
que revolvieron las pezuñas nuestras...
Pero que a veces, cuando un sol de enero
parece que nos tuesta
y andamos afiebrados por el camino
con la garganta seca,
nos vamos al charquito de agua sucia,
doblamos las rodillas junto a ella;
y tomando por boca y por narices
la encontramos tan linda al agua esa
qu'es mejor olvidar que'es agua turbia
pa hacerle esta pregunta a la concencia:
¿Por qué somos lo mesmo que los cerdos,
que antes de tomar el agua la ensucean?

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