viernes, 29 de julio de 2011

Flor del monte


Yo soy la dulce trigueña
la de los ardientes ojos,
la que nacida entre abrojos
quiere soñar y no sueña.
La que en el llano y la breña
posa atrevida su planta;
la palomita que canta
cuando ninguno la mira,
la que se queja y suspira
desde que el sol se levanta.

Yo soy la que el payador
canta en endechas sonoras,
la que al rayo de la aurora,
roba su luz y color.
La que en la lid del dolor
les gana a todas la palma,
la que no encuentra su calma
desde que sueña en amores,
la que en la sien lleva flores
y espinas dentro del alma.

Yo soy la de alma de fuego
que para amar ha nacido,
la que jamás ha tenido
horas de paz y sosiego.
La flor que muere sin riego
porque el dueño la abandona,
la que su nívea corona
muestra siempre inmaculada,
la que se ve desdeñada
y en vez de matar, perdona.

Yo soy la agreste violeta
crecida entre los breñales;
la que de amores ideales
guarda su pena secreta.
Yo soy la gacela inquieta
que persigue el cazador;
la que al sentir el dolor
de la bala que la hiere,
inclina la frente y muere
bendiciendo al matador.

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