martes, 26 de julio de 2011

El volvedor

(Pintura: Rodolfo Ramos)
El caballo volvedor
dicen algunos, que nace,
también se enseña y se hace
si es costante el domador.
Es más fácil y mejor
si está bien amadrináo
y a la vez aquerenciáo.
Con un manso, hasta aprender
se larga y se hace volver
cada vez más alejáo.

No hay nada que lo aventaje
si se enseña con pasencia
sirvió en nuestra independencia
pa volver con un mensaje.
Se lleva de tiro en viaje,
se "vicha" la madriguera,
y cuando el baquiano quiera
lo larga con el trienzáo
en un lugar acordáo
y oculto de la clinera.

El mensaje en la clinera
de un caballo volvedor
siempre ha sido lo mejor
qu'en la guerra se tuviera.
Se hace en distintas maneras,
un río, grueso trienzáo,
un arroyo, un deriváo,
y a una de esas ramazones
un ñudo a las posiciones
que el enemigo ha ocupáo.

Pingo habituado a volver
casi nunca galopea,
largo y parejo trotea
sin tomar agua o comer.
Corta campo sin saber
por instinto rumbeador
y si algún conocedor
de su misión lo persigue,
cruza a nado un río y sigue
como hace el chasque mejor.

Me decía una hechicera
que al caballo volvedor
le puso alas el Creador,
de paloma mensajera;
sabe esconderse a'nde quiera.
De día no anda la loma,
el agua al trote la toma,
despunta al trote una mata.
Tiene la yel en la pata
lo mesmo que la paloma.

Hubo un volvedor mentáo
un picazo gargantilla
que tenía en la rodilla
un lobanillo colgáo.
Volvedor muy afamáo
de resitencia infinita
y por una jugadita
anduvo en noche cerrada,
entre oración y alborada
setenta leguas justitas.

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