sábado, 28 de junio de 2014

Puestero solo

(Pintura: Tito Saubidet)


















Llovió todita la noche
y también el día entero.
Y ahora el viento “pampero”
está soplando a derroche.
Hay agua, a troche y moche,
los bajos, ya son laguna.
Contentos por su fortuna
están feliz los horneros
y los charcos del potrero
hacen de espejo a la luna.

Ha dejado de llover
se ve el pasto limpito,
con ese verde clarito
que denota su crecer.
Lejos, se alcanza a ver
la tropilla retozando,
y el vacaje, que pastando
se extiende en el campo ancho,
y bajo el alero’el rancho
está el puestero, mateando.

Pinta el sol el horizonte
y con bozal, el puestero,
sale a buscar el nochero
que está al reparo del monte.
Lo ensilla y sin más apronte
lo mueve, monta enseguida,
pa’empezar la recorrida
que es su diario derrotero,
destapando un bebedero,
del lote de las paridas.

Cambia después de potrero
algunas vacas con cría
y llegando el mediodía
regresa a hacer el puchero.
Almuerza. Después, certero,
le pone a un “pampa”, el recao,
que está recién enfrenao
y piensa: “Con este pingo
me viá lucir el domingo
cuando vaya pa’l poblao”.

Con el sol recién entrao
ya en la cocina, agarra
a su querida guitarra
pa’cariciar su encordao.
Recordando su pasao
tal parece, que rezonga
y sin que se lo proponga
de su saber, hace alarde
y alegra, al caer la tarde
el ritmo de una milonga.

Y van los años pasando,
soles y fríos, con saña.
Demientras que en la campaña
sigue el gaucho puesteriando
solo, y espera que cuando
deba soltar las amarras
y la muerte muestre garras
montada en negro corcel,
pueda llevarse con él
sus versos y su guitarra.

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