Resisto en aquellos hombres,
después que vino Hernandarias,
a veces he sido plegaria
para el peón de las estancias.
También pasé mi arrogancia
por los patios coloniales,
fui viento en los pajonales,
sol cuando la lluvia acampa
y me quedé por la pampa
en las clines de baguales.
Desensillen los que quieran
quedarse para escuchar,
que yo le voy a mostrar
el porqué de mi presencia;
no estoy en ninguna ciencia
y si he estado no me acuerdo,
por eso a veces me pierdo
por los fogones del llano,
y en el pecho del paisano
yo anido en el lado izquierdo.
Me vine para estos pagos
y fue época de soldado,
con el comandante Prado
y chiripá de Merino,
¡vaya que tiempo mezquino
me está queriendo olvidar!;
yo que le enseñé a cantar
a blancos, negros y mulatos
dándome de codo el plato
mis versos al entonar.
Me hice gaviota en el sur
picotiando rastrilladas,
y en las noches estrelladas
brillé con mi propia luz.
Siempre tuve esa virtud,
la de seguir alumbrando
y mientras voy caminando
ustedes verán en mí,
la guitarra de Fleury
junto a mis versos, cantando.
Soy milonga nada más
y en Navarro con Dorrego
yo dejo en el poncho negro
que le prestara Lavalle.
Soy milonga en la calle
o en el terreno que elijan;
soy la madre, soy la hija,
del campo soy la tranquera
y en un final de cuadreras
yo gano en primera: ¡fija!
Cuando quieran encontrarme,
búsquenme en los fogones,
junto al calor de los peones
soy su canción preferida.
Nunca me gasto en partidas
porque conozco el camino
y si hoy me canta un bardino,
mañana otro cantará;
para decir la verdad
soy donde va mi destino.
Dicen que vine de afuera
desde la tierra española
y ahora luzco una aurora
como una vincha inmortal;
sola me salto el corral
sin que me toquen las clinas
soy águila peregrina
que tiene blanco su pecho
porque me asiste el derecho
de ser milonga: ¡ARGENTINA!
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