martes, 3 de julio de 2012

La milonga'e Santa Tecla



¡Jué pucha! ¡Qué ganas tengo
de largarme pa’ Corrientes!...
Aquellas tierras ardientes
pagos de altivo gauchaje...
¡En donde brota el coraje
como el agua en las vertientes.

Qué gloria sería pa’ mi
al ratito de aclarar,
ver los carpinchos andar
por la costa del arroyo,
¡y en un buen caballo criollo
por los campos galopar!

Y que lindo recorrer
la orilla de los esteros,
alborotando los teros
y haciendo volar los patos...
¡Y qué macanudos ratos
charlando con los puesteros!

¡Mi Dios lo que yo daría
por conocer a un cainguá!
¡Ver algún guazú pihtá
brincando entre las totoras!
¡Y pasarme largas horas
contemplando el Yberá!

Escuchar el alarido
de los tapes jineteando,
ver tantas aves nadando
por las inmensas lagunas...
¡Y en esas noches de luna
amanecerme cantando!

O bien cuando a medio día
el sol reluciendo está
sobre el río Paraná,
y ya la calor aprieta
¡sentir desde alguna isleta
el grito del carayá!

¿Y las tropas de carretas
cómo en tiempo que pasó?
¡Bien quisiera verlas yo
entre arenales y zanjas
hasta el tope de naranjas
rumbeando pa’ Utúzaingó!

Y aquellos trabajos “a uña”
puerta ajuera del corral
entre griterío infernal,
balidos y polvadera.
¡Amalhaya quien pudiera
presenciar escena igual!

¿Y estremecerse en la noche
oyendo el urútaú?
¿Bolearse al cruce un ñandú,
en medio del desplayado?
¿O asustársele el montado
ante un boacuriyú?

O con mi buen 30-30
al que tengo tanta fé,
balear algún yacaré...
Y hasta pienso que pudiera
¡en la isla ‘e Talavera
rastrear un yaguareté!

Tomar mate con chipá
a la sombra ‘el corredor
y aspirar el rico olor
de una vaquilla con cuero
mientras canta un guitarrero
algún compuesto en mi honor.

Vagar entre los palmares...
y saliendo a mariscar,
en la canoa remar
contorneando un embalsado,
o ver algún toro alzado
por el monte disparar.

Y presenciar un rodeo
faena por demás ruda
lo que nadie pondrá en duda
ni un momentito siquiera...
¡Con lo brava y lo ligera
que’s esa hacienda guampuda!

¡Y a lucirse correntinos
que no tienen fama en vano!
Rueda de pronto un paisano
¡y... se me hace estarlo viendo
salir al indio corriendo
con el cabresto en la mano!

¡Jué pucha!... y que bien vendría
aprovechar la ocasión,
pa’ entrar en un pericón
en esos mates danzantes,
que evocando el tiempo de antes
gusta de dar el patrón.

¡Ah bailes de Santa Tecla!
donde no hay yerros ni tachas,
cuajaus de lindas muchachas
y tanto criollo prolijo,
de tirador y barbijo,
espuela, poncho y bombachas.

Con todo, nada ‘e lo dicho,
me hiciera ese viaje hacer,
si no fuese Ernesto Ezquer
(por mal nombre “Gato Moro”)
¡cuya amistá es un tesoro
de inapreciable valer!

¡Les garanto!... Hay pocos hombres
que como él, no tengan falla.
Buenos, leales y de agallas,
caballeros, generosos...
¡Pucha si hacen falta mozos
como Ernesto Ezquer Zelaya!

¿Y qué diré de los suyos?
La patrona ‘el Caraí,
Papín, precioso gurí
y la señora mayor...
¡Familia más superior
no se vido por aquí!

¿Y la gente de su estancia?
Bien creo valdrá la pena
mentar a Pantaleón Sena
y a Claudelino Esquivel...
aquel criollo bravo y fiel
de negra y larga melena.

Y seguiré enumerando
a toditos los de allí
y no me lo olvido aquí
a Isidro Zarza, como hombre
que goza de gran renombre
pa’ manejar el Smith.

Viene aura “Camba Thiú”
indio crudo y peleador,
cuyo probado valor
falló una vez en Posadas
ante las bruscas bajadas
de un condenado ascensor.

Y Moncho, los Barrios, Chito
hombres de facón y lazo...
Rojas, Ferreira... y si acaso
dejo alguno en el tintero,
¡sépanse que a todos quiero
confundir en un abrazo!
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¡Jué pucha! ¡Qué ganas tengo
de largarme pa’ Corrientes!
Aquellas tierras ardientes
pagos de altivo gauchaje...
¡En donde brota el coraje
como el agua, en las vertientes!

Buenos Aires, junio de 1938

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