viernes, 18 de febrero de 2011

La osamenta

(Foto: Luis Pedro Hardoy)
Blanca de sol, abierta y calcinada
bajo el dedo calcáreo de la muerte,
vela el regazo de la tierra fuerte
su vigilia infinita y desolada.

¿Adónde se habrá ido eso que era?
Cascos livianos, crines alazanas
y el relincho final, en la mañana,
cuando empezaba a arder la primavera.

Por entre el enrejado de sus huesos
los yuyitos en flor alzan su beso
a la cálida luz estremecida

y yo pienso: ¡qué lindo ha de ser esto!
morirse cara al sol y ser un tiesto
en donde vuelva a florecer la vida.

1 comentario:

Nahuel Santana dijo...

Maestra del sentir y del canto. Artista que enaltace el valor de los sureros.