viernes, 11 de febrero de 2011

Cantor de pueblo


Debe un cantor cuando canta
en la fuerza de su acento,
intentar que el sentimiento
vigorice su garganta,
con la savia de la planta
su sabor el fruto crea,
y para que dulce sea
el cantor, con sus tributos,
dará de su voz los frutos
con la savia de su idea.

Puede un cantor escalar
por suerte o por condiciones,
de la fama las regiones
y mil lauros conquistar.
Pero no debe olvidar,
cuando su canto transmite,
sea el pueblo quien medite
todo su mensaje humano.
Lo que se dice en el llano
en la cumbre se repite.

Quien cante con bizarría
deberá hacerlo gustoso,
desde el teatro más lujoso
a la humilde pulpería
deja el zorzal su armonía
aunque extraño nos parezca,
en la dulce sombra fresca
del monte que se levanta,
o en una pequeña planta
que al pie de la sierra crezca.

Ha de recoger halagos
salpicados con querellas,
y ha de tomar en las huellas
sus buenos y malos tragos.
Se irán sumando los pagos
sobre su senda bizarra,
con un canto por moharra
y como imbatible escudo,
todo el corazón desnudo
puesto sobre la guitarra.

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