martes, 8 de febrero de 2011

La tropilla de Abuelo

(Foto: Eduardo Amorim)Tiene el viejo Tata Abuelo
una lindaza tropilla,
pero entre todos no ensilla
dos pingos del mismo pelo,
atraviesa pampa y cielo
el paisano singular,
tuitos oyeron sonar
el tin tin de su cencerro,
por el llano por el cerro
desde los Andes al mar.

Tiene un zaino malacara
un flete como pintao,
es un redomón calzao
con una paleta clara,
no sé con qué tinta rara
le bautizó la natura,
bella y fogosa pintura
engarzada en cada pelo,
cruzando el azul del cielo
y el verde de la llanura.

Un alazán testerilla
potrillo de linda laya,
que muestra una lista baya
del encuentro a la rodilla,
del borde de la barbilla
surgen dos listas gatiadas,
que suben por las quijadas
hasta llegar al frontal,
jugueteando entre el bozal
y las virolas plateadas.

Cuenta con un doradillo
que recién lo ha amadrinao,
hace poco que a empesao
a despuntar el colmillo,
da gusto verle al potrillo
los pechos como grageaos,
le asoman entrelazaos
del cuadril a los garrones,
lo mesmo que patacones
unos anillos rosaos.

Suma este gaucho nativo
un lindo flete gatiao,
que tiene un cuadril nevao
del costado del estribo,
sobre él, con el gesto altivo
del Don Quijote rural
galopa sobre el erial,
entre las fibras agrestes,
y las miradas celestes
del florecido cardal.

Un yaguané color ruano
que tiene una lista blanca,
desde la cruz hasta el anca
como dibujada a mano,
el misterio soberano
que le da vida a las cosas,
pintura a las mariposas
al ave, al tigre, al pimpollo,
le dio al caballito criollo
más colores que a las rosas.

A mas tiene ese paisano
un tostado parejito,
es un redomón nuevito
que hasta hoy lo tiene orejano,
cuando cruza por el llano
con el sol medio inclinao,
forma el reflejo dorao,
una simbólica estampa,
el cielo azul y la pampa
y el brioso flete tostao.

Un oscuro prenda cara
con una estrella en la frente,
que al mirarlo de repente
parece ser que alumbrara,
pues por esa seña rara
comenta el paisano arriero,
es al que lo ve primero
al redor'de la madrina,
porque en la estrella ilumina
el reflejo del lucero.

Un tordillo lunarejo
que obstenta en los costillares,
unos vistosos lunares
dorados como oro viejo
con un manchón azulejo
sobre del cuadril del lazo,
y de retazo en retazo
como locas pinceladas,
bajan dos listas tiznadas
que se pierden en el vaso.

El que es una galanura
es el rosillo bragao,
lo mejor que a galopiao
bajo el sol de la llanura,
ornan la briosa figura
del lindo flete rosillo,
desde el pezcuezo al codillo,
un manchón bayo totora
jugando con la crin mora
desde la cruz al flequillo.

Del pangaré rabicano
daré las señas más finas,
tiene las patas barcinas
y salpicada una mano,
con este dice el paisano
cuántas leguas galopie,
y más de una vez cruze
la pampa de orilla a orilla,
es toda una maravilla
el potrillo pangaré.

Cuando andan por ahí pasteando
los llama con un silbido,
y obedeciendo al sonido
todos se acercan trotando,
se oye un cencerro que andando
lanza tañidos al vuelo,
es que bajo el Patrio cielo,
cruzando entre cardo y puna,
va la madrina cebruna
de la Tropilla de Abuelo.

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