lunes, 7 de febrero de 2011

Carta de muchos


Güenas patrón, con permiso
tomo la pluma en la mano
desiando se encuentre sano
de su emperrao romadizo.

Nojotros, pa qué decirle
bien, y su ahijao tan gritón
que m'he metido al galpón
pa ver si puedo escrebirle.

Pu'aquí, las cosas, rialmente
no andan p'hacerse ilusiones
suebra mando y faltan piones
y se procede malmente.

Y como es justo que le hable
de agregaos y parentela
le viá pintar en la esquela
al delito y al culpable.

No han hecho honor sus amigos
al favor que les priestara;

pa usté, tienen una cara
y otra pa sus enemigos.

Sólo les falta, lamberlo,
cuando están en su presencia,
pero dispués, en su ausencia
se atropellan pa venderlo.

Son, aparentes y agata,
sortijas de baratillo
y ande se ponga el anillo
le deja negro la lata.

En lo único consecuente
son pa dar el manotón
comen a doble ración
y aun prietenden que la aumente.

Colijo que en su escritorio
no le ha quedao ni el retrato
sale de allí rato a rato
cada cual en su envoltorio.

Siempre prendidos a un güeso
o escarbando en los cajones
parecen pior que ratones
pa tomarle olor al queso.

¡Ansí son los que ha dejao
como amigos de confianza:
pa muestra creo que alcanza
el botón que l'he bordao.

Sus parientes si son güenos
carculo que hay día a día
tanto más de pulpería
cuanto en la estancia de menos.

¡Qué destrozo o qué maldá
puede haber que no haigan hecho!
No le han desquinchao el techo
de pura casualidá.

¡No hay gasto que los asombre
dele giñebra y guitarra!
¡Rompa, tire y meta farra!
que pa eso llevan su nombre.

Viéndolos me acuerdo e Juancho
su capataz, cuando dijo:
"Por qué el cielo en vez de un hijo
no me habrá mandao un chancho".

Pero qué hacerle, son suyos,
pena, disgracia o castigo
usté los quiso, pa trigo
y le salieron, pa yuyos.

Justo es también que le diga
que la escuela se cerró
y de hambre el máistro salió
a tranquiar como la hormiga.

Tal vez ni sospechará
que dende que usté se jué
naide en la estancia hace pie
ni Dios sabe p'ande va.

La gente que nos mandó
pa mestizar, es "tan fina"
que hasta la negra Justina
los vió llegar y escupió.

Han dentrao como al saqueo;
la repartija es su ley
y and'este se traga un güey
aquél se vende un rodeo.

¡Ni la cerda se perdona!
¡Anda al marlo la tropilla!
¡No he visto gente más pilla
más letrada y más ladrona!

De los catorce puesteros
de un decir "tiempos normales"
hay cuatro o cinco, cabales,
y los demás son cuatreros.

Y pa falsos, no digamos;
al que inventó la mentira
cualquiera d'estos lo tira
un campo ande griten: ¡vamos!

Hablan de "honor" noche y día,
"del deber" que los "desvela"
y uno es "de tal..." por su agüela
y otro más "tal..." por su tía.

Y como son de "apellido"
en seguida vino el Juez
se abrazaron, y dispués
¡pongalé por lo carpido!

Denguno "se atreve a nada"
y son capaz, en el hecho
de arrebatarle del pecho
el niño a la Inmaculada.

Cuando han degollao a un pobre
l'echan la culpa al finao,
se hace un sumario inventao
y tuito acaba en un sobre.

Las carreras qu'el contrario
ganó con luz, varias veces,
las trampiaron con "sus jueces"
o las robó el comesario.

El mocito que trujeron
pa limpiezas interiores
ese no está entre los piores
porque piores qu'él no hubieron.

Se descubrió dende nuevo,
como el tero, el angelito,
cuando un casual pega el grito
ni un brujo da con el güevo.

Es una trenza de embrollos
pa quedarse con lo ajeno
que ande usté demore, güeno,
no va'encontrar ni los pollos!

En fin, ni a seguir me atrevo
contando lo d'estos mandrias;
tamién, nos manda calandrias
y deja colgao el sebo...!

Más que herido, abochornao
le impongo, patrón, del caso:
¡a ver si muenta el picazo
y se larga pa este lao!

Es pa llorar, que la herencia
de sus gloriosos agüelos
le eche a rodar por los suelos
esta gente sin concencia.

Ya no es sólo por la estancia;
es que los que aquí sufrimos
hasta en el aire sentimos
lo que viene a la distancia.

Llega el malón, se lo juro:
llega si usté no lo ataja,
y en el mazo que hoy baraja
no veo un triunfo siguro.

Güelva patrón, pero traiga
su vincha blanca y celeste
y dentre a cortar la peste
sin fijarse en el que caiga.

Hay que hachiar de arrib'abajo
pa que este mal se corrija,
¡ajuera la sabandija
y los honraos, al trabajo!

No me le ande con palabras;
los boyeros alvertidos
tráin el vacuno a silbidos
y a cascotazos las cabras.

Güelva, patrón, se lo pido,
más dolencia y sinsabores,
soportaron sus mayores
pa criar y cuidar el nido.

No es sólo suya su casa
y siempre el que la heredó,
supo honrarla y no olvidó
qu'ella queda y uno pasa.

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