Oh, ruinosa pulpería solitaria, a cuya reja
solo viene hoy a embriagarse un añoso domador;
en la sombra del palenque cabecea una pareja
de alazanes su cansancio, su vejez y su dolor.
El pulpero ya se ha muerto. Una negra ya muy vieja
aún despacha las ginebras tras el sucio mostrador;
junto al pozo un ovejero melancólico se queja
y un buey viejo y ciego aún anda arrastrandose en redor.
Siempre se halla solitaria la ruinosa pulpería
que escuchó bajo sus sauces, en la gloria de otro día,
a los muertos y famosos payadores... y detrás
de su puerta vió los duelos legendarios de la daga;
hoy tan solo aquel añoso domador viene y se embriaga
y suspira por los días que ya no han de volver más.
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