Hermanito aquí te escribo
para contarte en detalle,
de las cosas que aquí pasan
en estas grandes ciudades.
Se están casando los hombres
hermano querido del alma,
pero no con las mujeres:
hombres con hombres se casan.
Y yo estuve allí presente
cuando la cosa empezó,
en un partido de truco
se conocieron los dos.
Se sentaron frente a frente
y muy fijo se miraban,
de pronto lo vide a uno
que un ojo al otro guiñaba.
Entonces lo miré al otro,
parece que le gustó;
cuidando que no lo vieran
un besito le tiró.
Y ahí no más sin esperar
el otro se entusiasmó,
porque frunciendo la frente
para afuera lo invitó.
Se ve que no se aguantaron
porque empezaron a hablar,
-"¡Si la suya es muy chiquita,
venga a la mía, nomás!".
-"Ya sabe usted, compañero,
lo que tengo pa empezar,
si le pongo esta puntita
seguro le va a gustar".
-"Si es esa, póngamelá,
que aunque le parezca poco,
si ellos ponen el siete
con la mía se lo rompo".
Y entonces volvió a decirle:
-"Póngame usted su puntita
y si es negra no la muestre
que la mía es grandecita".
- "Es ésta la que yo tengo",
y los labios se mordió
como pensando del otro...
"¡mmm...está pa comérselo!"
-"Ponga ese tres en la mesa,
yo se bien porqué se lo digo,
que si empardan es seguro
tienen un macho escondido".
Y ahí no terminó la cosa,
porque hablaron de medidas,
y ahí uno le dijo al otro:
-"la suya, ¿cuánto se estira?"
-"Y yo casi veintisiete
-" Y la mía, pa mentir"...
y como haciéndole un mimo
le fruncía la nariz.
-"Empardaron compañero",
-"¡Truco a la parda!" gritó,
-"Quiero", dijo y puso el siete
y el otro se lo rompió.
Parece mentira hermano
de pensarlo yo me enfermo,
esto era un juego de machos
y ahora es de los macho-menos.
Y así detalladamente,
le conté lo que pasó;
que por culpa'e una truqueada
este romance empezó.
Por eso hermano del alma,
yo tengo miedo por vos,
no jugués más con el moncho
te lo pido por favor.
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