miércoles, 23 de julio de 2008

Querencia


Ese alazán nunca sirvió pa nada.
Tiene el pelo nomás: un baño de oro
que ande lo friegue contra un pingo guapo,
se descascara y le aparece el plomo...

No le gusta el camino. Agatas muento,
ya sale medio loro.
mostrándole los dientes a la cincha;
y ande le cierre espuelas, flaco y todo
se arrastra a bellaquiar; por que conserva
su dinidá de potro…

A mi me sufre; pero hasta ai cerquita…
No vaya a creer! Si me le arrimo é pronto
ya le dentran calambres en las patas.
Tengo que hablarle sabe? Y con güen modo;
-Soy yo Don Alazán, vengo é visita…
Si no me atraca diente, igual que a todos...

Y hay mucho maturrango con espuelas…
Me lo piden..se ráin…no cren en potros.
En una, por probarse que son gauchos,
le apretan el boton de los corcobos;
pierdo el recao y, a lo mejor Dios sabe
si no paso esa noche en un velorio…

Por eso, más que nada, hace dos años,
se lo vendí a un tropero, hombre criollo…
Cuando se jue, ya me borró el olvido
a ese mestizo de tortuga y potro…
No había pasao una semana de eso
cuando un día me asomo,
y encuentro a mi alazán en la portera,
chupao de sé; pero soplao de abrojos.

-Golviste! – y me pasaba por la mano
el hocico sedoso
-No sos tan desmadrao, matungo viejo,
tenés el pelo y la memoria de oro…
Se me caso la hija y nunca ha güelto...
Crié un muchachon, que no golvió tampoco;
Y este pobre animal, galopio leguas,
sin tomar ni agua pa volver más pronto.
Me dentró una vergüenza! Era un amigo,
y lo vendí por un puñado de oro!

Montao en él juí a devolver los pesos
el otro dueño comprendió; es un criollo...
Y lo truje, pa siempre a su querencia.
Vino bufando: pero alegre y todo,
si lo pincho, ahí rompemos amistades;
porque él conserva su altivez de potro.

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