miércoles, 16 de julio de 2008

Entre las chalas


Hace un mes que no te veo
y es por eso que te escribo
pues ya me tienen cautivo
el amor y los deseos.
Te siguro que rabeo
por verte, aunque sea de lejos.
En cualquier güelta, canejo,
ensillo mi “patas blancas”
y te traigo al rancho en ancas
aunque se opongan tus viejos.

Ya sabís que yo no aflojo
y vos no aflojás tampoco
aunque ellos se hagan los locos
y se güelvan puro enojo.
Porque con nuestros antojos
no poderán sus caprichos.
Luego, cuando ates los bichos
–si estás decidida a verme-
avisame si ellos duermen
del modo que yo te he dicho:

Al mudar la yegua flaca
dame la señal secreta
golpeando con la maceta
veinte veces en la estaca;
y cuando encerrés la vaca
ponés en falso la tranca
ansina el güey “Cola Blanca”
al rato, nomás, se suelta
y al dir vos a darlo güelta
nos vemos en la barranca.

Los viejos no harán reproches
porque dormirán la siesta
y si acaso no se acuestan
nos veremos esta noche.
Yo vi’a estar como un fantoche
trepao en la cinacina
y si espanto las gallinas
ni nuembres las comadrejas
porque a lo mejor la vieja
agarra la carabina.

Yo vi’a dir en cuatro patas;
tené los perros ataos;
mirá que llevo extraviaos
muchos pares de alpargatas.
Y si preguntan tus tatas
por qué atás los animales,
sobre el pucho contestales
que los tenés prisioneros
porque se han hecho güeveros
y te comen los nidales.

Vos no le perdás pisada
porque el viejo, que es amargo,
tiene un “38” largo
y una escopeta cargada.
Pa mejor, la vez pasada
me confundió con un zorro!
Esa noche si no corro
me llena el cuerpo de chumbos.
Quebrando yuyos, sin rumbo,
salí pidiendo socorro!

Ansina que preparate
y, si el viejo se hace el loco,
lo salameriás un poco
pa que no haga un disparate.
Le aprontás un rico mate
y, apenas el agua hirva,
dejá que él mesmo se sirva
y, cuando yo te haga seña,
salís como a juntar leña
y te venís pa las parvas.

Allí pienso confesarte
mi amor profundo y machazo
y preguntarte de paso
si estás dispuesta a casarte.
Si el viejo sale a buscarte
a lo mejor nos da un susto;
pa evitar ese dijusto
dejá escuendido el farol
ansí hasta que salga el sol
enamoramos a gusto.

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