miércoles, 2 de julio de 2008

Confesión.



Aquí me tenís, vieja. ¿He tardado mucho?
Sí, ya lo sé; pero no es culpa mía.
Dende que vos te juistes de la vida
han sucedido cosas, que barrunto,
son las que mi han cambiao en un dijunto
que tiene por cajón, la pulpería.
Hoy, apiadao 'e mí el sepulturero,
ha ribajao en mucho la giñiebra
y he venido a trairte estas verbenas
qu'es tuíto lo que queda ayá 'n el rancho
que cuasi está tapera... y los muchachos,
porque no están ayí, po' aquí no yegan.

Perdoná si no m'hinco pa'contarte
lo qui a contarte mi penar apura;
pero las chiquisuelas 'tan tan duras,
que sé que si yegara 'arrodiyarme...
¡con las ganas que tengo de quedarme
t'iba ' achicar talvés la sepoltura!

Soilo, pelió un domingo en las carreras,
pero no ti aflijás, ¡lo madrugaron!
y ayisito al sanjón del "Colorao",
ande deslinda el cuadro 'e los ñanduses,
l'he clavao una cruz de caracuses
qu'emponchan de amariyo los retamos.

Lusio, tu regalón... vive y no vive;
en tropiya con otros compañeros,
po' algo que no te cuento...¡porqu'es fiero!
ha dejao de ser hombre pa' ser número,
d'esos que se pudren en los húmedos
calabosos di ayá ¡de Tierra 'el Juego!

Y aquí en el tirador traig'una carta,
que vino a remachar esa condena;
'ta tal cual l'encontré la noche aqueya
sobre del catre ande dormía Eduviges,
y carculando lo qu'en eya dise,
no he querido que náides me la leiga.

Ricuerdo bien, qu'en t'última boquiada,
"¡Cuidame los muchachos!", me dijistes;
yo hise un ejuerso grande pa' cumplirte,
pero el destino s'empeñó en torserlo...
y tan sólo ha quedao, ¡lo qu'estás viendo!
di aquél nido di amor que conosistes.

Porque no sé resar, po' eso no reso;
porque no sé yorar, po'eso no yoro;
y queriendo quedarme ti abandono,
porque hase tiempo el corasón me dise,
qui ha de yegar un día hast'el boliche...
¡el ventajero que dijuntió a Soilo!

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