jueves, 1 de mayo de 2014

Chacarero y payador

(Pintura: Rolando Manavella, "Arando con bueyes")
Yo nací allá en San Ramón,
donde fue mi hogar primero
como el nido del hornero
hecho de paja y terrón.
Dejé desde muy pichón
aquel hueco paternal 
y azotado por el mal
rodé por sus aledaños
y con menos de diez años
me conchabé de mensual.

¡Qué triste cuando se deja
el pago tan gurisito...!
¡Pobre de aquel pichoncito
que de su nido se aleja!
Yo en el llanto de mi vieja
templé mi tierno coraje
y cuando emprendí mi viaje
un parcito de alpargatas,
muy humildes y baratas,
eran todo mi bagaje.

Así empecé a trabajar
de sol a sol sin descanso,
tras de una yunta de mansos
que me enseñaban a arar. 
Si habré visto agonizar
a los horizontes rojos;
si habrán llorado mis ojos
con el rigor de la helada
sobre mis piernas paspadas
por las cañas del rastrojo.

Chacarero adusto y grave
fui de gurí sin apronte,
pero me llamaba el monte
con el canto de sus aves. 
Cadencias dulces y suaves
con mil variadas escalas, 
fueron poniéndole gala 
a mi pobre inteligencia...
No se queda en su querencia
quien ha nacido con alas.

Por el tiempo y el destino
que la vida nos tutela
con un rumbo de vihuela 
sigo abriéndome camino. 
Se ha de cumplir el destino 
que me deparó el Señor,
pero que orgullo mayor
es haber sido primero
un humilde chacarero
antes de ser payador.

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