(Dibujo: Enrique Rapela)
A mi pingo embozalé
en el potrero que estaba,
pero al notar que "manqueaba"
preocupado, lo miré,
la mano le revisé,
toqué su hinchazón patente,
una fisura, presente,
me dio conocido el caso...
le dicen: "el mal del baso",
el síntoma es evidente.
Pensé de cómo curarlo
y aunque a veces, no me trabo,
estaba en un trance bravo
con la intención de aliviarlo.
Sin pomada para untarlo
y desechando inyecciones,
son muy pocas las opciones
pero en la sabia campera,
con medicina casera
salvan esas situaciones.
Aclarando mi neblina
puse en práctica un consejo
que me diera un gaucho viejo
en una estancia vecina...
-"Rompé un güevo de gayina
sobre la zona afetada,
cortá la tierra apretada
del borde de todo el baso,
y sacando ese pedazo
dale vuelta la pisada".
"Dejá libre al animal
en donde poco camine,
que solo al mal lo domine
con su vida natural".
... Y fue... un misterio real
para mi criolla alegría,
el caballo, día a día
caminó con corrección...
y andaba por la extensión
mostrando su mejoría.
LOS HERMANOS BALTAZAR
Hace 6 días
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