Ya de tanto andar en pelo
las nalgas me había pelao,
porque no tenía recao,
y tenía que terminar
eso de tener que andar
siempre pidiendo emprestao.
Y ya me puse en campaña
pa un recadito formar.
Y empecé a recoletiar,
y un poco hoy, otro mañana
en cuestión de una semana
ya tenía con qué ensillar:
Con unas bolsas vacías
me fabriqué una bajera
y me armé de una encimera
que me dió un mensual; después
dos argollas rastrojié
pa una cincha de arpillera.
Saqué cinchón y corriones
de unas guascas que encontré.
Primero las ablandé
de una güena masetiada.
Les eché una emparejada
y así no más las usé.
Busqué un freno de antiojera
y riendas y cabezadas
las hice a todas trenzadas
con hilo de atar gavillas
y sin hacerles presillas
la puse nomás atadas.
De un cueo'e cogote'e toro
me hice un lindo mañador
y conseguí pa mejor
un bozal de palenquiar
porque el matundo de andar
era medio asentador.
Saqué pa hacer los estribos
de un palenque dos argollas
que aunque pa mí son dos joyas
me los han de criticar.
Pero de tanto estribar
nunca han sacao ampoyas.
Pa comprar un par de bastos
no iba andar gastando plata,
que no es cosa tan barata,
y puse unos de laderos
que saque de unos aperos
que habían sido de una chata.
Un cuerito bien pelao
que se lo saqué a un borrego
que murió al quedarse ciego,
enfermo de adentro y rengo,
es la carona que tengo.
Con mi recao hace juego.
Con un pellón de epidemia
me "dice" un flor de conjinillo;
le hice un recorte a cuchillo
dejándolo algo garrudo
como es grande y es lanudo
tapa todo cuando ensillo.
Pa castigar ya tenía
de antes nomás un talero,
que una vez un forastero
se lo olvidó en el palenque
y no hay con ese rebenque
pa mí matungo mañero.
Como lazo pa pialar
entuavía no he conseguido,
le he echao el ojo a un torcido
que está en el galpón colgao
que en la yapa está cortao
y el dueño no ha aparecido.
Después lo he ido reformando
porque saliendo por ahí
alguna cosa se trái
y aura me voy pa Tandil
pienso comprarme un mandil
después de la junta'e máiz.
No es de lujo mi recao
ni me gusta andar con latas
y del lomo no los mata
ni a los mansos ni a los potros.
Yo no lo cambio por otros
aunque sean pura plata.
Ni quiero tener demás,
si me alcanza con lo justo
porque así yo vivo a gusto
sin tantas preocupaciones,
sin temor a que los ladrones
me puedan pegar un susto.
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