jueves, 21 de junio de 2012

El cuento (Valseao)



Inundaba la cocina un olor a pan casero
Tres platos sobre la mesa invitaban a almorzar
Y dos manos laboriosas emblanquecidas de harina
Trajinaban diligentes en el seno del hogar.

Llego el hombre desde el campo, con media jornada a cuestas
Saludo a su compañera en amoroso ademán
Y al buscar la frente hermosa del hijo que tanto amaba
El beso que le ofrecia se le quedó en un afán.

Porque el niño, de diez años, que era un canto de alegria
Como flor de buenas noches con su blanco delantal
Con un velo de tristeza empañando sus pupilas
Tornó esquivo la cabeza cuando él lo quiso besar.

Quedo el hombre sorprendido ante el hecho inesperado
Y buscando una respuesta con un gesto paternal
Olvidando su cansancio lo sentó sobre su falda
E inquiriole dulcemente la causa de su pesar.

Entonces el niño bueno que siempre fue su esperanza,
Su desvelo, su fatiga y el sol de su despertar,
Respondió con voz quebrada casi al borde del sollozo
En la escuela me dijeron que vos no sos mi papa.

Una ronda de silencio giró en torno de la mesa,
Un padre busca palabras difíciles de encontrar
Y una madre en la cocina aviva la leña verde
Como culpándolo al humo que la está haciendo llorar.

Después de un hondo mutismo, frente al niño compungido
Dijo el hombre emocionado pero con firme expresar
Te voy a contar un cuento que nunca conté en tu cuna
Porque este cuento hijo mio es un cuento de verdad.

Hace ya mas de diez años al llegar la primavera
El amor te hizo semilla en el vientre de mama
Que amaba a un muchacho pobre, el mejor de mis amigos
Pero honrado en su pobreza y bueno como el que más.

Esperando tu llegada hicieron yunta enseguida
Al abrigo de un ranchito como nido de torcaz
Aunque escaseaba el trabajo, a fuerza de changa y besos
Le hicieron frente a la vida con la fe del que es capaz.

El tiempo siguió su marcha y fue gastando las lunas
Ya estaba tu sabia nueva de la vida en el umbral
Cuando a la humilde morada que cobijaba tus sueños
La entró a cercar la miseria con su triste realidad.

No tenía tu pobre madre ni un pedazo de pan duro
Que alimente sus pezones cuando quisieras mamar
Un trasto desvencijado te habría de servir de cuna
Y un poncho deshilachado seria tu soñado aguar.

Entonces el mozo bueno como última esperanza
Salió a reclamarle al mundo la justicia y la igualdad
Un trabajo que lo honrara como padre y como hombre
Para poder criar al hijo con orgullo y dignidad.

Golpeó aldabas sin respuesta, en las mas ricas estancias
Pidió arreo a los señores que acuñan un dineral
Y a las puerta del gobierno les golpeo el cedro lustroso
Sin hallar quien lo cuarteara en su cansado bregar.

Entonces desesperado, una tarde desgraciada
Al pagador de una estancia que emboscó en un fachinal
Le arrebató los salarios y al resistirse el viajero
El facón del infortunio lo convirtió en criminal.

Por su acallado delito llego esa noche a la casa
Con las maletas cargadas de ropita sin usar
Y en el hueco de sus manos como un sagrado tesoro
Para el hambre de tu madre la providencia del pan.

Por el hecho la justicia tomo cartas en el caso
Y justo a la madrugada que el mundo te vió llegar
Como a un tigre acorralado defendiendo su guarida
Lo mató la policía al no quererse entregar.

Yo lo tuve entre mis brazos casi cuando agonizaba
Y en su último suspiro me pidio en su balbucear
Que para salvar tu honra me casara con tu madre
Y te criara como a un hijo sin decirte la verdad.

Con tu madre desdichada cumplimos el juramento
Y desde entonces este rancho es de los tres el hogar
Donde vas creciendo fuerte al amparo de mis brazos
Y mi nombre y apellido es mi mayor capital.

Alzó el niño la cabeza después de escuchar el cuento
Y abrazándolo con fuerzas que sus diez años le dan
Gritó lleno de alegría: "ya no llores más mamita
En la escuela no sabían que yo tuve dos papás".

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