miércoles, 6 de junio de 2012

La gauchada (Relato)



Me atajaron los cuatro en la vereda
apenas me bajaba de la chata
donde tenía las sogas y los vicios
pues me volví esa noche pa la estancia.
Recién nomás había cargao los pingos
que volvían pa'l campo en una jaula
a cargo de don Cosme, el mayordomo,
que había hecho de jurao en la domada.

Eran tres mozos altos y barbudos
con esas ropas gringas y gastadas:
vaquero sin color en las rodillas,
campera con bolsillo en las mangas.
La gurisa era linda, fresca y rubia
con más trenzas que un juego'e cabezada,
un mameluco entero muy ceñido
le ajustaba los pechos y las ancas.

-"¿Pa'donde queda el corzo?", me dijo uno
y soltaron los tres la carcajada
mientras la moza en medio'e la vereda
un remedo a malambo zapateaba.
Contesté zocarrón: -"No sé ande queda,
ustedes deben ser de una comparsa,
cuando los vi venir sentí tristeza
por cuatro mascaritas extraviadas"...

Sentí enseguida que les dio vergüenza,
se les borró la risa de la cara
y la vergüenza es mala consejera
cuando se tiene enfrente una muchacha.
-"¡Así que vos sos vivo!", me dijo uno
pasándome la mano por la cara,
"conmigo no te hagás el Juan Moreira
que no vas a caber en la ambulancia".

Se me enturbió la vista, el pensamiento
me transmitió el mandato de la raza,
se me corrió la mano a la cintura
en donde el verijero descansaba
pero una luz más fuerte que la ofensa
me manió el brazo, me amanzó la rabia
y el recuerdo de mi hijo también mozo,
me cambió por perdón, la puñalada.

-"No m'hijo, soy un hombre de trabajo",
"le contesté m,irándolo a la cara;
"vivo en el campo y por lo tanto
"uso bombachas, botas, corralera y rastra.
"No ando extravio del tiempo como piensan,
"así vestimos hoy en la campaña
"los hombres de esta tierra que nacimos
"pa'l trabajo rural de las estancias.

"Y aunque éstas son las pilchas del domingo
"pues normalmente andamos de alpargata
"de sol a sol, tratándo de sacarle al suelo
"las riquezas que otros gastan.
"A cualquier lao que voy vestido ansina,
"me identifican por las prendas gauchas
"como hijo del país de las haciendas
"y el granero del mundo que es la pampa.

Me miró el mozo más atentamente,
bajó los brazos, agachó la cara,
mientras los otros dos y la gurisa
ya casi con vergüenza me rodeaban.
Tras un silencio que se oyó en la calle
les dí las "buenas noches" y la espalda,
se miraron los cuatro y sin hablarse
agarraron el rumbo que llevaban.

No supo nunca el mozo que aquél crillo
que luce de bigote y unas canas,
y dos ojos cansaos de mirar lejos
en el rostro quemao por las heladas,
al perdonar su ofensa con nobleza,
al no escuchar las voces de la rabia
y al detener la mano en la cintura
le había hecho sin querer: una gauchada!


2 comentarios:

Ayelén. dijo...

ese es el gaucho de nuestra tierra sencillo hasta para perdonar una ofensa asi es el argentino . hasta en una prov

ocasion tiende la mano

Anónimo dijo...

hola muy lindo relato, sino me equivoco lo hacia argetino luna no? lo busco hace tiempo, quisiera saber si alguien lo tiene