Dedico este relato, al amigo y consejero, Tito Rodriguez
Estaba yo en la Tahona
trabajando en la molienda,
cuando vide por la senda
transitar una persona.
Pero... como quien razona
dije, -será algún viajero,
o tal vez un forastero
que anda buscando conchavo,
en busca de algún centavo-
fue allá, por el mes de enero.
Se detuvo en la estacada
que dividía un molinete,
el Sol, contra el mojinete
ponía su nota caldeada.
Al ladrar de la perrada
hice un alto en mi tarea,
y como quien olfatea
una desgracia, un presagio,
noté en su vista un contagio
que tráiba una mala idea.
Le dije...-"Qué necesita"-
pues pa conversar soy corto,
me contestó, -"No soporto
gente como vos, maldita"-.
Ahí nomás, enseguidita
me atropelló decidido,
sacó un cabo ennegrecido
y me atacó sin tardanza,
y allí comenzó la danza
con aquél desconocido.
Yo lo esperé preparado
como adivinando el dentre,
y alcancé a salvar el vientre
haciendo el cuerpo a un costado.
Al verlo medio atorado
la güelta solo esperé,
vino regalándosé
o ahugado por su valor,
hasta que con mi alfajor
lado a lado lo vandié.
Al poco rato llegaron
tres milicos y un sargento,
pero ningún documento
del susodicho encontraron.
Por ley, a mi me llevaron,
para eso es la autoridad,
solo dije la verdad
como el hecho sucedió,
el Alcaide comprendió
y allí quedé en libertad.
...Esto me lo comentaba
un abuelo centenario,
y que él era el victimario
por Tata Dios, me juraba.
Yo no se si me engañaba
o si era cierto paisano,
pero me tiembla la mano
cuando me pongo a pensar
que ansina puede matar
cualquiera a su propio hermano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario