lunes, 28 de marzo de 2011

Décima

(Foto: Monumento a don Vicente Espinel en Ronda, España)
Soy la décima. Esa soy.
La de armoniosa cadencia,
la que ha impuesto su vigencia
del lejano ayer, a hoy;
la misma que uso Godoy
cuando le dio voz al Corro,
aquella que no hizo ahorro
cantando a la independencia
y vapuleó la insolencia
de aquel coloniaje engorro.

Soy la décima. Redonda
en sones, tonos y climas,
la que enseñorea sus rimas
como gorjeo en la fronda.
Soy la que ha nacido en Ronda
allá en la España europea,
pero que bien se florea
en toda la Hispanoamérica
y que a su hidalguía ibérica
fue acriollando en cada aldea.

Soy la décima. Y orgullo
tengo por haber nacido
y también porque he servido
al pueblo en gestas o arrullo:
clarín de guerra o murmullo
en un preludio de amor.
Si todo he dicho, señor,
mucho más he de decir
que nací, para vivir
pariendo versos en flor.

Soy la décima. Espinel
me lió de forma paqueta
y me dio a cualquier poeta
me esculpa con su cincel;
no todos tuvieron miel
para untar mis diez razones
muchos, sólo fueron peones
afanosos, consecuentes,
los pocos sobresalientes
sin duda han sido patrones.

Soy la décima. Campera.
La del fogón del tropero
o la que bajo el alero
se deshojó plañidera;
la que fue a la montonera,
al vivac, la toldería
y la que a la pulpería
la transformó en auditorio.
Traigo silencio, jolgorio
y del campo, letanía.

Soy la décima. De Uzal,
de Risso, Menvielle, Charrúa,
a la que bien acentúa
Obligado, y no es casual.
Con Varela pasa igual
que con Boloqui y Panizza.
Soy la décima, y hechiza
al poeta, mi presencia:
sé vivir con elocuencia
y el buen decir, me cotiza!

1 comentario:

CARLOS ARAUZ CASAS dijo...

Hola: he leído algunas décimas del espacio EL GAUCHOGUACHO, y me ha impresionado mucho el coraje e y el temple como se escribió, también la facilidad del lenguaje empleado en las prosas; espero seguir leyendo y aprendiendo, ya que soy un pequeño poeta panameño que desea superación en la composición espinela. hasta luego.