miércoles, 23 de marzo de 2011

China


Cuando se dice: China,
debe llenar la boca todo un sabor de pampa.
Y si digo: mi china,
toda una pampa entera se me aroma en fragancias.

Ondulaciones de hembra, crispaturas de nervio,
quejumbres de tacuara,
afelpa en sus jadeos mi Paraná nativo...
(Y ella, mi china, se miró en sus aguas).

Grabaron en la seda de su pelo,
lunas joyantes, cifras de su plata.
Y se han dormido pájaros brujeros
en sus ojeras hondas, equivocando rama.

Ceibales dulces de color violento,
taparon las mejores lechiguanas
que ha picado la rata de mi beso,
en su boquita, acequia de aguas claras.

Tembladerales al deseo ansioso,
se abren sus brazos en caricias largas.
Y quiebra el pecho de percal tirante,
toda la gracia en parvas.

Los juncos de su talle,
cuando cimbrean, la batita opacan...
(Y eso que en sus caderas es relumbrón sedero
la más triste sarasa).

Si habla mi china es un trinar de mirlos,
si está en silencio un aventar de malvas.
Enfiesta el pago con su sola risa
y enluta el mundo con sus pocas lágrimas.

Así es mi china, un Tucumán de linda;
la quiero más que al flete, la vihuela y la daga.
Y es como el bañado de "La Estrella" en mi pago:
buena a retazos y a retazos mala.

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