miércoles, 30 de marzo de 2011

Cuando don Fruto Galván volvió a su rancho


Con mil ansias adentro
y el alma afuera
echó el zaino hacia el centro
de la tranquera.

¡Juana!...
¡Nadie...! Ni el perro,
ni una gallina
ni el Tilín del cencerro
de la madrina...

De entre el yuyo crecido
bajo el alero,
color rubio llovido,
saltó un gato pajero.

Por el linde cercano
y a todo trote
llegó un chico en su ruano
meta chicote.

"¡L'oiga Don...! no la espere,
tá... descansando...
aquí, alguno se muere
de vez en cuando!".

Mosquió el ruano de cola,
gritó el chico: "Pacencia...
s'enfermó de estar sola...
Murió... de ausencia".
.......................................
Entró al rancho y al frío
de sus entrañas
lo envolvió en un vacío
de telarañas.

Habló de ella y la muerte,
quieto y profundo:
"¿Qué tendría, sin verte,
pa ver, el mundo?

Una luz acerada
de odio y locura
le brilló en la mirada
y en la cintura.

Montó luego y el viento,
por pausas, roto,
trajo un largo lamento
suave y remoto.

su figura envorvada negra merina
antes que el monte
la borró la neblina
del horizonte.
......................................
"Era rico y güen mozo;
- cuentan las viejas-
"lo soltaron canoso
"d'entre las rejas.

"Acusao, falsamente,
"perdió la prienda:
"no le quedó pariente
"campo ni hacienda.

"Ahura, chupa y pelea
"dejando un trillo,
"que caliente gotea
"de su cuchillo.

"Lo habrán muerto a Don Fruto...?
"o andará, andando,
"¡siempre de luto!
"¡siempre peliando!"
.....................................
¡Te comprendo hermanito!
Por Dios te lo digo,
muerto o vivo y maldito
¡yo soy tu amigo!

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