viernes, 14 de agosto de 2009

Mi rancho y la tradición



En mi rancho podrá ver
si lo observa con cuidao,
pilchas y armas que he colgao
pertenencias del ayer.
Es un campero placer
ver colgao unos cinchones,
culeros con patacones
y algunos viejos fusiles
a más de algunos candiles
que alumbran las tradiciones.

Aunque no soy tomador
tengo un chifle bien cargao,
que perteneció a un soldao
que había sido desertor.
Dos limetas flor y flor
rememoran el pasao,
un medio frasco arrumbao
del Terne aquél que al dentrar
"A Fierro" quiso apurar
diciendo: -"¡Beba cuñao!".

De plata un buen arreador
aunque yo tampoco arreo,
lo guardo como un trofeo
de un porteño cuarteador.
También de él un maneador
y un par de riendas lujosas,
dos californias famosas
por la audacia de un cuatrero,
y un trabuco naranjero
de aquellos tiempos de Rosas.

Y aunque tampoco he boliao
tengo unas avestruceras,
que son de las viejas eras
de un tiempo lindo pasao.
Un buen cuchillo afilao
que jamás a un duelo entró,
y que siempre se lució
como pilcha de un campero,
es recuerdo de un carrero
que una vez me lo obsequió.

Una buena selección
de cencerros navarreros,
frenos, bozales, taleros
y ponchos de colección;
tijeras a discreción
aunque no aprendí a tuzar,
varias marcas pa'marcar,
un viejo estribo machazo
y trenzao de seis un lazo
que no lo sé ni agarrar.

En mi rancho hay tradición
y si bien no es un museo
es en donde me recreo
y endulzo mi corazón.
Unas guitarras que son
dulzura de camoatí,
con las que yo me lucí
y a las que tanto me aferro
con el viejo Martín Fierro
y estilos de Abel Fleury.

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